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12 décembre 2015

La razón de la sinrazón.
Una aproximación al resultado electoral argentino

par Oscar Sotolano*

 

Resulta sencillo enumerar razones que tratan de explicar la derrota del FPV en las últimas elecciones. Las hay tantas como perspectivas individuales o intereses de sector. Desde el kirchnerismo (más benevolente o más duro en las autocríticas según cada cual) se podrá decir que Scioli era una mala opción, o que fue la mejor opción pero saboteada desde adentro. Que democratizar la elección del candidato en las PASO hubiera vitalizado la candidatura presentada. Que hubo traiciones en una interna feroz donde las tradiciones peronistas impusieron su sello. Que el compromiso de las organizaciones dejó mucho que desear en relación con el de las bases autoconvocadas que se mostraron mucho más enérgicas en la defensa de las conquistas de los últimos años, en una arremetida final casi desesperada. Que doce años de gestión desgastan inevitablemente. Que la pulsión retórica de Cristina Kirchner resultó, a la larga, pianta votos (Samid diciendo que cada cadena nacional son 700 000 votos menos) o que el error fue elegir a Anibal Fernandez y Sabatella, o que desde el gobierno se confiaron en un triunfo casi dado por hecho (ignoramos si porque así daban las mediciones o como una estrategia para achanchar al rival) por las propias encuestadoras de la oposición. Que no se reconocieron los propios errores ni las propias miserias. Que el affaire Indec fue un tiro en el pie para toda credibilidad posterior. Que Cristina Kirchner no fue capaz de construir un sucesor. Que la misma Cristina buscaba perder para volver en el 2019 con el prestigio intacto y sin las secuelas desprestigiantes de un ajuste que muchos en el FPV veían inevitable. Que… que… que.

La lista es enorme y se podría ampliar al infinito. Todos argumentos que necesitan ser evaluados y puestos en contexto. Detenerse en cada uno supera largamente las posibilidades de este texto. Por otro lado, desde los antikirchneristas los argumentos se despliegan en un abanico vario pinto : para la más radical izquierda marxista (y no hablo sólo del marxoclarinismo encarnado por el ladero de Lanata, Ismael Bermudez, sino de otras organizaciones o militantes o intelectuales de izquierda que se proclaman del socialismo) el análisis general es sencillo, o sea, el kirchnerismo llegó a su propio límite generado por sus expectativas en un capitalismo nacional (sin burguesía nacional) que pretendía frenar al gran capital negociando con él y dándole un espacio central en la estructura de negocios. Para todos (marxistas y anticomunistas, demócratas liberales o liberales pseudodemocráticos, politizados o despolitizados) porque estaba infestado de corrupción. Allí estaban Jaime y Boudou como prueba. Porque fomentó una grieta en la que terminó cayendo. Porque el doble discurso lo dominaba. Porque hablaba de derechos humanos y lo puso a Milani y nada explicó del llamado proyecto X. Porque los muertos por gatillo fácil no resultan muy compatibles con políticas de derechos humanos. Porque el llamado cepo cambiario se consideraba inaceptable en un país en que los argentinos (no sólo de clase media y alta, sino también de muchos trabajadores que entraron en el mundo del ahorro y hasta que remesan para sus familias paupérrimas que viven en el exterior) pensamos en dólares. Porque una presidenta ostentando riqueza no resulta una confiable vocera de los pobres. Porque con Insfrans, Gioja o Alperovich, qué se puede esperar. Porque en todo mienten como en el Indec. Porque la comparación entre canasta familiar e ingreso familiar daría por resultado que hay más de un 35 % de familias viviendo con mucho menos que para cubrir una canasta básica estimada en 7 800 pesos (los famosos 14 millones de pobres de Macri). Es decir que 1 de cada tres habitantes del país viviría en condiciones misérrrimas. Porque este país está arruinado. Porque censuró a la oposición. Porque fue un gobierno autoritario de tinte fascista o stalinista. Porque ignoró los datos de la inflación que la góndola comprobaba. Que negó la inseguridad invocando la sensación. Que persiguió a los medios de comunicación independientes. Que hace acuerdos con Chevron, uno de los mayores consorcios internacionales del petróleo y consiguientemente, de la guerra. Que lo hace con las empresas de la megaminería que asolan el suelo y las de glifosato que atacan la salud de este país. Que el pacto con Irán. Que… que… que.

