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5 juin 2012

Se polariza el tablero con los BRICS

par Omar Rafael García Lazo

 

Para muchos historiadores, el siglo XX, como período histórico, culminó en 1991 con la desaparición de la URSS, momento en que se enterró también la bipolaridad que por años caracterizó a las relaciones políticas internacionales.

Con el fin de la Guerra Fría se abrió un nuevo período en el que la estructura de poder global se sentó en la unipolaridad, resultado de la preeminencia estadounidense. El control progresivo de EE.UU. sobre las instituciones internacionales ; la subordinación o aceptación del « liderazgo » estadounidense por otros actores internacionales como la Unión Europea ; y las invasiones a Yugoslavia, Irak y Afganistán, fueron algunas de las acciones políticas, económicas, militares y culturales de EE.UU. dirigidas a reforzar y ampliar su hegemonía en un mundo que, después de supuestamente superar la dicotomía socialismo-capitalismo, parecía proclive a aceptar un solo Hegemón.

Con el inicio temporal de la centuria XXI, el mundo continuó transformándose. El capitalismo como sistema presagiaba una nueva crisis, sobre todo después de vivir tormentosos y cíclicos tropiezos financieros, como el de México en 1994 o el de Asia en 1997. En América Latina, los descalabros del neoliberalismo trajeron una ola de cambios políticos sin precedentes, mientras que Asia anunciaba el lugar que ocuparía en el plano económico.

Paralelamente y de forma interconectada, se aceleraron procesos que auguraban transformaciones profundas. China consolidaba su despegue económico ; Rusia dejaba atrás la oscura y ruinosa etapa cuando se subastó el país ; la nueva Sudáfrica policromática ampliaba su incidencia política y económica en el continente ; la India avanzaba ajustada a los nuevos tiempos ; y Brasil experimentaba un crecimiento sostenido de su economía en un contexto novedoso en la región.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., tanto por su simbolismo, como por sus consecuencias, sirven de referencia para marcar temporalmente el giro que vivió la política internacional. A partir de entonces el sector más ultraderechista de EE.UU. se lanzó en una carrera desesperada por tratar de frenar lo que sí lograron prever : el debilitamiento de la hegemonía estadounidense a nivel global.

La « guerra contra el terrorismo », promovió o impuso un inicial consenso de las elites occidentales en torno a EE.UU. No obstante, pronto los procesos en marcha en el resto del mundo, marcados por la crisis sistémica del capitalismo, junto al rechazo cada vez más creciente a la política exterior de Washington, hicieron surgir una débil tendencia hacia la multipolaridad, acompañada por un mayor énfasis en la multilateralidad para el tratamiento de diversos asuntos internacionales.

En estos procesos comenzaron a jugar un papel fundamental los países que integran hoy el BRICS. (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Fue el grupo de inversión Goldman Sachs el primero que advirtió en el 2001 sobre el poder económico y político que iban alcanzando estos países, lo que disparó las alertas sobre el peso que tendrían en el escenario internacional.

La coincidencia de posturas ante diversos problemas globales, las necesidades comunes como potencias emergentes de ampliar sus niveles de incidencia en los organismos internacionales, y el inicio de la crisis económica, fueron algunas de las condicionantes objetivas más importantes que posibilitaron que los líderes de Brasil, Rusia, China y la India se reunieran por primera vez en el 2009. A partir de entonces se han reunido cuatro veces, y en la cita de 2011 se integró Sudáfrica.

Breve radiografía del quinteto

 Brasil es el país más grande de Sudamérica, uno de los principales productores de alimentos del mundo y un fuerte inversor. Posee una creciente capacidad exportadora de minerales e hidrocarburos, un pujante sector financiero y de servicios, y su industria militar vive un período de auge.

Su política exterior está dirigida a reforzar su creciente liderazgo en la región sudamericana ; y ampliar su rol en el escenario internacional, como uno de los representantes de los intereses de los países en desarrollo, lo que le ha proporcionado prestigio por la materialización de diferentes proyectos sociales y económicos.

Entre los aportes de Brasil al BRICS está su capacidad financiera, uno de los sectores prioritarios del grupo ; sus potencialidades energéticas y agrícolas ; y el hecho de que representa y aglutina a un conjunto importante de países de nuestra región con recursos naturales y amplias capacidades exportadoras, que vive una coyuntura de creciente consenso político y está en un proceso de integración.

 Rusia es el país más extenso del mundo y posee una importante capacidad productiva, un mercado creciente, grandes recursos de gas y petróleo, y un desarrollo tecnológico-militar que la reafirma como la segunda potencia militar y nuclear del orbe. El país ha visto reducido su desarrollo científico-tecnológico y presenta una excesiva concentración de su crecimiento en las exportaciones de hidrocarburos.

Su política exterior busca consolidar su hegemonía en sus históricas zonas de influencia, recuperar progresivamente su posición como potencia global y desarrollar una diplomacia multilateral. Sin embargo, la expansión de la OTAN y la injerencia de EE.UU. en sus fronteras geopolíticas, unido al desarrollo del escudo antimisiles, han obligado a Moscú a establecer una estrategia que combina acciones político-diplomáticas, económicas y energéticas, y eventualmente el uso de la fuerza.

