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9 décembre 2002

Rescatar el poder secuestrado en la República Dominicana

 

Por Hamlet Hermann

Muchos ciudadanos no tienen bien claro quién en realidad manda en República Dominicana. En cada problema que surge, las responsabilidades se le exigen al gobierno encabezado por Hipólito Mejía por su condición de administrador del Estado. Sin embargo, el mando supremo que muchos le suponen al gobierno dominicano no es totalmente real. Da la impresión de que su poder ha sido parcialmente secuestrado. Tal como ocurre en las cárceles de este país donde los condenados a las penas más extensas son quienes controlan su funcionamiento.

Ejemplo primero : Un discurso del presidente de la República fue anunciado hace corto tiempo con bombos y platillos. Su presentación trataría sobre la crisis de la energía eléctrica y se proclamó por anticipado que el presidente Mejía ofrecería las soluciones a ese mal que tanto nos afecta. Se generó cierta esperanza en el pueblo por la credibilidad de que gozaba entonces el presidente Mejía y porque el gobierno es socio igualitario de las empresas energéticas capitalizadas. Los optimistas vimos en nuestros televisores al "Guapo de Gurabo" hablando duro y prometiendo que el problema se resolvería en breve plazo, "por las buenas o por las malas". Sin embargo, mientras hablaba el Mandatario, el país era oscurecido por las empresas generadoras y distribuidoras de electricidad. Era aquel un aparente desafío que trataba de demostrar quién tenía en sus manos el mango de la sartén. Días después, al mismo tiempo que los funcionarios del sector energético hablaban de resolver la crisis sin perjudicar al pueblo, los empresarios extranjeros elevaron la tarifa hasta triplicarla a los grupos más empobrecidos. El arrogante desafío de las empresas generadoras y distribuidoras se ha hecho permanente y ninguna autoridad nacional ha podido responder con dignidad al reto. Cada vez que el sociogobierno trata de frenar algún atropello de éstos, los embajadores de España y de Estados Unidos logran una cita en el Palacio Nacional y, como por arte de magia, se acepta lo que los empresarios quieren.

Ejemplo segundo : Otra expresión de pérdida de poder del gobierno tiene lugar con el valor del peso dominicano. No es mucho lo que hay que explicar para entender que al Banco Central de República Dominicana le han arrebatado su razón primaria de ser : mantener la estabilidad de nuestra moneda. En lo que va del año 2002, el peso dominicano se ha desvalorizado casi un 40% y la autoridad monetaria ya no es tal. Los precios de los artículos de primera necesidad se han elevado en mayor proporción y en esa materia lo que sube no baja. Nunca antes en nuestra historia se había visto algo similar en tan corto tiempo. Como supuesta solución, el precio del dólar norteamericano se ha dejado flotar para que se valorice de acuerdo con las exigencias del mercado. Sin embargo, el remedio ha sido peor que la enfermedad. El control de la moneda nacional ha pasado desde hace tiempo a manos de un pequeño grupo de empresarios que controlan la inmensa mayoría de las divisas que entran al país. Cínicamente, al pequeño grupo de magnates del sector cambiario que manipulan la divisa a su antojo se le ha dado el sobrenombre de "El Mercado". Por la falta de capacidad para controlar el valor del peso, el Estado dominicano ha permitido que la calidad de vida de los ciudadanos disminuya a niveles que se corresponden con los de finales del siglo diecinueve, cuando el agua potable y la electricidad eran un lujo.

Para colmo de todos los males : los más favorecidos por el sistema proponen ahora que el gobierno firme un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para tratar de salir de la crisis cambiaria. Olvidan quizás la guerra civil y la invasión norteamericana de 1965 provocadas en parte por los manejos de un gobierno espurio patrocinado por el FMI. O será que tampoco quieren recordar la masacre de abril de 1984 generada por los acuerdos del gobierno perredeista de Jorge Blanco con esa institución financiera. Sólo en un estado de amnesia e irresponsabilidad total puede pretenderse que nuestro país siga el camino de Argentina, el más fiel cumplidor de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional. Ante tanta incertidumbre entre la población y tan poca credibilidad hacia el gobierno, es preciso que las autoridades nacionales asuman su responsabilidad para rescatar la parte del poder secuestrada, así como para preservar la soberanía económica y financiera de República Dominicana. De manera que la paz reine entre nosotros.

La Insignia
República Dominicana, diciembre del 2002.

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