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18 de septiembre de 2007

Campaña electoral argentina en torno a cuestiones de dinero y fuerte inflación.

 

Por Emilio Marín
La Arena
. Argentina 17 de septiembre de 2007

Se va confirmando lo adelantado tantas veces: el principal adversario del gobierno en octubre no serían los candidatos opositores y ni siquiera escándalos como Skanska, sino la carestía de la vida.

¿La papa a 4 pesos, los tomates a 6 y los zapallitos a 10 pueden hacer tanto o más daño a la candidatura de Cristina de Kirchner que los embates de Elisa Carrió, Roberto Lavagna y Ricardo López Murphy?

Al interrogante hay que darle una respuesta afirmativa. Y no son sólo esas verduras las que empinaron sus precios, sino en general los alimentos y otros servicios que hacen a la vida de los argentinos.

Por supuesto, según las dudosas estadísticas provistas por el Indec, no habría lugar para la preocupación porque en agosto, por ejemplo, la inflación habría sido del 0,6 por ciento. Pero la gente tiene que comer y para eso abona precios muy por encima de los relevamientos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo que perdió su virginidad política.

En este sentido se da una de las pocas oportunidades en que el discurso de la oposición, generalmente de derecha, contacta más con el sentimiento de la población que las apelaciones del oficialismo. Este dice que la inflación no superará el dígito a fin de año y la oposición estima, en cambio, que rozará el 20 por ciento o superará esa marca. La sensación de los argentinos, aún de los muchos que voten por CFK, está más cerca de los pronósticos opositores. No será por feeling con Carrió o Lavagna sino por sentido común.

La política kirchnerista en este punto consiste en disimular tanto como pueda el alza de los precios reales, para que las estadísticas no reflejen al milímetro toda la esquiva realidad. Y junto con ello, aplicar subsidios: hoy a los productores de papa, antes a las empresas que producen electricidad propia, a los tamberos, a los transportistas, etc.

Como el fenómeno inflacionario se agudiza, algunos funcionarios debieron admitirlo. Martín Redrado, en un conferencia con banqueros en Londres, reconoció que le preocupaba muchísimo la inflación, un comentario que no debe haber caído bien en el matrimonio presidencial.

Alberto Fernández, un político inteligente -más allá de las críticas que merezca el haberse desempeñado como superintendente de Seguros con el cavallismo- dio explicaciones muy poco convincentes sobre la inflación. La atribuyó al crecimiento del consumo y la mayor demanda de bienes, por un lado, y al alza de precios a nivel internacional, por el otro.

No es que esas causas no estén influyendo. Pero lo que el jefe de Gabinete no quiere considerar es el caudal de inflación que viene por los meandros del poder monopólico u oligopólico de los precios. Aquí hay 200 pesos pesados que determinan los precios. Néstor Kirchner no se atreve a ponerles el cascabel a esos gatos. A lo sumo tuvo algunos escarceos con esos intereses en 2005, que sólo se mantienen en menor medida con Shell. Con el resto del establishment se ha reconciliado como si fueran grandes amigos y queda Guillermo Moreno haciendo el papel de malo de la película.

París y FMI

Si al gobierno le tiembla la pera para plantarse frente a tan poderosos intereses, es menester aclarar que a los opositores les ocurre algo peor: están de acuerdo con esos intereses. De López Murphy no hace falta recordar su condición de economista-jefe de FIEL y ministro de la Alianza, que presentó como tabla salvadora el ’blindaje’. Pero sí puede ser una sorpresa para varios que Carrió haya designado como su ministro de Economía, en el más que improbable caso de que gane, a Alfonso Prat Gay. Es un economista de ese establishment que Kirchner corrió del Banco Central junto al vice y mentor suyo, Pedro Lacoste. Ambos eran y son parte del elenco estable de la City y los criterios de la Bolsa de Comercio.

Al enfrentar a estos adversarios, el matrimonio presidencial no se alarma pues sabe que las propuestas económicas de ellos están ubicadas a la derecha. Por caso, Carrió propuso un menor crecimiento de la economía y un ajuste fiscal como alternativa al modelo actual, al que cuestiona crecer demasiado y el elevado gasto público. Si Alvaro Alsogaray viviera...

Después de tantas concesiones al empresariado más concentrado y las entidades financieras privadas, el gobierno se considera no correspondido por este sector. No debería argüir su propia torpeza ni tibieza para negociar con las clases dominantes del país, un equívoco que el justicialismo ha reiterado a lo largo de todos sus gobiernos. Concede, concede y al final el establishment se sale con la suya. Alguna vez deberá concluir que así le paga el Diablo.

