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Dante Castro desnuda la complicidad del Opus Dei franquista con la dictadura de Fujimori-Montesinos. Un tema de rigurosa actualidad sobre la cofradía fascista que actúa dentro de la Iglesia Católica romana.
Por Dante Castro
Argenpress.info
El Opus Dei en Perú esta sentado a la diestra del Diablo en la casa de Dios
Durante una década, los peruanos nos acostumbramos a no llamar a las cosas por su nombre. La dictadura cívico-militar de Fujimori-Montesinos hizo un trabajo psicosocial digno de la admiración del extinto Goebbels. Disponiendo de toda la maquinaria informativa y chantajeando a los medios de prensa, se impuso la censura palaciega en el subconsciente colectivo. Uno de los espacios en los cuales el fujimontesinismo no encontró eco inmediato, fue la Iglesia Católica.
En el clero mantenían su presencia los seguidores de la Teología de la Liberación, corriente arraigada en la patria del padre Gustavo Gutiérrez. La orden jesuita, con su pluralidad de matices, constituía una fuerza insobornable que el fujimorismo nunca pudo dominar. El cardenal Augusto Vargas Alzamora se distinguió por ser el jesuita respondón que elevaba, en impostada voz, sus críticas a los excesos del poder absoluto.
En Ayacucho, hacía todo lo contrario un obispo del Opus Dei : Juan Luis Cipriani. Operando como agente del régimen, comprometido en la lucha antisubversiva, más que un pastor de almas, era el capellán oficioso de las Fuerzas Armadas. Nunca Cipriani protestó contra las masacres y torturas perpetradas por militares. Más bien, las cámaras de los reporteros lo presentaban al público bendiciendo con hisopo los fusiles que masacraban al pueblo ayacuchano. Como se ha dicho en artículo ajeno : disponía de todo el departamento de Ayacucho, de instituciones gubernamentales y de fondos necesarios para respaldar la aplicación de medidas extremas. Si le preguntaban qué opinaba sobre la defensa de los derechos humanos en la zona de emergencia, él respondía groseramente : ’los derechos humanos son una cojudez’.
Este "John Wayne" de sotana encontró ocasión para su mejor rol estelar en 1996-97 cuando 14 subversivos del MRTA tomaron por asalto la casa del embajador de Japón y secuestraron a los invitados para cambiarlos por sus presos políticos. Para entablar negociaciones, Fujimori llamó a Cipriani, quien se encargó de desinformar al público, de distraer la atención de los emerretistas e infiltrarles en símbolos sagrados, los micrófonos del Servicio de Inteligencia. Un "hombre de Dios" confesaba a los rehenes dándoles instrucciones previas al rescate y llevándose datos sobre la ubicación de los sediciosos. Así, el cura de marras comprometió sus votos trasformándose en una suerte de espía al servicio del Estado y usando las imágenes más preciadas de la cristiandad como instrumentos de guerra.
Después del triunfo de las FF. AA. sobre los secuestradores, no quedando vivos ni heridos, ni rendidos, Cipriani lloró ante cámaras. El rescate fue magnificado hasta el hartazgo como una de las operaciones más geniales en la historia del antisecuestro. Las investigaciones sobre ejecuciones extrajudiciales, han sido entrampadas para salvaguardar el honor de las FFAA. Y las lágrimas de cocodrilo del abyecto cura, sirvieron para lavar sus propias culpas en la guerra sucia con rocío primaveral.
Ante esta demostración de lealtad y previendo dudas de la Iglesia local, Fujimori viajó a Roma. Nadie sabe qué conversaron Juan Pablo II y el sátrapa nisei. Pero el resultado hizo obvio el contenido de la plática : Cipriani fue nominado por el Vaticano como arzobispo del Perú, desplazando a Augusto Vargas Alzamora y a cualquier alternativa que la misma Iglesia tuviera en cartera. Ya contaba la dictadura con el obispo necesario, hijo natural de la cantera que apoyó a todos los regímenes fascistas del mundo occidental.
Paradójicamente, se precipitó otro suceso : la muerte de Vargas Alzamora por repentino derrame cerebral. El ex-purpurado todavía era entrevistable y manifestaba sus desacuerdos con la tiranía. Por eso, muchos especulan acerca de las razones físicas de su muerte. Yo, como ex-alumno de Vargas Alzamora, clamo por la exhaustiva investigación de su deceso, incluyendo la exhumación del cadáver y el análisis necesario para descartar un asesinato por envenenamiento.
Difícilmente la jerarquía de Roma lo permita. Cuentan con un Papa afín al Opus Dei, fanático anticomunista, cuyo brazo derecho es Ángelo Sodano. Y si de mano diestra se trata, recordemos un poco :
1°.- Sodano, que fue nuncio de la Santa Sede en Santiago durante el régimen de Pinochet (1973-1990), organizó la visita del papa Juan Pablo II a Chile, en 1987, donde el Pontífice tuvo una controvertida aparición junto al general en los balcones del palacio presidencial de La Moneda, bombardeado en el 73.
2°.- En 1996, con ocasión del 50 aniversario de matrimonio del general Pinochet, Juan Pablo II le envía una foto con dedicatoria y la carta del Cardenal Sodano, Secretario de Estado de la Santa Sede, saludando en la persona del tirano y de su esposa a "una pareja cristiana ejemplar".
3°.- Sodano promovió una campaña internacional para que se tenga piedad con el ex-dictador chileno, cuando el juez Baltazar Garzón exigía su extradición en 1998.
Preguntémonos : Con estos curas en Roma, ¿para qué necesitamos al diablo ? El pueblo cristiano ha ido alejándose paulatinamente de los templos católicos, engrosando las iglesias evangélicas o derivando hacia un ateísmo inconfeso. En el Perú, la disidencia católica constituye una hemorragia incontenible.
Y en el parlamento, hoy grita y se desgañita contra la Comisión de la Verdad, un cada vez menos joven congresista del Opus Dei : el casto Rafael Rey Rey. Por fin la CVR ha dado a conocer los resultados de sus investigaciones. Y el purpurado en sangre ajena, Juan Luis Cipriani, no salió bien parado. La cruzada contra los miembros de la CVR no intenta sólo absolver a su arzobispo, sino a los militares que cometieron delitos de lesa humanidad. Señala el Rafaelillo que la CVR integrada por "rojos" ha faltado el respeto a personas e instituciones que "liberaron" al Perú de la amenaza terrorista. Aplicado el prosélito, ¿no ?
Mientras ellos resuellen, la institucionalidad democrática que tanto le costó al pueblo recuperar, se verá amenazada. Dentro del catolicismo, el Opus Dei aún hace de las suyas, aunque su arzobispo ya no pueda celebrar misa con las puertas abiertas. En ocasiones, algunos jóvenes se organizan para abuchearlo durante el oficio dominical.
Y ya no vemos al buen cura de los pobres, Gustavo Gutiérrez, dictando clases en la Pontificia Universidad Católica. Parece silenciado por el terrorismo ideológico, amenazado por una inquisición soterrada, excluido de la cátedra a pesar de haber ganado el Premio Príncipe de Asturias. ¿También dirán alguna vez que murió un día en que Dios estuvo enfermo ?