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7 mars 2004

Argentina - Brasil en busca de una estrategia común frente a los Organismos Financieros Institucionales Internacionales que causan estragos en sus economías

 

El diseño de una estrategia conjunta entre Argentina y Brasil, orientada a las negociaciones con los organismos de crédito, abre hoy nuevas perspectivas en los esfuerzos por romper los esquemas que rigen a esas instituciones.

Por Víctor M. Carriba
Argenpress.info, 6 de marzo del 2004

La elaboración de un plan en ese sentido fue acordada recientemente en Caracas por los presidentes brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, y argentino, Néstor Kirchner.

El anuncio de ese pacto ocurre en momentos en que el Grupo de los Siete países más ricos del mundo, virtuales dueños del Fondo Monetario Internacional (FMI), arrecia sus presiones sobre Argentina para que el gobierno aumente los pagos de la deuda con sus acreedores privados, interrumpidos desde diciembre de 2001.

También se produce después de la caída verificada en la economía brasileña, sujeta a severos ajustes impuestos por el FMI.

El acuerdo no significa que ambos gigantes vayan a realizar negociaciones conjuntas sobre el problema de la deuda externa con las instituciones de crédito, sino que encararán de manera mancomunada los vínculos con esos organismo, según explicó el embajador brasileño en Argentina, José Botafogo Goncalves.

Juntos, Brasil y Argentina acumulan un endeudamiento cercano a los 500 mil millones de dólares y sus economías representan más de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB) de Sudamérica.

Por su lado, el FMI insiste en endurecer los ajustes en ambos países al reclamar mayores superávits fiscales para el pago de la deuda.

De acuerdo con Botafogo Goncalves, el objetivo trazado por Kirchner y Lula es ’encontrar posiciones comunes para cambiar la metodología de negociación con el FMI’, porque ’hay que compatibilizar las políticas de ajuste con las de desarrollo’.

Esa última idea ha sido defendida con fuerza por el gobernante argentino desde finales del 2003, cuando presentó la propuesta a los acreedores privados de pagar la deuda con una reducción del 75 por ciento de su valor nominal, como única forma de preservar la incipiente reactivación de la economía.

El FMI acaba de realizar aquí la segunda revisión del acuerdo suscrito con Argentina en septiembre pasado y nadie duda de una calificación positiva en lo referido a los llamados aspectos cuantitativos del convenio.

Sin embargo, en el lado de las cualidades el Fondo, impulsado a su vez por varias capitales con fuerte poder de decisión en el organismo, otorga prioridad al tema de la deuda con los acreedores privados.

Según ha reiterado Buenos Aires, sin el visto bueno de la dirección del FMI a la segunda revisión, el gobierno no extraerá de la reserva del Banco Central tres mil 100 millones de dólares para pagar un vencimiento de su deuda con esa institución que expira el 9 de marzo.

Como parte del camino hacia la alianza anunciada en Caracas, durante la semana que concluye ahora Lula por su parte mantuvo conversaciones telefónicas con los presidentes norteamericano, George W. Bush, y francés, Jacques Chirac, el canciller federal alemán, Gerhard Schroeder, y el jefe del gobierno español, José María Aznar.

El contenido de lo tratado en esos intercambios fue comunicado por Lula a Kirchner y, según se informó en Buenos Aires, consistió en explicar la esencia del acuerdo de establecer una posición común en las negociaciones con los organismos de crédito, dirigida a ’redefinir la relación Norte-Sur y el perfil del subcontinente’.

De ahora en adelante, la relación de Brasil y Argentina con las instituciones multilaterales defenderá ’el desarrollo con equidad y el crecimiento sustentable que permita a los países hacer frente a sus deudas’, según una nota difundida aquí por la agencia oficial Télam.

En tanto, los negros nubarrones que cubren la relación entre el Fondo y Argentina anuncian fuertes tempestades tras la inesperada renuncia del director del FMI, Hoerst Kohler, y su reemplazo provisional por la norteamericana Anne Krueger, señalada abiertamente en Buenos Aires como acérrima enemiga de este país austral.

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