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10 juillet 2003

Deflación e inversión - Theotonio Dos Santos

par Theotonio Dos Santos*

 

La ciencia económica empieza a enfrentar nuevos problemas para los cuales no está bien preparada. En los años de ascenso económico de la post guerra, se enfrentó sobretodo la cuestión del pleno empleo, del ahorro y la inversión para garantir el crecimiento económico.

En los años 70, la crisis del aparato institucional generado durante el final de la guerra, el cual permitió montar un sistema económico y comercial mundial relativamente estable, dio origen a una inestabilidad cambiaria, financiera y económica muy seria que articuló recesión e inflación y quebró la confianza en el modelo teórico dominante.

Este fue el período de sustitución del keynesianismo triunfante de la posguerra por el monetarismo de Friedmann y los postulados del neoliberalismo, apoyado en los modelos microeconómicos de los nuevos clásicos.

En realidad, durante este período se estableció un desequilibrio colosal en las cuentas mundiales. El surgimiento de los petrodólares fue la consecuencia inmediata del abandono de la convertibilidad del dólar
establecida en Bretton Woods. Duros golpes en la estabilidad financiera mundial que se completan con el reciclaje de los petrodólares orientada fundamentalmente hacia el endeudamiento generalizado de los nuevos países industriales (NICs).

Este desequilibrio se agrava aún más en la década del 80, con el boom de las deudas fiscal y comercial norteamericanas, que son "equilibradas" por el aumento espectacular de la tasa de interés en los Estados Unidos para atraer capitales externos para comprar los títulos de la deuda norteamericana.

Con la crisis de octubre de 1987 se inicia la "corrección" de estos desequilibrios colosales irónicamente instaurados en la economía mundial a partir de una filosofía económica basada en la idea del "equilibrio general". La existencia de esta contradicción fue planteada por mí ya en la década
del 80 pero la ciencia económica no ha asumido plenamente esta problemática.

La corrección se inició con la desvalorización masiva del dólar y la caída brutal de la tasa de interés, iniciada en octubre del 1987 y consolidada en el principio de 1990. En la década del 90, la emergencia de la nueva fase de crecimiento sin inflación y con alta productividad, inaugurada en el gobierno Clinton, presentó un conjunto de crisis financieras extremamente graves. En la presente coyuntura se articulan dos nuevos fenómenos de difícil comprensión.

En primero lugar, la crisis de 2000-2002 provocó
interpretaciones encontradas sobre la economía mundial.
Para algunos se trata de una crisis definitiva del
capitalismo mundial, para otros, se trata de una nueva
crisis tipo 1929, para nosotros se trata de una crisis
propia de los ciclos decenales, que se inscribe sin embargo en un ciclo más largo de recuperación de la economía mundial. Por esto, tratase de una crisis corta y poco profunda.

Sin embargo, hemos llamado la atención para el rol negativo del pensamiento económico conservador que profundizó los efectos de la misma debido a la intervención desastrada del Federal Reserve Board del señor Grinspan que elevó arbitrariamente la tasa de interés en 2000, del 3,5% al 6,5% acentuando el movimiento recesivo y poniendo en riesgo la recuperación de la economía mundial.

Felizmente, el Federal Reserve Board actuó rápidamente en 2002 bajando dramáticamente la tasa de interés cuando quedó clara la ruta de la recesión. Durante este año, la tasa de interés fue bajada hacia 1,25% y una acción audaz pero correcta a pesar de aún insatisfactoria. Según creemos hay que rebajar la tasa de interés a por lo menos 0.75% para garantir una recuperación más duradera.

Es necesario señalar también el rol negativo de los Bancos Centrales europeos que recién se integraron y mantuvieron altísimas tasas de interés, a pesar de la presión de sectores da la social democracia y socialistas. El caso más grave fue el de Oskar Lafontaine, ministro de economía de Schröeder que se dimitió al perder su confrontación con el presidente del Banco Central alemán que se negó a bajar las tasas de interés según las exigencias del ministro.

En 2002 los bancos europeos aceptaron las súplicas del Fed americano y rebajaron sus tasas de interés al 3,75%, movimiento aún insuficiente pero indicativo de un mayor realismo económico y una aceptación parcial de la necesidad de favorecer la retomada del crecimiento económico.

Es necesario señalar también la actuación desastrada de los gobiernos japoneses que han gastado más de 600 mil millones de dólares para mantener el sistema financiero japonés, sobredimensionado en los años 80s debido a los excedentes de las exportaciones japonesas hacia los Estados Unidos, los cuales desaparecieron con la desvalorización del dólar, la consecuente valorización del yen y la caída del superávit comercial de este país con los Estados Unidos a partir de los años 90s.