Argumentos verdaderos algunos, argumentos falsos otros, argumentos basados en falacias la mayoría ; argumentos de todo tipo, y todos discutibles en lo singular. También imposibles de abarcar uno por uno en este espacio. En definitiva, argumentos todos, los k como los antik, que merecerían una discusión argumentada sin tanta convicción de corte creencial.

Sin embargo, la pregunta que me parece central no es por qué perdió el proyecto llamado nacional y popular, sino por qué (dando por válidas todas estas críticas – es obvio, pero lo aclaro porque hoy se hace muy difícil decir algo sin tener que soportar las embestidas de un creyente que jamás escucha la frase completa, las doy por válidas para seguir el razonamiento, no porque diga que lo sean-), entonces, dándolas provisoriamente por válidas, ¿por qué ganó Macri y no cualquier otra opción que estuviera en contra de estas cuestiones que se denuncian ? O sea, ¿por qué queriendo terminar con la corrupción que a todos, supuestamente, los indigna, se votó un proyecto político que desde su propia propuesta es un llamado a la corrupción más radical y estructural, la que implica que las grandes empresas manejen directamente el país ? ¿Para qué sino que para favorecer sus propios negocios ?.

Un proyecto que agrupa a toda la ultraderecha organizada, no sólo argentina sino, lo que es más grave, la belicista mundial que pretende hacer del mundo un vasto territorio de operaciones bélicas y negocios relativos a los daños colaterales de todo orden que la guerra terrorista genera. ¿Por qué para defender a la República (así con mayéstáticas mayúsculas) se votó al primer caso de un candidato doblemente procesado – en primera y segunda instancia, cuyo causa acaba de ser cerrada -, y que tiene antecedentes anteriores de haber sido absuelto por delitos de contrabando por la corte menemista después de fallos en su contra de tribunales inferiores ? Un candidato que en todo caso debería compartir celda con Boudou y no sentarse en el sillón presidencial ¿Por qué (entre invocaciones de la transparencia y la decencia republicana) se vota un candidato cuya primera dama está involucrada en negocios de trabajo esclavo ? ¿Por qué para terminar con el doble discurso se adopta el discurso de aquellos que son el polo terrible de ese doble discurso, es decir, las mineras, las sojeras y todas las empresas multinacionales que expolian cuanto país cae en sus manos ? ¿Por qué los que quieren mejores jubilaciones siguen a quien explícitamente terminará con todas las conquistas jubilatorias (limitadas desde el punto de vista del monto del ingreso pero sin duda reales) que hoy el país tiene ?. ¿Por qué un trabajador que hoy goza de un trabajo puede votar a quien postula una propuesta económica que tiene en el aumento de la desocupación el centro de su lógica ?. ¿Por qué para luchar contra la inflación se elige a quien llega afirmando que lo primero que hará es liberar el mercado del dólar y sacar los subsidios, es decir, llegará trayendo una inflación enorme aunque trate de adjudicársela a un « sinceramiento » de la economía oculta del kirchnerismo ? - Viejo método de acusar al otro de los propios actos. Desde hace 7 años escuchamos ese pronóstico, ¡pero sólo se produce cuando ellos ganan prometiendo negocios para todos !, La tan conocida profecía autocumplida, en este caso con plena consciencia de la acción.

Es tanta la antinomia entre las críticas que se les hicieron a los gobiernos de los Kirchner y lo que ahora se votó que la pregunta resulta inevitable. ¿Por qué se votó todo aquello que a los K se le criticó pero elevado a la mayor potencia ? Si hubiera ganado Stolbizer, seguramente no estaríamos haciendo esta reflexión. Podríamos detenernos en los argumentos más políticos del comienzo. Porque argumentar que ella hubiera hecho lo mismo que Macri es una hipótesis especulativa tan fundada como infundada como lo fue decir que Scioli hubiera hecho lo mismo. Lo real es que estos votantes decidieron salir del gobierno que (mejor o peor) reconstruyó el país que había quedado devastado en el 2002, eligiendo a aquellos que habían llevado a la práctica esa devastación y que ahora enunciaron el mismo plan, aun más alevoso.

