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27 janvier 2006

Costa Rica
Bancarrota moral

 

Por Luis Paulino Vargas Solís
San José, 20 de enero de 2006

Un hombre nacido en Nicaragua entra a robar a una propiedad privada. Alguien azuza a un par de imponentes y fieros perros. El espectáculo posterior no tiene nada que envidiarle a un circo romano. Los dos animales literalmente descuartizan al hombre, mientras policías y otros curiosos hacen como que quieren espantarlos con tan pudibunda y asustadiza disposición como la que mostraría una damisela de la sociedad victoriana del siglo XIX. No faltó quien filmara el atroz espectáculo ni tampoco escaseó la "libertad de prensa" que -exuberante en el amarillismo de los usuales telenoticiarios- se encargara de difundir las sangrientas imágenes.

La evolución posterior del asunto ha puesto al desnudo las peores miserias y frustraciones escondidas en el alma de un pueblo usualmente generoso y democrático, pero ocasionalmente proclive al odio chauvinista. La circulación masiva de chistes cargados de oscuros rencores, de recónditos atavismos, de siniestros prejuicios con tintes étnico-raciales, ha sido la parte menos grotesca -con serlo en grado superlativo- de una explosión de decadencia y autoaniquilación moral.

Es patético y deplorable escuchar que se justifica la muerte de este hombre, por ser un ladrón que invadió la sacrosanta propiedad privada. Luego, ¿debería aplicársele pena de muerte a cada ladronzuelo ? Esto es muestra de un completo extravío moral. Más, sobre todo, resulta sintomático. Es una síntesis -cruel y precisa- de la enrarecida atmósfera espiritual de estos tiempos de fetichización de la propiedad privada, convertida mágicamente en razón suficiente para la aniquilación de la vida. Espoleado por el chauvinista, ello se evidencia aquí con ribetes violentos y ofensivos.

Tal es el espíritu del neoliberalismo que, por ejemplo, encuentra también encarnación elocuente en las disposiciones sobre propiedad intelectual contenidas en el TLC con Estados Unidos. Y si usted lo duda, refiérase a lo que escriben sobre el particular los abogados y abogadas "expertas" en la materia : justifican la imposición de gravosas y virtualmente prohibitivas barreras de acceso a los medicamentos, como mecanismo necesario para "incentivar" y "premiar" la "innovación" de las gigantes farmacéuticas transnacionales. Eufemismos y florituras aparte, este no es más que un argumento cínico que antepone la rentabilidad a la vida.

Si el sangriento asesinato de este hombre ha desatado los peores instintos soterrados en el alma colectiva, en todo caso ha de reconocerse que, puesto en relación con ciertos discursos "políticos" que se agitan con los vientos electorales, no resulta, en absoluto, un hecho aislado. La Asamblea Legislativa aprueba una ley de tonalidades nítidamente xenofóbicas, que abre portillos al ejercicio de la violencia sobre los derechos humanos, la cual es posteriormente refrendada, sin escrúpulo ni cuestionamiento, por el Presidente Pacheco. Y, entre tanto, candidatos presidenciales hay cuyo programa de gobierno parece alimentarse de esos mismos oscuros prejuicios y odios nacional-chauvinistas.

Son liderazgos políticos que se alimentan de la podredumbre. No educan ni clarifican ni conducen. Ni siquiera intentan alimentarse de la parte luminosa que ofrecen los logros democráticos históricamente gestados por el pueblo costarricense. Tan solo se afanan por engullirse ese veneno que intoxica la parte tristemente enferma del alma de este pueblo. Un veneno que, posiblemente, surge -y sobre todo crece- a partir de la frustración acumulada : frente a partidos y políticos mentirosos ; frente a la pobreza sin posibilidad de remisión ; frente a la escasez de mínimas oportunidades de mejoramiento ; frente a la insoportable presión del consumo y la competencia ; frente al proceso imparable de empobrecimiento ; frente al riesgo permanente del asalto, la estafa, el engaño, la violencia…

La sociedad costarricense de los tiempos del predominio neoliberal, es democrática en solamente un sentido : reparte frustración con largueza y generosidad. Y con ello incentiva odios y violencia. Entonces resulta fácil -pero también cobarde- hacer de los nicaragüenses chivos expiatorios. Y culpabilizarlos de las penurias económicas de la Caja y la deficiente atención en sus hospitales ; y responsabilizarlos de los bajos salarios y la creciente delincuencia. Y hasta de la basura en las calles.

Fácil olvidar, por esa vía, que algunos se han hecho ricos, ricos y muchos se han empobrecido. Y olvidar que hay camarillas que han robado y engañado. Y cerrar los ojos ante la evidencia de un desarrollo nacional basado en la especulación y el despilfarro ; generoso en el exceso de las oligarquías y mezquino en la creación de oportunidades efectivas para una vida digna. Y que todo este curso de decadencia y descomposición ha sido liderado y propiciado por gente de nacionalidad costarricense. Y que costarricenses son quienes, por complicidad o indiferencia, han propiciado que esta evolución enfermiza se entronice y se afirme.

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