Para Rusia, el BRICS constituye un espacio para ampliar su protagonismo y concertar posturas comunes en los organismos internacionales, tanto en el plano económico como en el político. Le propicia, desde una perspectiva global, la ampliación de las relaciones con China y la India, vértices del triángulo que establecen los tres países en Asia, una zona convertida en el epicentro de las transformaciones mundiales.

 India es el segundo país más poblado del mundo y alrededor del 25% de su población está en la pobreza. Es una potencia nuclear y el primer exportador mundial de software y servicios informáticos. Cuenta con grandes reservas de recursos minerales, un potencial turístico, y una fuerza laboral altamente calificada. La biotecnología, y las industrias farmacéutica y espacial poseen grandes potencialidades. Los servicios de tecnología, comunicación, trasporte y bancarios constituyen el motor de la economía.

La India importa cerca del 70% del petróleo que necesita su economía, cifra que tiende a crecer e impactará en la distribución de las fuentes de suministros. A pesar de que su modelo defensivo se concentra en la seguridad fronteriza, ha ampliado sus gastos militares con el fin de reducir su retraso en comparación con China.

Su política exterior se enfoca al reconocimiento como potencia mundial y ha descuidado su papel en la subregión, además de que aspira a un asiento en el Consejo de Seguridad. Su histórica política de no alineamiento a bloques ni alianzas ha condicionado su preferencia por las relaciones bilaterales sobre las multilaterales. Para Washington, la India es uno de los valladares más sólidos en la política de contención a China. Sin embargo, Nueva Delhi ha sorteado hasta el momento los compromisos contra Beijing y ha implementado acciones dirigidas a garantizar sus intereses en un clima de estabilidad regional.

 China es la segunda economía del planeta en términos de PIB, el país más poblado del orbe, el segundo consumidor de petróleo y el principal exportador de manufacturas. Posee las mayores reservas de divisas del mundo y la mayor cantidad de bonos del Tesoro de EE.UU. Es miembro del Consejo de Seguridad y potencia nuclear. Su política exterior busca crear un ambiente internacional pacífico y estable para su desarrollo, para ello evita confrontaciones directas con EE.UU. y Occidente.

Diversos autores aseguran que China no tiene interés alguno de modificar un sistema internacional que ha facilitado su desarrollo. Sin embargo, la realidad le ha ido imponiendo la necesidad de actuar con el fin de preservar sus intereses regionales y asumir el consecuente y progresivo aumento de su influencia internacional. China también ha priorizado el desarrollo de sus capacidades militares, especialmente las fuerzas aéreas, navales y las estratégicas nucleares.

 Sudáfrica es una de las mayores economías del continente africano, pero la más débil del BRICS, y China es su principal socio comercial. Alrededor del 50% de la población sudafricana vive bajo condiciones de pobreza, por lo que el gobierno sudafricano ve en las capacidades de inversión del BRICS una fuente importante de recursos para implementar sus proyectos de infraestructura y desarrollo económico-social.

La minería, principalmente la extracción de carbón, minerales y metales preciosos como los diamantes, el oro y el platino, constituye un sector vital para la economía del país. Los sectores de transformación de bienes agropecuarios y minerales, y los automovilístico, aeronáutico y energético, tienen también un alto desarrollo.

En términos generales, los cinco países tienen características comunes tanto en el plano interno como en el externo. Sus poblaciones padecen los lastres de las economías subdesarrolladas con evidentes desigualdades en la distribución de la riqueza y acceso a la educación, la salud y otros servicios, con excepción de Rusia que, a pesar de los efectos del retroceso socio-político que vivió el país, los estándares de vida generales están distanciados de los del resto. No obstante, es común en ellos la ejecución de programas con el fin de reducir los indicadores negativos, pues más allá de la voluntad política que existe, la existencia de esos problemas no se corresponde con las demandas de economías en expansión.

En el plano externo, sus proyectos nacionales exigen una mayor participación en las decisiones globales y en las instituciones políticas y económicas internacionales con el fin de garantizar sus intereses en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente. Ante este imperativo, condicionado por la existencia de un poderoso polo de poder que aglutina a otras potencias desarrolladas, estas nuevas economías emergentes están obligadas a continuar concertando posiciones para asegurar un espacio influyente en la nueva estructura de poder global que nace…

La crisis financiera iniciada en el 2008, devenida en crisis sistémica, impactó y aún lo hace, a las principales economías del planeta. Sin embargo, los países emergentes, con políticas ajustadas a las necesidades de sus actores económicos, resisten el temporal y consolidan su ascenso en el panorama internacional. Sus voces comenzaron a ser escuchadas con más atención en un contexto en el que sus arcas repletas de divisas eran miradas con desespero desde Europa y Norteamérica.

Aún cuando la crisis comenzó a afectarlos debido a la interdependencia que existe en la economía global, los emergentes BRICS no han sufrido los efectos casi devastadores que soportan hoy varios países europeos ni los tropiezos ni bandazos de la economía estadounidense. Conscientes de que es necesario un giro en los cursos de la economía mundial y en especial del sistema financiero y sus instituciones, el BRICS se ha abocado a lograr los cambios indispensables para asegurar un crecimiento estable.

