Portada del sitio > Los Primos > Venezuela > Ofensiva chavista y los alaridos de la representatividad
Lo que es bueno para el pavo es buena para la pava
Todas las versiones de este artículo: [Español] [français]
Es una realidad. El Presupuesto de la Nación, que regirá sobre el gasto y los ingresos totales del país para todo el año 2017, no dependerá de la fallida Asamblea Nacional para su aprobación y ejecución.
El conflicto político en Venezuela supedita y jerarquiza el económico. Este último no puede comprenderse en sus múltiples dimensiones sin el primero. Por ende, todo análisis y/o comentario que roce la lógica tecnocrática pierde capacidad de explicar el porqué de los acontecimientos políticos en Venezuela. No sirve.
Existen factores económicos, fiscales y tributarios enmarcados en el Presupuesto de la Nación a los cuales es pertinente hacer referencia, tanto por sus implicaciones para la economía del país como por sus diferencias tangibles con presupuestos anteriores.
Pero más allá de los factores económicos están los políticos. Los más importantes, pues definen los rasgos y características del conflicto actual en Venezuela.
La MUD, que tiene hipotecada a grandes grupos económicos nacionales y extranjeros, cada palabra y decisión que emite -u omite- desde la Asamblea Nacional, se sobaba las manos pensando que colocarían al Estado en una paralización forzada, ya que negarían los términos del presupuesto y su aplicación para 2017.
Ellos no piensan económicamente ni en la « inviabilidad técnica » del presupuesto, sino en lo que la decisión de negarlo podía facturarles a nivel político: marcarle la agenda y los ritmos políticos al chavismo.
Pero la misma MUD buscó su espada y su pared. Desacató al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y se fabricó una mayoría calificada de 112 diputados parida por el fraude electoral cometido en el estado Amazonas el pasado 6 de diciembre. La decisión del chavismo de presentarlo ante el TSJ no busca pasarle por encima a la Asamblea Nacional, pues sería aceptar que existe conforme a las leyes del país.
La MUD se enfrascó no sólo en el recurrente desacato del TSJ, sino en el desconocimiento del chavismo en el gobierno nacional e internacionalmente. Ahora que se les da una cucharada de su propia medicina salen a esgrimir la « ilegalidad » de la presentación del Presupuesto de la Nación 2017 ante el TSJ, que Nicolás Maduro debe ser « enjuiciado» al igual que el TSJ, y que la decisión « viola» varios artículos de la Constitución. Como si en diez meses ellos no se hubieran encargado de violentar todas y cada una de las reglas de juego en lo jurídico, económico y político.
Lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava.
Detrás del Presupuesto de la Nación 2017, más allá de los aspectos estratégicos antes comentados, se encona un signo político global que no puede supeditarse a razones técnicas ni meramente económicas, como tampoco circunscribirlas a un determinado entorno nacional.
Hoy la institucionalidad de la burguesía, el Estado derecho y sus instituciones representativas, están en grave crisis. Ese proceso inició en Venezuela en 1989 y no se ha detenido ni un solo día. Pero no es un síntoma local, la crisis política de la institucionalidad burguesa está globalizada.
Evidencia de esto han sido los golpes en Honduras, Paraguay y recientemente en Brasil, donde los parlamentos han sido utilizados como vías rápidas para el cambio de régimen y posterior desmantelamiento del Estado en beneficio de las corporaciones. Evidencia de esto es, también, el proceso de separación del Reino Unido de Europa -Brexit-, el desmantelamiento del sistema político europeo de la mano de las corporaciones estadounidenses y Álvaro Uribe Vélez rompiendo los consensos de la élite política y financiera e imponiendo el NO a los acuerdos de paz. El que mejor pugne contra lo instituido, siempre estará dos pasos adelante.
Cómase el cuento de la « división de poderes » y del « Estado de derecho » y tendrá un golpe en marcha a punto de culminar. Precisamente el chavismo sigue en el poder por no caer en ese chantaje de medio pelo. Que el presupuesto no pase por la aprobación de la Asamblea Nacional también forma parte de esa comprensión del momento global y de las experiencias recientes de golpes parlamentarios por parte del chavismo.
La burguesía y sus agentes políticos violan cotidianamente las reglas del juego político, la institucionalidad que los parió, tanto en Venezuela como en los focos más candentes de la política mundial. Saben que ya cumplió su ciclo. Se ha vuelto un estorbo que necesita ser barrido.
El chavismo hace política en ese contexto, no en una pradera donde el enemigo nos respeta y nos tiende la mano para no caer. Y esto lo demuestran los intentos de aplicarle sanciones a Venezuela desde la OEA, la política sistemática en pro del bloqueo financiero contra el país, el apoyo al Decreto Obama y a la asfixia económica ejecutada por Fedecámaras y sus derivados.
Se las han jugado todas para sacar al chavismo del poder a partir de agresivas maniobras extralegales y extrapolíticas. Son los mismos que exigen, con ese prontuario a cuestas, que el chavismo le ponga en bandeja de plata la decisión de aprobar o no el Presupuesto de la Nación 2017, con todos los elementos sensibles que se ponen en juego para la vida cotidiana del país. A otra Dilma con ese cuento.
En una carrera contra un reloj que desbarata sus agujas, el chavismo comprende el momento global de la crisis representativa y actúa en consecuencia. Se coloca dos pasos al frente. Quien escribe la historia tiene derecho a decidir qué deja atrás. Y el chavismo escribe la suya sin que un vetusto y fallido parlamento le imponga qué hacer.
William Serafino para Mision Verdad
Mision Verdad. Octubre 17 de 2016.