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7 février 2003

Colombia : otra idea desafortunada, extravagante y salvaje de Uribe

 

Por Nils Castro

Hace poco, una columna de paramilitares colombianos cruzó la frontera panameña y asesinó a los caciques de dos aldeas de indígenas kuna y a sus colaboradores inmediatos. En la provincia selvática del Darién, este fue el cuarto asalto de su tipo que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) han cometido últimamente. Las
ejecuciones tuvieron lugar porque las víctimas se
negaron a que sus comunidades abandonen la zona, que los kunas consideran el lugar sagrado donde su pueblo
surgió.

La impunidad de los paramilitares se ha incrementado, pues hace dos años las guarniciones de la policía panameña evacuaron el área, así convertida en
tierra de nadie. Incidentes parecidos ocurren en las
zonas limítrofes que Colombia comparte con Ecuador,
Perú, Venezuela y Brasil. Sin embargo, estos países
disponen de ejércitos nacionales para custodiar sus
respectivas fronteras, mientras que Panamá carece de
fuerzas armadas desde que éstas fueron eliminadas tras
la invasión estadunidense de 1989.

Así, la región del Darién no sólo está abierta a
los merodeadores de las AUC, sino también al tráfico de
armas, cocaína y migrantes. Al noreste de la frontera
darienita queda, precisamente, la zona de Urabá -cuna
del paramilitarismo colombiano-, uno de los corredores
por donde la cocaína sale al Caribe. Al sureste, la
zona de Juradó, de donde llega la mayor parte de los
refugiados que huyen de las zonas de combate situadas en la costa del Pacífico.

Cerca de la frontera hay poca actividad guerrillera, pues el área es intrincada y de escasa población. Pequeños grupos de las FARC ocasionalmente cruzan al lado panameño en busca de descanso temporal o
de algún modesto alimento que comprarle a los indígenas.
En ese paraje tan aislado, este es prácticamente el
único mercado al que se le pueden vender unos plátanos.
Pero los paramilitares incursionan para aterrorizar a
sus habitantes y aislar a la guerrilla, despejando el
territorio para otros fines. Por su parte, el gobierno
panameño no se ha ocupado de proteger a sus pobladores :
al cabo, Darién es una provincia de exigua importancia
electoral.

Los efectos transfronterizos de la violencia
colombiana son cada vez mayores. Aparte de que Bogotá
ha perdido el control de extensas porciones del país,
parte de su política contrainsurgente es forzar a los
países vecinos a involucrar a sus fuerzas armadas en el
conflicto. Como señaló un observador mexicano de las
pasadas negociaciones de paz, el gobierno colombiano
procura realizar su guerra con los ejércitos de otros.

Por ello los recientes reclamos panameños de que
las autoridades colombianas pongan orden en su lado de
la frontera resultan inútiles. Bogotá piensa que si
Panamá no tiene ejército bien puede pedir el retorno de
las tropas norteamericanas. Esto es, convertirse en una plataforma del Plan Colombia, como ya sucede en el caso de la base de Manta, en Ecuador. Pero involucrar a los vecinos no es una forma de ganar la guerra, sino de extenderla.

En últimas fechas, el presidente Álvaro Uribe ha
ido aún más allá. En el discurso que leyó en Davos,
demandó que su país reciba un tratamiento similar al de
Irak, solicitando que enseguida de la próxima guerra las fuerzas expedicionarias se muden del Golfo a Colombia.

Extraordinaria situación : mientras gran parte del mundo procura evitar la hecatombe, Uribe pide que se la sirvan a domicilio. No en balde el ex canciller colombiano Augusto Ramírez Ocampo -quien participó en el Grupo de Contadora, fue mediador en El Salvador y aboga por la solución negociada del conflicto colombiano- tildó esa peligrosa ocurrencia de "desafortunada" y "extravagante".

Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Agencia Latinoamericana de Informacion
Correo : info@alai.ecuanex.net.ec
URL : http://alainet.org
Suscripciones o desafiliación :
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