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10 février 2013

Sobre Capitalismos e Imperialismos « buenos »

par Guillermo Almeyra *

 

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A riesgo de repetirme como disco rayado recuerdo que el neoliberalismo no es un sistema sino una política, la política actual del capitalismo, y es el resultado del fracaso del capitalismo « del Bienestar Social » vagamente keynesiano, el cual es irrepetible y está muerto y enterrado. Pretender centrar los esfuerzos contra el neoliberalismo equivale a disparar contra la mera sombra del sistema. No hay capitalismos « buenos » : hay un régimen de explotación, opresión, racismo, colonialismo y guerras que hace de todo para sostener la tasa de ganancia de las grandes empresas financieras y monopolistas. Los capitalismos de Estado y las políticas asistenciales y distributivas del ingreso forman parte de ese sistema mundial y lo sostienen. La diferencia entre los gobiernos que son agentes directos del capital financiero y los que tratan de tener algún margen de maniobra es que éstos aplican algunas políticas que, defendiendo las ganancias de los capitalistas, deben de tener en cuenta la necesidad de sostener el mercado y las ganancias capitalistas con subsidios al consumo y a los servicios y de ceder algo a los movimientos sociales y a la protesta obrera para evitar que se organicen en forma independiente. Los gobiernos « nacionales y populares », sin embargo, no pertenecen a una categoría diferente : al igual que los demás, aceptan el despojo salvaje de la gran minería y practican un extractivismo que destruye los bienes comunes (agua, bosques, tierras, minerales) y que contamina, como lo demuestra China. Ellos ponen el crecimiento económico por sobre el desarrollo humano, reducen al mínimo los derechos humanos y sociales y los márgenes de la democracia. No siendo « populares » tampoco son « nacionales ».

Ahora, para colmo, Samir Amin descubre en Viento Sur y en Utopie Critique que Francia es imperialista, sin duda, pero que en Mali cumpliría un papel progresista que hay que apoyar porque combate contra el islamismo extremista que Qatar financia y que Estados Unidos utiliza para desmembrar los Estados africanos y para derrocar al gobierno argelino.

Francia fue uno de los grandes colonizadores y fragmentadores de Africa y carga con el millón de muertos (sobre 11 millones de habitantes) producidos por la guerra de Independencia de Argelia, con cientos de miles de muertos en Marruecos, Argelia, Túnez, Madagascar, con la horrible matanza de Burundi y la tragedia de Biafra, cuando quiso desmembrar a Nigeria, Estado islámico que amenazaba sus intereses. Sostiene en Mali a un gobierno surgido de un golpe de Estado, incapaz y corrupto, que se derrumbaba por carecer de apoyo popular ante unos pocos islamistas touaregs, medioevales y esclavistas, sostenidos y armados por Estados Unidos y Qatar, con las armas del arsenal de Gaddafi vendidas a éste por Sarkozy. Los socialistas franceses, que sostuvieron hasta el fin la guerra colonial en Indochina y las matanzas en Argelia (Mitterrand varias veces ministro durante las mismas y las cubrió), cumplen su papel de siempre de « médicos de cabecera del capitalismo », como decía uno de ellos, León Blum.

Estamos solamente ante un conflicto de intereses entre el imperialismo francés, con su uranio en el Níger y el gas de Argelia (su país cliente), y el imperialismo estadounidense, con su perro faldero británico, porque Washington quiere disputarle Africa no sólo a China sino también a Francia y está esperando convertir en su próximo blanco al gobierno argelino, que es odiado, mató a más de 300 mil islamistas e implantó una dictadura neocolonial.

Samir Amin se opone a la autonomía de etnias y regiones porque, según él, eso debilitaría los Estados, que fueron inventados con papel, lápiz y escuadras por los colonizadores y que son, todos, multiétnicos y multiculturales. Pero fue la represión de los militares nacionalistas malienses unidos a Francia lo que fortaleció el separatismo de los touaregs y los lanzó ahora a los brazos de Qatar y de Washington. Fue la represión de los nacionalistas sudaneses lo que favoreció crear –sobre la base de la religión y de la piel- un Estado ficticio, cliente de Estados Unidos, en Sudán del Sur. Quienes creen que hay que apoyar a los capitalistas « buenos » supuestamente antiyanquis y a los imperialismos « buenos » que se oponen a Washington para oprimir ellos a los africanos, ven sólo los Estados, no las clases o sectores sociales que podrían unirse contra todo el colonialismo y excluyen el internacionalismo –la oposición de los trabajadores franceses al imperialismo francés, por ejemplo- que fue la gran fuerza que permitió la Independencia argelina y la victoria vietnamita. Es lamentable que gente que por decenios atacó al capitalismo y al imperialismo caiga hoy a este nivel de realpolitik y piense que lo importante es la fuerza relativa que pueda tener el enemigo de su enemigo (capitalistas « progresistas » o imperialismo « bueno ») y no cómo los oprimidos pueden adquirir fuerzas contra todos sus enemigos y adversarios.

Por supuesto que hay que combatir el papel de Washington y de Qatar en Siria, o en el apoyo a los touaregs, que esclavizan a los Bella, venden droga, quieren conquistar el Mali « negro », queman los libros de la biblioteca de Tombuctú, que en el siglo XIV fue uno de los primeros centros mundiales de cultura. Por supuesto que hay que combatir los planes de Estados Unidos para toda Africa. Pero eso no significa que haya que alinearse con los competidores de Washington, que son, sin embargo, sus socios en la guerra en Siria y en el apoyo a Israel. En todos los países africanos han surgido siempre tendencias anticolonialistas e independentistas, en la intelectualidad y hasta en el ejército que la burguesía francesa, por cierto, ayudó a liquidar. Lo que hay que apoyar es su desarrollo y maduración, no al imperialismo « menos malo ».

Guillermo Almeyra para La Jornada de México.

La Jornada. Mexico, le 10 février 2013.

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