recherche

Accueil > Empire et Résistance > « Gringoland » (USA) > Carta de una exilada en el sueño norteaméricano para los que también sueñan

6 mars 2004

Carta de una exilada en el sueño norteaméricano para los que también sueñan

 

"Mi nombre es Lorena G. Altamirano y soy catamarqueña.
Nací en la capital, en el viejo Hospital San Juan Bautista, pero soy de las chacras ya que viví en Sumalao casi toda mi vida.

Toda mi familia vive en Catamarca, allí siempre están los más lindos recuerdos de la infancia, los sabores, los aromas familiares, las amistades del alma, las imágenes de los paisajes que siempre confortan el corazón. Es imposible olvidar las raíces que a una la
unen a su identidad.

Soy la mayor de 3 hermanos, criados por mi padre que quedó viudo cuando éramos muy chicos. Estudié en la Esc. Bernandino Rivadavia, Esc. Normal Nacional Superior Clara J. Armstrong y luego en la Universidad Nacional de Catamarca de donde egresé de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales con el título de Licenciada en Ciencias Biológicas.

Desde chica siempre soñé con conocer el mundo y en especial Estados Unidos. El destino quiso que encontrara el amor en alguien que vivía allí y hace 5 años emigre de mi tierra.

La adaptación al nuevo ambiente no fue fácil, en especial porque tuve que insertarme en una subcultura dentro de la cultura estadounidense. Estoy hablando de la subcultura militar.

Mi marido es sargento de la Marina de Estados Unidos (USMC) y gracias a su trabajo
tuve la oportunidad de viajar, conocer y vivir en algunos de los lugares más lindos e interesantes del país. Lugares como el sur de California (San Diego) y Hawaii, donde vivimos por 3 años, en una base militar protagonista en la historia de EEUU durante el ataque del 7 de Diciembre de 1941 que obligó a EEUU a ingresar a la Segunda Guerra Mundial.

Los obstáculos en la lucha por integrarme a está sociedad fueron varios y diversos, desde el cambio en el idioma, el trato con la gente, el tipo de gente con la que tratas, los hábitos de dormir, comer, manejar, administrar el dinero ; el conocimiento de las leyes de todo tipo, y la lista continúa.

Yo, como la mayoría de los extranjeros, tenia una visión distorsionada de la vida en Estados Unidos. Se dice que es el país de las oportunidades, el lugar donde se pueden hacer realidad todos tus sueños, y es cierto. Lo que nadie admite es que para llegar a acceder a
todas las oportunidades, uno tiene que unirse a la masa de unas 300 millones de personas que desean fervientemente lo mismo. Allí es donde me di cuenta que la leyenda era eso nada más, mitología de Hollywood. Me di cuenta de que realmente venia de una tierra donde la vida es mucho más simple.

La vida, aquí, está marcada por el mercado, la competencia y la ferocidad de los consumidores por consumir, no importa que pero consumir, es lo que mantiene la rueda girando, o como dicen, el sistema andando. Es una cultura dominada por el dinero, pero
la transparencia es la regla crucial que gobierna la cultura del negocio. La palabra de las personas tiene valor, la puntualidad es un requisito para ser tomado en serio y la honestidad es la marca del éxito. El sistema tiende, en todas sus facetas, a ser transparente ; y ante la mínima duda la justicia es rápida e implacable.

Pero todo es un reflejo aprendido desde muy corta edad en el ceno de la familia. Yo misma he tenido que re-educarme en cosas tan simples como aritmética, al estilo americano, para poder calcular mentalmente los descuentos en las tiendas y el porcentaje de IVA a
pagar cada vez que compro algo. Y esas son una de las tantas diferencias de las cuales nadie habla pero que me dejaron sorprendida y en desventaja con los americanos. Aquí la competencia es la base fundacional del sistema y es la forma de triunfar o "llegar lejos"
(como se dice), cosa que en nuestro país no pasa, porque allá hasta para concursar hay que tener "cuña".

Otra gran sorpresa que descubrí es que la mayoría de los estadounidenses no tiene más que escuela secundaria, ya que aquí la educación superior está muchas veces fuera del alcance de la mayoría, incluida la clase media. Aquí se paga todo.

Desde la solicitud de inscripción para adelante y para todo hay que someterse a concurso con cientos o a veces miles de otros postulantes igual o mejor calificados. Descubrí que la mayoría de los americanos que conocí no sabían ni en que continente quedaba Argentina y la mayoría de ellos ni siquiera tenía idea de cual era nuestro idioma ; y para esto hay explicación, Estados Unidos es un continente en sí mismo con una población de casi 300 millones, que vive muy absorbida en su realidad cotidiana con un grado desmedido de egocentrismo, y muchas veces ignorando o desconociendo el impacto que producen como país y como cultura fuera de sus fronteras.

Esto sumado a una geografía física, política y cultural muy complejas, lo convierte en un universo aislado. Por eso es que nunca Argentina esta en las noticias en EEUU pero sí a la inversa.

La vida en Estados Unidos es muchas veces solitaria, "la familia" se reserva para 3 o 4 veces al año, que es cuando se juntan en alguno de los feriados nacionales. La familia no es lo primero, el hacer dinero es lo primero en la mayoría de las mentes de los americanos.

Pero no hay que confundir, no son mala gente, para nada. Trabajan, como todo el mundo, van a su iglesia, tienen su programa de televisión favorito, pagan una tonelada de impuestos, donan dinero a la caridad, son muy respetuosos con los demás y sobre todo están muy informados de sus derechos como ciudadanos. No votan si no quieren, pero saben que si no participan luego no tienen derecho a queja. Pero sobre todo son americanos, viviendo en su propia realidad, en sus pequeñas comunidades cerradas, con seguridad alta,
siempre paranoicos esperando el próximo ataque terrorista, consumiendo el 75% de la energía del mundo sin saberlo, subiendo de peso, muchas veces aislados como personas y como país. Muy distinta realidad a la que estamos acostumbrados los argentinos.

Mi sueño como catamarqueña y como mujer que, siempre tuvo la ambición de ser útil y que comprende que : "la ambición sin contribución no tiene significado" es que, por este medio, quiero contribuir a ampliar nuestra visión y que podamos aprender de las cosas que los americanos hacen bien, las cosas que les permiten poder perseguir sus sueños y ser felices sin nunca pensar en que la solución está afuera de las fronteras de su patria.

La mayoría de los americanos nunca ha salido ni de su provincia, menos de su país y siempre están tratando de resolver los problemas por si mismos y para ellos mismos, siempre tratando de mejorar la vida para su gente, aunque muchas veces a expensas del resto del mundo".

Retour en haut de la page

El Correo

|

Patte blanche

|

Plan du site