Portada del sitio > Los Primos > Bolivia > Cavan la fosa de la agricultura en Bolivia
La Paz, noviembre 2002.- El gobierno parece estar decidido a darle el tiro de gracia a la desvalida agricultura boliviana. Sin mucho debate ni consultas, las autoridades bolivianas están listas para pugnar por la reducción de aranceles de importación y la eliminación de todo tipo de subvenciones a la agricultura en la próxima reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC), prevista para marzo del 2003.
Con una ortodoxia digna de mejor suerte, el gobierno se ha convertido en uno de los mayores paladines de la liberalización comercial a ultranza. La profundización de esta política neoliberal agravará las ya precarias condiciones productivas del agro boliviano, generando la ruina de la economía campesina y un profundo deterioro en la agricultura comercial del oriente.
"Es un suicidio. Bolivia está adoptando una política fundamentalista en el comercio (es uno de los pocos que cumple con las normas de la OMC). No se está tomando en cuenta que los productores nacionales están sin apoyo, sin créditos ni seguros de ninguna naturaleza", lamentó el especialista colombiano José Ignacio Jiménez, quien sintetizó el sentimiento generalizado de una centena de expertos, dirigentes agrarios y representantes de ONGs, reunidos en el Seminario Internacional "Alternativas para el Comercio Internacional de Productos Agrícolas".
En el encuentro internacional, celebrado en La Paz el pasado 14 de noviembre bajo el auspicio del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), los participantes advirtieron sobre los graves impactos económicos y sociales que recaerán sobre la agricultura nacional si la OMC da vía libre a una mayor liberalización del comercio como propugna el gobierno boliviano y otras naciones desarrolladas integrantes del Grupo Cairns.
COLAPSO A LA VISTA
Hasta ahora, la extrema liberalización del comercio de productos agrícolas, la libre importación y el contrabando han deteriorado la capacidad productiva de los grandes y pequeños agricultores bolivianos, han generado mayor pobreza y marginalidad en la economía campesina y han reducido la capacidad de los productores locales para suministrar alimentos al mercado interno.
El diagnóstico de los expertos es alarmante. En la agricultura comercial del oriente, donde existe una producción orientada a la exportación, mayor grado de tecnificación y grandes empresas, hay baja productividad y reducida competitividad. En el occidente, en la economía campesina, hay bajos niveles de producción, mínima productividad y severos problemas como el minifundio, áreas de bajo potencial y malas condiciones agroecológicas.
Producto de estas y otras debilidades, los bolivianos disponen, en promedio, de una menor cantidad de alimentos y productos agrícolas que los habitantes de los países vecinos. "La oferta per cápita de alimentos en Bolivia es menor a la oferta per cápita de alimentos en Perú, Ecuador y otras naciones del continente", aseguró el asesor de la Comunidad Europea en La Paz, Vagn Mikkelsen.
Si bien Bolivia es un exportador neto de alimentos, gracias a las ventas externas de soya, en el mercado interno hay menos alimentos y un menor consumo por el bajo poder adquisitivo que tienen los ciudadanos, lo que genera hambre e inseguridad alimentaria, explicó el especialista europeo. A mediano plazo se estima que Bolivia se convertirá en un importador neto de alimentos.
En estas condiciones, el planteamiento gubernamental para que el agro boliviano compita de igual a igual con las naciones vecinas y el resto del mundo parece ser todo un suicidio.
"Nos estamos adscribiendo a la OMC en las peores condiciones posibles, sin mecanismos de defensa e inermes, defendiendo intereses y normas que no son de los productores agrícolas ni de los sectores campesinos", aseguró uno de los participantes del Seminario del CIPCA.
"La importación de trigo está desalentando la producción interna. Antes se producía en Tarija y Chuquisaca y hoy solo queda Santa Cruz. El contrabando de fruta de Chile y Perú, el ingreso de cebolla, papa, uva, durazno y manzana están afectando a los productores bolivianos. A mediano plazo vamos a perder el mercado interno", complementó otro especialista.
POSICION OFICIAL Y CRÍTICAS
Pero esta dramática realidad no inquieta en exceso a las autoridades bolivianas, que tratan de olvidar el presente y prefieren concentrarse en un incierto futuro. Según el representante de la Cancillería, el economista Windsor Hernani, las demandas del Grupo Cairns serían positivas en el largo plazo, al eliminarse las graves distorsiones que afectan el libre comercio de los productos agrícolas, reducir al mínimo los aranceles que encarecen los alimentos y erradicar los subsidios que se dan en los países desarrollados.
"Si se adoptan las demandas del Grupo Cairns no sé qué pasará en el país. Inicialmente no tendremos beneficios, pero a mediano y largo plazo se abre la posibilidad de mayor producción agrícola con la apertura de mercados. Las empresas extranjeras podrán llegar al país, invertir y exportar alimentos", dijo Hernani, quién sin embargo declinó referirse a la suerte que correrían los campesinos y pequeños productores agrícolas del país.
El razonamiento gubernamental no convenció y llovieron las críticas: Bolivia no logra ninguna ventaja al ser parte del Grupo Cairns. Bolivia no podrá competir con los países agroexportadores. Se está poniendo en riesgo las preferencias arancelarias con los países andinos y las exportaciones de soya. El gobierno defiende intereses de los grandes productores de alimentos y a los grandes propietarios de tierras.
ALTERNATIVAS: LA CAJA DE DESARROLLO
Pero junto a los cuestionamientos, también emergieron propuestas alternativas. El economista inglés George Gelber de la Unidad de Políticas de la Agencia de Cooperación Católica de Inglaterra (CAFOD) sugirió que Bolivia eleve sus aranceles de importación de alimentos y productos agrícolas para defender la agricultura nacional, impedir el descalabro total de la economía campesina y preservar el futuro de los pequeños productores del agro.
"Si la OMC aprueba los planteamientos del Grupo Cairns, Bolivia corre el riesgo de ser un país con déficit en la producción de alimentos", dijo al presentar su propuesta conocida como la "Caja de Desarrollo", que permite a los países pobres la defensa de su mercado interno al elevar aranceles y subvencionar a los pequeños productores agrícolas con los recursos generados por los nuevos aranceles.
SOBERANÍA ALIMENTARIA
Otra propuesta alternativa fue la de "Soberanía Alimentaria", enarbolada por pequeños agricultores y campesinos de América Latina, y presentada en el Seminario del CIPCA por Juliana Marca, una agricultora chilena de origen aymara.
"La soberanía alimentaria es un derecho fundamental de los pueblos. Cada país debe definir sus políticas propias para ser autosuficientes en la producción de alimentos. No negamos el comercio internacional, pero lo supeditamos a las necesidades alimentarias de cada pueblo".
Según Juliana, las actuales políticas agrarias y comerciales, impuestas por las organizaciones multilaterales y países desarrollados, fomentan el hambre y la pobreza en el agro latinoamericano, olvidando que lo primero es garantizar la alimentación de la población. "Nadie debe carecer de alimentos y cada país debe ser autosuficiente en la producción de los alimentos esenciales para el consumo".