Este conjunto de políticas conservadoras favorables a los intereses inmediatos del capital financiero internacional aumentó dramáticamente los efectos negativos de la crisis decenal de 2000-2002. La situación se puso sin embargo más complicada con la victoria de las fuerzas conservadoras en Estados Unidos y Europa en el contexto de la situación general recesiva.

George W. Bush, aconsejado por conservadores
ultrareacionarios, ha intervenido de manera brutal en la crisis. En primero lugar, retomó los gastos públicos en el sector militar y de seguridad nacional provocando un déficit público colosal en un solo año de gobierno. Esta fue una razón más a justificar la baja de la tasa de interés cuando se definió claramente la coyuntura recesiva.

Es necesario señalar que esta política debilitó
dramáticamente la confianza en los títulos de la deuda del gobierno y privados norteamericanos. De hecho, en 1999 empezó el aumento de los títulos en default que llegaron a poco más de 200 mil millones de dólares. En 2000 ellos se ampliaron para más de 600 mil millones de dólares en valor nominal, con un valor de mercado de solamente 400 mil millones. En 2001 los títulos públicos y privados en default subieron un poco más en valor nominal, con los mismos 400 mil millones en valor de mercado. En septiembre de 2002 los títulos en default llegan a cerca de 900 mil millones de dólares con un valor de mercado de cerca de 450 mil millones de dólares.

Es pues muy evidente la desvalorización de los activos
mundiales a partir de Estados Unidos. Esto es evidente
también con la desvalorización del dólar sobretodo frente al euro que tiende a firmarse cada vez más como una moneda de reserva internacional.

Es evidente también la caída de las inversiones
internacionales directas hacia los Estados Unidos cuando se configuró la recesión que no fue superada totalmente aún.
Ellas habían sustituido las inversiones en portafolio
cuando empezó la desconfianza con los títulos públicos
norteamericanos.

Lo mismo ha pasado con las llamadas economías emergentes.
De 1996 a 2001, las inversiones de portafolio declinaron de 80 mil millones hacia 10.000 millones y las inversiones directas que aumentaron de 48 mil millones a 214 mil millones en el mismo período se están derrumbando.

En un momento como este, los países en desarrollo podrían funcionar como un atractivo para las inversiones que se encuentran en caída en los países centrales amenazadas de una baja de lucratividad gigantesca. No hay duda que sería de enorme interés para el capital financiero y sobretodo corporativo internacional una retomada del crecimiento económico en estos países.

Sin embargo este camino se encuentra bloqueado por las
políticas recesivas del Fondo Monetario Internacional. Es claro pues que la teoría económica conservadora se
transformó en un "traste" para el sistema económico
mundial. Es hora de abandonarla rápidamente. Solamente la nueva generación de economistas del Tercer Mundo que recién aprendieron a dominar las categorías económicas neoliberales aún cree en estas sandeces.

Véase el caso de Argentina donde su ministro de economía resolvió desafiar los técnicos del FMI, que el Premio Nobel 2001, Joseph Stiglitz llama de economistas de tercera línea. Él declaró hace dos meses que las diferencias entre los economistas argentinos y el FMI no eran técnicas sino política lo que mereció una airada respuesta de los técnicos del FMI, según los cuales se trataba claramente de diferencias técnicas. Enseguida se reúne el consejo del FMI y los miembros del mismo determinan que se haga un acuerdo con el gobierno argentino. Una vez más los desmoralizados técnicos del FMI tienen que reconocer la corrección de la propuesta argentina y negociar su puesta en práctica.

Como se ve, las imposturas caen por tierra. Todos sabemos que se tratan de cuestiones políticas, de defensa de intereses económicos en pugna y no de teorías económicas que no podrían sentirse representadas en la selva de las "recomendaciones" de los técnicos internacionales.

En Brasil, la oposición recién derrotó radicalmente la
política económica neoliberal. Sin embargo los
neoliberales a través de sus representantes políticos,
periodísticos y "técnicos" insisten en obligar el gobierno Lula a mantener sus políticas desastrosas. Y no faltan voces en su favor entre los economistas del gobierno. Pero los datos son muy claros en favor de un cambio radical de política. No es posible que estas orientaciones continúen cuando hay una crisis generalizada del capital financiero mundial.

*Theotonio dos Santos es profesor titular de la Universidad Federal Fluminense y Coordinador de la Cátedra y Red UNESCO

 Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible. Su libro más reciente es "Teoría de la Dependencia : Balance y Perspectivas", Editora Plaza & Janés.

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