recherche

Accueil > Empire et Résistance > « Gringoland » (USA) > Bush mezquina ayuda en la lucha contra el Sida

25 octobre 2003

Bush mezquina ayuda en la lucha contra el Sida

 

Menos plata de la prometida y un sabotaje contra el envío de remedios a los países más necesitados es todo lo que ofrece Estados Unidos.

Par Naomi Klein*

La lucha contra el sida supuestamente debía mostrar el lado blando del presidente Bush. "Rara vez la historia ha ofrecido una mayor oportunidad de hacer tanto para tantos", dijo en su discurso sobre el Estado de la Unión en enero pasado.

Pero luego repensó la idea y decidió ofrecer algunas oportunidades más a los pocos. Primero, le entregó el cargo más alto de su Iniciativa Global para el Sida a un alto ejecutivo de Big Pharma, luego rompió su promesa de destinar 3.000 millones de dólares de ayuda contra esta enfermedad y ahora preocupa que pueda sabotear un plan para enviar medicamentos de bajo costo a países castigados por el sida.

En agosto pasado, la Organización Mundial del Comercio anunció un nuevo acuerdo sobre patentes de medicamentos que daría a los países pobres con problemas sanitarios el derecho a importar drogas genéricas. Pero el acuerdo parecía impracticable : Estados Unidos, a instancias del lobby farmacéutico, reclamó con éxito tantas condiciones que el acuerdo pasó de tener 49 palabras claras y directas a convertirse en un laberinto de 3.200.

Los países que quieran importar genéricos baratos deberán sortear múltiples obstáculos para demostrar que realmente los necesitan, que son incapaces de costear los medicamentos patentados y que no pueden producirlos localmente. Entretanto, no hay garantías de que exista oferta suficiente de drogas para vender, ya que el convenio también limita a los países que quieren exportar.

El representante comercial estadounidense Robert Zoellick alabó el acuerdo. También lo hizo Harvey Bale, vocero de Big Pharma y director general de la Federación Internacional de Asociaciones de Laboratorios Farmacéuticos.

Pero ahora está ocurriendo algo inesperado. El gobierno canadiense, bajo una intensa presión de los activistas de la lucha contra el sida y las Naciones Unidas, está tratando de poner en práctica el acuerdo de la OMC. En setiembre, el gobierno anunció planes para reformar su ley de patentes para autorizar la fabricación de versiones genéricas de drogas patentadas exclusivamente para la exportación a países pobres.

Los grupos africanos de lucha contra el sida elogiaron el plan calificándolo de avance importante, en especial si alienta a más países a suspender las patentes para exportar drogas genéricas a países que las necesiten. Y esta necesidad es enorme.

De los aproximadamente 30 millones de africanos con sida, 4,1 millones necesitan drogas antirretrovirales, pero sólo de 50.000 a 75.000 tienen acceso a ellas. La Organización Mundial de la Salud se ha comprometido a hacer llegar el tratamiento a 3 millones de personas para 2005. Para ello, se necesitarían 6 millones de comprimidos al día, demanda que no puede ser satisfecha sólo por los actuales proveedores de drogas genéricas.

De repente, Bale ya no está complacido y ha sacado a relucir todos los mitos preferidos de Big Pharma : Africa no necesita medicamentos baratos, necesita infraestructura (necesita ambas cosas) ; las empresas de marcas registradas ya han reducido sus precios para competir con los genéricos (las versiones de marca registrada con descuentos siguen costando al menos el doble que los genéricos) ; el debilitamiento de las patentes afectará las ganancias empresarias y destruirá el incentivo para realizar nuevas investigaciones (Africa representa aproximadamente el 1% de los 400.000 millones de dólares de ventas totales de la industria farmacéutica).

Ahora que el lobby farmacéutico ha hecho conocer su oposición, todas las miradas recaen sobre Washington. Los funcionarios canadienses dicen temer que el arma de la administración Bush sea el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte. El NAFTA autoriza a los gobiernos a suspender las patentes de los medicamentos si son "predominantemente" para propósitos internos y no hace excepciones para las exportaciones a otros países.

En los últimos dos años, los negociadores comerciales estadounidenses han regateado por los detalles del acuerdo de la OMC sobre drogas aunque finalmente lo firmaron. Si Estados Unidos ahora aprovecha el NAFTA para destruir o debilitar el plan justo cuando las promesas empiezan a corporizarse en medicamentos, sería una alarmante muestra de mala fe, incluso según los patrones de Bush.

Todo gobierno que esté pensando en sumarse a la Zona de Libre Comercio de las Américas (FTAA) en este momento debería escuchar ensordecedoras alarmas. Las protecciones a las patentes contenidas en el proyecto de acuerdo de la FTAA son aún más duras que las del NAFTA ; si se lo adopta, como espera la administración Bush, Estados Unidos podría tratar de bloquear la exportación de drogas a precios accesibles a cualquier lugar de las Américas. Para decirlo de manera sencilla, la administración está digitando los acuerdos comerciales bilaterales y regionales para socavar los intentos de los países pobres de ejercer sus derechos en la esfera multilateral.

Canadá podría imponerse en caso de una objeción del NAFTA, pero no hay indicios de que Ottawa esté dispuesta a esa pelea.

En una conferencia de prensa realizada el 7 de octubre, Zoellick dejó la puerta abierta a una objeción del NAFTA, calificando al plan de Canadá de "una excelente medida", pero agregando que "nosotros, por supuesto, esperamos que Canadá- mantenga las reglas que acordamos".

La estrategia de Bush en el tema del sida es mucho menos ambigua. Su compromiso de asignar 3.000 millones anuales ha quedado reducido a 2.000 millones, y posiblemente mucho menos. Y el 2 de octubre, el Senado aprobó el candidato de Bush para el cargo de director de la Iniciativa Global para el Sida : Randall Tobias, ex CEO del gigante farmacéutico Eli Lilly y socio fundador del grupo industrial que encabeza el ataque contra el plan canadiense.

El nombramiento de Tobias es como confiarle al CEO de ExxonMobil la conducción de un esfuerzo gubernamental por promover la energía solar. La administración Bush insiste en que Tobias, que conserva sus acciones en Eli Lilly, no utilizará su cargo para favorecer a Big Pharma y que apoyará el uso de genéricos, si son más baratos.

La primera prueba consistirá en ver si Tobias se suma o no a su viejo amigo Bale en declararle la guerra a una iniciativa que podría salvar millones de vidas.

(*) Ensayista y periodista canadiense.

Traducción de : Elisa Carnelli.
Copyright Clarín y The New York Times.

Retour en haut de la page

El Correo

|

Patte blanche

|

Plan du site