Accueil > Les Cousins > Colombie > Colombia Uribe Vélez es el fascismo del Siglo XXI
La caracterización del gobierno de Uribe Vélez hace parte de un profundo debate en curso en el seno de las organizaciones de izquierda, populares y democráticas del país, ante la necesidad de determinar una estrategia política consistente de movilización contra uno de los proyectos más regresivos que conozca la historia política colombiana.
Por Horacio Duque
Argenpress.info. 8 de noviembre de 2005.
Desde muchos ángulos se ha sugerido la categoría de ’fascismo’ para definir la naturaleza del actual gobierno. Aunque todavía no estamos delante de un fascismo puro y completo, pues éste no aparece sorpresivamente como un rayo en la tormenta, si es incuestionable que está en desarrollo un proceso de ’fascistización paramilitarizada’ del régimen político y de la sociedad colombiana, bajo la conducción de Alvaro Uribe. Es, probablemente, lo que produce duda e inacción en algunas corrientes políticas democráticas que no admiten las graves tendencias dictatoriales del gobierno y consideran que aún está vigente un sistema democrático, parlamentario y liberal que hasta tolera alcaldes y gobernadores originados en la izquierda en Bogotá, Valle del Cauca y otros lugares. Piensan todavía con el paradigma del fascismo de los años 30 y 40 del Siglo pasado, tal como se dio en Alemania e Italia. Ignoran que otras formas de Estado de Excepción se dieron con el franquismo, las dictaduras militares latinoamericanas, con Pinochet, Fujimori, en Brasil, Grecia y Portugal, en la segunda mitad del siglo XX.
No tengo dudas que el proyecto de Uribe Vélez es de inconfundible prosapia fascista, con la ambición de marcar por un largo tiempo -20 0 30 años- los rumbos de la sociedad colombiana dentro de los códigos y sentidos más antidemocráticos e impopulares. Tampoco albergo dudas del proceso en curso que en otros momentos agotó etapas como las siguientes :
– I) el período que se extiende desde los comienzos del proceso hasta el punto de su no retorno ;
– II) el período que se extiende desde el punto de no retorno al acceso del fascismo al poder,
– III) el período del fascismo en el poder ; y
– IV) el período de estabilización del fascismo.
Uribe Vélez está gestando en Colombia el FASCISMO DEL SIGLO XXI, acorde con nuestra estructura social, historia, cultura y características específicas. Este fascismo en proceso prepara todas las condiciones para el advenimiento de una dictadura terrorista de los elementos más reaccionarios y agresivos del capital financiero colombiano y externo.
Al hilo de uno de los más lúcidos análisis del fascismo desde la perspectiva de la teoría política, conviene recordar que éste fenómeno político bastante complejo, se explica por la aclaración de su relación con las diversas clases en lucha : con la clase dominante, con la clase obrera, con la clase media, con los campesinos y con los grupos populares. El fascismo corresponde a una situación muy particular de las diversas clases y fracciones de clase dominante.
Pero dado el peso preponderante de las contradicciones entre las clases y fracciones de clase dominante, estas revisten una trascendencia que frecuentemente es determinante en la emergencia del fascismo.
El proceso de fascistización y consolidación del régimen fascista expresa una situación de profundización y exacerbación aguda de las contradicciones internas entre las clases y fracciones de clase dominantes que adquiere la forma de una crisis política.
Lo que identifica las circunstancias que dan forma al proceso de fascistización es la incompetencia de una clase, o fracción, para imponer su hegemonía, o sea, la incapacidad del bloque social en el poder de sobrepasar ’por si mismo’ sus propias rivalidades exacerbadas. En el proceso de fascistización, ninguna clase o fracción de clase dominante parece capaz de imponer, ya sea por sus propios medios de organización política, ya sea por el camino indirecto del Estado ’democrático parlamentario’, su ’dirección’ sobre las otras clases y fracciones del bloque en el poder.
Si esa es la situación al interior del bloque en el poder, el fascismo corresponde a toda una reorganización y no a cualquiera, de este bloque. El propósito es doble :
– I) modificar la relación de fuerzas en el seno de esa alianza, redistribuir los pesos respectivos de las fuerzas que de ella forman parte ; y
– II) establecer, por la vía indirecta del fascismo, la hegemonía absoluta y no compartida de una nueva fracción de clase en el seno del bloque de poder : la de los grupos financieros trasnacionalizados y la de los grandes cacaos empresariales.