Ese comentario tiene que ver con que el presidente Kirchner mandó a Miguel Peirano a entrevistarse con los principales directivos de bancos extranjeros para averiguar, si era cierto, que estaban restringiendo el crédito local para previsionar fondos para sus casas matrices. Y los banqueros le confirmaron al ministro que así era: están reuniendo fondos en auxilio de sus dueños en Estados Unidos y Europa en vista de la conmoción bursátil y financiera de este último mes.

Y los banqueros locales no les van en zaga a sus colegas foráneos. Ellos también aumentaron sus encajes y encogieron sus créditos, pese a que no recibieron órdenes desde Nueva York o Frankfurt. A lo sumo dan algún préstamo a un interés superior al 20 por ciento anual, que es su presunción de la inflación real de este año.

¿Este es el modelo productivo, en crecimiento, con inclusión social y de matriz diversificada, del que tanto presumen Néstor y Cristina de Kirchner?

Después de las elecciones del 28 de octubre, o quizá antes, el gobierno deberá apurar un trago muy amargo. Para renegociar la deuda con el Club de París de 6.200 millones de dólares, tendrá que hacer un cierto arreglo con el FMI. Así se lo hicieron saber a la senadora de Kirchner, en su último viaje por Alemania, un país socio del Club. El ministro de Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, se congratuló por ’la disposición de

Argentina por ese acercamiento’ con el Club de París, que no hará excepciones: habrá que pasar previamente por la ventanilla del Fondo.

Si se quiere gambetear a esa entidad habrá que pagar toda la factura de 6.200 millones, algo tan descabellado como el pago total que se hizo en enero de 2006 al FMI. No habría que descartar completamente que esa política se repita y se presente tal capitulación ante los acreedores como un nuevo éxito del ’desendeudamiento’.

El ’antiterrorismo’

En la película JFK sobre la muerte de Kennedy, el fiscal Jim Garrison -interpretado por Kevin Costner- ironizaba en el estrado sobre el extraño trayecto de la ’bala mágica’ que había matado al presidente. En el país también hay de esa clase de proyectiles, que sin mediar intención de los uniformados que las disparan -generalmente tropiezan antes y son agredidos por peligrosos manifestantes-, terminan pegando contra el suelo, y de rebote, sólo de rebote, hieren gente y la mandan al hospital. Otras veces al cementerio, pero, siempre sin intención, en casos judiciales investigados hasta las últimas consecuencias, con imparcialidad y la justicia independiente que tiene la Argentina.

La última bala, afortunadamente de goma o plástico, pegó en las piernas de una periodista radial que cubría la represión de Gendarmería a un piquete de trabajadores en Caleta Olivia.

Después de varios días, Aníbal Fernández dijo que el efectivo y el arma estaban identificados, aunque omitió mencionarlo por su nombre y apellido.

Una discriminación positiva, porque el ministro del Interior no tiene esas precauciones cuando informa de otro tipo de detenidos.

De ese incidente en la provincia del presidente surgen dos cosas importantes. Una, que los empleados con tareas de petroleros quieren ser encuadrados como tales; ese tipo de reclamos, salariales o de condiciones de trabajo, está apareciendo en el mapa nacional con los empleados de subtes, de aerolíneas, estatales, maestros, docentes universitarios, etc. Y esto también está vinculado con lo planteado al inicio, sobre el auge de los precios. La otra conclusión es que se ha puesto en marcha una nueva doctrina de seguridad: desalojo de la ruta primero y pido después la autorización judicial; tiro primero y pregunto después.

El jefe de Gendarmería actuante expresó que obedeció ’órdenes superiores’, pero el juez desmintió haberlas dado. ¿Quién lo hizo? Evidentemente el gobierno nacional y la cartera de Interior, de la que depende esa fuerza de seguridad.

El gobierno K parece estar dejándose influir demasiado por la administración Bush, que le impuso junto al Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y al FMI la aprobación de la ley antiterrorista en junio último. Asimismo el ministro de Justicia, Alberto Iribarne, informó esta semana de nuevas disposiciones complementarias en materia de represión al terrorismo, vinculadas con aquella norma.

De esas cosas la opinión pública está más o menos al tanto. En cambio pasó casi inadvertido que el miércoles y jueves de esta semana la Prefectura hizo un ejercicio antiterrorista, en Puerto Madero, con participación de la Guardia Costera de Estados Unidos. Apenas hubo un pequeño cable de agencia Télam. Lo único que falta es que ahora traigan los marines.

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