Accueil > Les Cousins > Colombie > Carta sobre Colombia, de organizaciones estadounidenses a Barack Obama
Fin al Plan Colombia
y a la fracasada
"guerra contra las drogas"
"En Colombia, un cambio real en política comienza por reconocer que el enfoque militar al tráfico de drogas de los últimos ocho años ha sido un absoluto fracaso y que se necesita una nueva política".
Bogotá, 3 de abril de 2009, Tribuna Popular TP.- El Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH) de Colombia, publicó la carta que enviaron las organizaciones norteamericanas al Presidente Barack Obama, hace dos semanas.
Esta carta propone el fin del Plan Colombia, la ayuda militar, y la "guerra contra la droga" y apoyo para una solución política y negociada para el conflicto armado en Colombia. Fue firmado por 46 organizaciones de EE.UU.
Por considerarla de suma importancia, Tribuna Popular publica en forma íntegra dicho texto :
The White House
1600 Pennsylvania Avenue NW
Washington, DC 20500
Estimado Presidente Obama :
Usted nos ha desafiado a asumir los retos importantes que enfrenta nuestra nación y a hacer un cambio genuino en la forma como Estados Unidos se relaciona con el resto del mundo.
En Colombia, un cambio real en política comienza por reconocer que el enfoque militar al tráfico de drogas de los últimos ocho años ha sido un absoluto fracaso y que se necesita una nueva política. Este enfoque, llamado Plan Colombia, ha buscado reducir la producción de hojas de coca a la mitad para afectar el precio y la disponibilidad de cocaína en nuestras comunidades y, en últimas, reducir el uso de cocaína y los problemas sociales que éste genera. Para tal fin, Estados Unidos ha gastado más de $6 miles de millones de dólares desde 2000, cerca del 80% en las fuerzas armadas colombianas.
Mirado desde todos esos indicadores, el plan ha sido un desperdicio de recursos. La cocaína que entra a Estados Unidos cuesta lo mismo que costaba hace ocho años, en algunos sitios es más económica y más fácil de conseguir. La aspersión aérea ha causado un desastre medioambiental y menoscabado la salud y cultivos de campesinos colombianos pobres, en tanto que la cantidad de hojas de coca cultivada se ha mantenido constante, lo que sugiere que Plan Colombia tiene muy poco impacto con cualquier fluctuación del precio.
Más de tres cuartos de la asistencia de Estados Unidos a Colombia se ha dirigido a una erradicación de drogas fallida. Los promotores de la asistencia también aducen que el plan también ha resultado en una disminución de secuestros por la guerrilla, menos masacres y la desmovilización de 30.000 paramilitares. Sin embargo, para millones de colombianos su seguridad ha sido arrasada. Desde que Plan Colombia inició, más de 2.5 millones de colombianos han tenido que huir de sus hogares debido a la violencia, dando lugar a la peor crisis humanitaria del hemisferio. Indígenas cuyas identidades están en riesgo de extinción y afrocolombianos representan número desproporcionado de desplazados internos. Y el desarraigo de desplazados internos de sus comunidades continúa con igual intensidad : más de 270.000 huyeron en el primer semestre de 2008. Para esas familias, ésta no es una guerra contra el terror, sino el mismo terror.
Ambos bandos del conflicto armado en Colombia han cometido atrocidades terribles. Las fuerzas armadas financiadas por Plan Colombia tienen el peor récord en abusos de derechos humanos en las Américas, y el asesinato de civiles por el ejército casi la mitad cometidos por unidades apoyadas por Estados Unidos ? ha aumentado en los dos últimos años. Por consiguiente, Estados Unidos no debería armar bando alguno en un guerra sin fin en cual la mayoría de quienes sufren son civiles.
En mayo pasado, usted dijo :
Nosotros compartimos ese pensamiento. Para nosotros, y pensamos que para Usted, sí importa que la gente esté amenazada por fuerzas armadas corruptas y brutales que han sido entrenadas y equipadas con el dinero de nuestros impuestos. Nosotros queremos que eso cese.
No tiene que ser de esa manera. Nuestra nación podría promover la tan anhelada paz en Colombia si estamos dispuestos a usar nuestros recursos en diplomacia para apoyar una paz negociada. Mientras miles de millones fluyen a la guerra en Colombia, los programas de salud para tratar la adicción a las drogas y la economía grande aquí en casa sufren de un profundo déficit social. De la población que abusa de las sustancias, siente la necesidad de tratamiento y está lista a dejar de usar las drogas, más de la mitad no pueden pagar el costo del tratamiento. La actual crisis económica hará que la situación para esas personas y sus familias sea aún peor, a menos que actuemos.