Sin embargo, conviene señalar que en el proceso de fascistización paramilitar como el que hemos experimentado en los casi cuatro años transcurridos de este gobierno, la exacerbación de las disputas internas del bloque en el poder se ha reflejado de un lado, en una crisis de representación de partido, y del otro, en una profunda crisis ideológica por lo que representó la Constitución de 1991 y sus postulados básicos.
Los inicios del proceso de fascitización traen, en lo que concierne al bloque de poder dominante, una aguda crisis de representación de partido, cuya evidencia empírica es la ruptura de la relación, a la vez del orden de representación -en el sistema estatal- y del orden de organización, entre las clases y fracciones de clase dominante y sus partidos políticos.
En el proceso de fascistización, suele ocurrir que los partidos tradicionales de la burguesía y facciones de los mismos no aceptan enteramente el fascismo en ningún momento y abiertamente se oponen a su instauración, como lo reflejan las reiteradas posiciones de los líderes del Partido Liberal, cuando expresan su inconformidad con el proyecto derechista de Uribe.
Con los comienzos del proceso de fascistización, en tanto que la forma democrático-parlamentaria de Estado se mantiene intacta en apariencia, las relaciones entre las clases y fracciones dominantes de una parte, y el aparato de estado de otra, no se establecen ya, principalmente, por el canal de los partidos tradicionales, sino que revisten un carácter cada vez más directo. Lo que produce dos efectos :
– a) La duplicación institucional de esos partidos por toda una serie de redes paralelas ocultas, funcionado como correas de transmisión real del poder y de las decisiones, lo cual va desde la aparición de grupos de presión y de milicias privadas como núcleos de reorganización política, hasta la instalación de verdaderas redes paraestatales como las redes de informantes ; y
– b) El incremento del papel del aparato mismo de Estado -ejercito, policía, tribunales, burocracia-, desplazando el poder real del lugar donde se expresan todavía los partidos, es decir, del Parlamento, al aparato de estado en sentido estricto.
Así pues, asistimos, a lo largo del proceso de fascitización paramilitar, a una proliferación, característica de la inestabilidad y de la incapacidad hegemónica, de las organizaciones partidistas de las clases y fracciones dominantes, tal como se registra en la actualidad con la configuración de nuevos movimientos políticos, que el jefe providencial intenta acordar en una sola formación partidista.
La coyuntura del fascismo también expresa una crisis de la ideología dominante. La Constitución de 1991 era la plataforma que legitimaba toda la organización estatal con sus principios del Estado Social de Derecho y su repertorio de garantías como la Acción de Tutela. Todo eso es descartado y se suple por un discurso religioso y oscurantista que exalta la imagen del caudillo como el gran salvador de la sociedad.
El Fascismo del siglo XXI tiene, pues, en el señor Uribe Vélez un precoz gestor.
Para no dejar la cosa en el plano de las proposiciones generales, digamos que en hechos como los siguientes tenemos las manifestaciones concretas de esta regresiva tendencia política : el Plan de Desarrollo hacia un Estado Comunitario ; la mal llamada política de seguridad democrática ; la guerra asimétrica contra la insurgencia campesina ; las detenciones masivas ; el asesinato de sindicalistas ; la persecución de los periodistas ; la flexibilización laboral ; los billonarios presupuestos de guerra ; el Plan Patriota ; la reelección ; la alianza incondicional con Mister Bush y el apoyo a la invasión de Irak ; el ALCA ; la ley de justicia y paz y la impunidad para los paramilitares ; la paramilitarizacion del Estado ; el asesinato de los indígenas ; el bloqueo al intercambio humanitario.
Es importante destacar que toda la estrategia de este proyecto fascistizante se reúne en el publicitado Plan Visión Colombia II Centenario, que desenmascara las pretensiones del grupo fascista que controla la cúspide del aparato estatal en la actualidad, de perpetuarse en el poder.
Ese es el FASCISMO DEL SIGLO XXI, que es prioritario identificar en sus rasgos principales para denunciarlo y propiciar la más amplia unidad de las fuerzas populares con el objetivo de derrotarlo. Más que la reelección, que es un hecho consumado y debemos deslegitimar mediante el voto en blanco en las elecciones de mayo próximo, lo que debemos impedir es este negativo proyecto que ahonda la crisis política, social y económica de nuestra nación.