Desde la primera reunión del BRICS celebrada en Rusia en el 2009, los líderes de estos países subrayaron que el nuevo grupo no era un bloque político o económico, sino un mecanismo de consulta y concertación para promover la paz, la seguridad y el desarrollo en un entorno multipolar e interdependiente, pero dejaron claro que para lograrlo era necesario aumentar su representación en las instituciones internacionales.

EE.UU., Europa y Japón no pueden obviar un dato nada insignificante : los BRICS suman el 43% de los habitantes del planeta, que en términos de demanda constituye un elemento de suma importancia ; y juntos poseen el 25% de la riqueza mundial. Además, sus extensos territorios les aportan un valor estratégico por sus recursos, y cada uno juega roles determinantes en Asia, Europa, América Latina y África, por lo que su interacción adquiere una dimensión intercontinental que no se puede subestimar.

Los cinco son potencias regionales en ascenso que profundizan su influencia en sus respectivas áreas geopolíticas. Sus economías, a pesar de la crisis, presentan tasas de crecimiento superiores a las de los principales países industrializados y sus reservas de divisas sobrepasan el 40% del total mundial. China guarda en sus bancos las mayores reservas del planeta, Rusia es el tercero en esa lista, Brasil el cuarto y la India el octavo.

Según el propio FMI, el crecimiento económico del BRICS hasta 2014 representará el 62% del total global ; mientras que el de Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Reino Unido, Italia y Japón, el G-7, constituirá solo el 13 %. A lo que se suma el hecho de que en el 2011, el grupo fue el responsable del 56% del crecimiento mundial.

En las cuatro cumbres efectuadas hasta el momento, los BRICS han expuesto sus preocupaciones respecto al orden internacional vigente. El sistema financiero internacional ha sido blanco de sus críticas, por lo que exigen la democratización del FMI y del Banco Mundial y el establecimiento de normas transparentes en los flujos de capitales.

Entre los acuerdos que han adoptado al respecto está el referido al otorgamiento de créditos en sus propias monedas para fortalecerlas, contrarrestar el debilitamiento del dólar y continuar el progresivo abandono de la divisa estadounidense en sus transacciones comerciales, un proceso que vaticina pasos mayores como el acordado recientemente en la India, dirigido a estudiar la posible fundación de un banco BRICS. Las restricciones económicas y los subsidios agrícolas son otros temas de interés para el grupo.

Estas medidas económico-financieras fortalecen la autonomía del BRICS y amplían las divergencias con los países industrializados, además de que tienen claras consecuencias políticas al representar un desafío a la hegemonía del dólar y al poder de EE.UU.

Es por ello que la política exterior de los países BRICS busca lograr un sistema internacional multipolar, estable y pacífico que propicie el desarrollo económico y la seguridad de sus naciones. Sin embargo, por su peso en el escenario internacional y por distintas condicionantes que ponen en riesgo los intereses del grupo o de algunos de sus miembros, el BRICS también ha incrementado sus acciones y pronunciamientos en el ámbito político.

El conflicto israelí-palestino, la situación en Siria y el contencioso nuclear entre EE.UU. e Irán, son algunos ejemplos de temas en los que el grupo mantiene posturas contrarias a las de Washington y sus aliados. La reforma integral de la ONU y del Consejo de Seguridad, al que aspiran ingresar la India, Sudáfrica y Brasil ; así como el cambio climático, son otros dos asuntos en los que existen profundas distancias entre los criterios de los países industrializados y los de estos cinco emergentes.

El BRICS ha reforzado los instrumentos de diálogo y concertación a lo interno, lo que presagia una mayor integración. Regularmente se reúnen los ministros y representantes de exteriores, comercio, finanzas, salud, agricultura, ciencia y tecnología. Existen foros empresariales y de intercambio de experiencias sobre urbanismo y medio ambiente, así como un proyecto de acercamiento de ciudades.

A pesar de los esfuerzos, aún existen diversos puntos de descuerdo entre los cinco miembros de este novedoso actor internacional, unido a la persistencia de desconfianzas que deben ser superadas, sobre todo en el lado euroasiático del quinteto. Por otro lado, la interdependencia con el llamado primer mundo tensiona en ocasiones las relaciones intrabrics y se alía a estrechos intereses particulares que frenan el consenso y el avance sobre otros temas internacionales.

Los pasos dados por el BRICS tienen, sin dudas, una gran relevancia y marcan un giro en las relaciones políticas internacionales. Las tendencias a la multipolaridad y la multilateralidad se refuerzan, mientras que un nuevo actor reclama sus casillas en un tablero que no podrá seguir desbalanceado.

 Omar Rafael García Lazo, Departamento de Relaciones Internacionales.

El Heraldo. 25 y 30 de mayo del 2012

 I : Alai-Amlatina. 25 de mayo de 2012.

 II : Alai-Amlatina. 30 de mayo de 2012.

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