Por las anteriores razones, le instamos a :
– Reconsiderar la fallida "guerra contra las drogas" en Colombia. En lugar de gastar miles de millones en una fallida estrategia "del lado de la oferta" que financia abusos a los derechos humanos, destruye el medio ambiente y alimenta un conflicto armado que lleva décadas, Estados Unidos debería terminar la ayuda militar al ejército colombiano. Comenzar por suspender toda la asistencia para fumigación y entrenamiento militar.
– Apoyar una terminación negociada al conflicto armado en Colombia, usando todos los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos.
– Invertir en desarrollo alternativo real afuera y en prevención y tratamiento de drogas en casa. La asistencia a Colombia debería incluir mucha más ayuda humanitaria a los millones de desplazados internos, administradas por agencias independientes no ligadas a lo militar y apoyar la justicia para las víctimas de la guerra. El gobierno federal debe financiar completamente el Bloque de Becas para Abuso de Sustancias e incluir tratamiento a la adicción en la reforma integral a la salud. Dicho tratamiento reducirá, a la larga, los gastos en salas de emergencia y los costos en la justicia criminal originados en la adicción no tratada.
Creemos que esta nación necesita un cambio en su fallida política hacia Colombia. Esto requiere una profunda revisión de cómo se gastan los fondos y qué resultados han producido en lo que lo importa más ¬respecto de los más vulnerables y las víctimas de la violencia. Esperamos trabajar con Usted y el Congreso para lograr esas metas.
Atentamente,
INSTITUCIONES DE FÉ Y ORGANIZACIONES NACIONALES
– Coordinator Alliance for Global Justice, Chuck Kaufman
– Baptist Peace Fellowship of North America
– Buddhist Peace Fellowship, Zenju Earthlyn Manuel, Executive Director
– National Coordinator Campaign for Labor Rights, James Jordan
– Director of Programs Center for International Policy, Adam Isacson
– The Church of God Peace Fellowship
– Codepink, Medea Benjamin, Co-founder,
– Fellowship of Reconciliation, Mark C. Johnson, Ph.D. , Executive Director
– Forging Alliances South and North, Philip McManus, Co-Chair
– Global Exchange Lutheran Peace Fellowship, Kirsten Moller, Executive Director
– Maryknoll Office for Global Concerns
– Mennonite Church USA, Jim Schrag, Executive Director,
– Mennonite Central Committee U.S. Washington Office
– Methodist Federation for Social Action, Rev. Kathryn J. Johnson, Executive Director,
– National Immigrant Solidarity Network, Lee Siu Hin, National Coordinator,
– Network in Solidarity with Guatemala, Sylvia Romo, Interim Executive Director,
– Nicaragua Network, Katherine Hoyt, National Co-Coordinator,
– Nonviolence International, Michael Beer, Executive Director,
– North American Congress on Latin America, Christy Thornton, Director and Publisher,
– Pace e Bene, Ken Butigan, Executive Director,
– Pax Christi USA : National Catholic Peace Movement, Dave Robinson, Executive Director,
– Political and PAC Director, Paul Kawika Martin, Organizing
– Peace Action
– Peace Fellowship The Quixote Center, Rick Ufford-Chase, Executive Director, Presbyterian
– Legislative Coordinator School of the Americas Watch, Pamela Bowman,
– Colombia Liaison, Barbara Gerlach,
– United Church of Christ Justice and Witness Ministries
– U.S. Office on Colombia, Kelly Nicholls, Executive Director
– US Peace Council, Alfred L. Marder, President,
– U.S. Labor Education in the Americas Project (USLEAP) Stephen Coats, Executive Director
– Venezuela Solidarity Network, Banbose Shango, National Co-Coordinator
– Veterans For Peace, Michael T. McPhearson, Executive Director
– Witness for Peace, Melinda St. Louis, Executive Director
– Women for Genuine Security,
ORGANIZACIONES REGIONALES Y LOCALES
– Brooklyn For Peace
– Chicago Religious Leadership Network on Latin America, James H. Vondracek, Managing Director,
– Colombia Aqui Collective/Bay Area
– Colombia Working Group
– Colombia Human Rights Committee, Washington, DC
– Haiti Action Committee, Berkeley, California
– Judy Barry, Co-Chair IF, Watsonville, California
– InterReligious Task Force on Central America, Cleveland, Ohio
– Lehigh-Pocono Committee of Concern (LEPOCO Peace Center) Pennsylvania
– Movement for Peace in Colombia New York, New York
– Greater New Haven Peace Council
– Nicaragua Center for Community Action (NICCA)
– PANA Institute for Leadership, Program Director Rev. Deborah Lee
– Development and Study of Pacific Asian
– North American Religion, Berkeley, California
– Nada Khader, Executive Director
– WESPAC Foundation, Westchester County, New York.