Doce años resulta (a primera vista) un tiempo muy escaso para olvidar. Sin embargo, la mitad del país + 1, « olvidaron » (por el momento no desarrollaremos la importancia de estas comillas «  » al momento de poner el voto). Si bien es cierto que en esta elección votaron muchos que no vivieron aquella crisis personalmente, sus padres sí lo hicieron y la memoria histórica no es un hecho individual, sino una experiencia colectiva que, se supone, tiene en las familias uno de sus puntos de anclaje.

Algunos responden que Macri ganó porque supo representar sentimientos profundos contrarios a la gestión que el propio kirchnerismo generó. Esto es obvio, (en todo caso no pondría el verbo supo así desnudo sino que diría que supo operar para adueñarse de esa representación de disgustados) el asunto sigue siendo ¿cómo los sentimientos contrarios hicieron que los resentimientos hacia los Kirchner hubieran hecho olvidar los enormes sufrimientos individuales y sociales que todos los que rodean a Macri hicieron padecer hace apenas 12 años a la gran mayoría de los argentinos ? ¿Cómo puede ser que el trabajador que por primera vez en muchos años pudo irse de vacaciones votara a quien seguro le quitará las posibilidades de hacerlo ?, no porque especulemos acerca de esa posibilidad, no porque prejuzguemos, sino porque la experiencia constata que así lo han hecho cuando gobernaron y, básicamente, porque la injusticia distributiva está en el centro de todas sus argumentaciones. ¿Cómo puede ser que jubilados que han entrado en el sistema jubilatorio por decisiones políticas de este gobierno, hayan votado a quien explícitamente vuelve para destruir todo el sistema jubilatorio con ayudas activas de una bananera corte suprema de injusticia que acaba abrir el curso al vaciamiento completo del ANSES y el retorno a los sistemas privados de reparto que destruyeron lo que quedaba de la estructura jubilatoria argentina (¡todo en nombre de la ley !) ? ¿Cómo puede ser que familiares que han vivido el terror de estado voten por el partido sostenido por el ideario del diario La Nación, por Cecilia Pando, y por todos los represores presos que festejaron y brindaron en Marcos Paz por el triunfo de Macri la noche del 22 ?

A mi entender, el tema no es por qué cambiamos de gobierno sino la dirección en que este cambio se produce, cuestión que hace a la relación entre subjetividad y opinión pública.

El jueves previo a la elección, subo a un taxi. Digo a dónde me dirijo y escucho de boca del taxista « ¡¡¡ Macri se volvió loco !!!…¡¡¡, ¡¡¡Quiere mandar tropas a Francia !!! ». A la tarde un paciente había comentado algo parecido pero referido a apoyo de Cascos Blancos en el conflicto en Medio Oriente contra el Isis. Así que lo escuché sin demasiada sorpresa. Si bien me resultaba extraño que hubiera hecho una declaración así, era congruente con el alineamiento absoluto que Macri pretende hacer con los sectores más duros de la derecha norteamericana. Pensaba estas cosas pero no agregué nada porque el taxista siguió solo. « Nos va a traer el terrorismo acá, como Menem ». « ¿Dónde lo escuchó ? », le pregunto « Lo dijeron en la radio », me contesta sin mucho interés de informarme, y sigue. « Yo estoy muy preocupado, este auto me lo pude comprar hace poco y tengo las cuotas. Si la inflación se dispara como dice Macri, pierdo todo ». A esa altura imagino al taxista un militante espontáneo por el voto por Scioli tratando de hacer campaña con los pasajeros, y le digo en tono de complicidad « Lo suyo es un voto cantado ». « ¡¡¡No !!! » Exclama « ¡¡¡ Yo a Scioli no lo voto !!! ¡¡¡No !!! », dice como quien evoca al diablo. « ¡¿Con todo lo que dijo de Macri no vota a Scioli ?! », pregunto sin salir de mi asombro. « ¡¡¡No !!! ¡¡¡Yo a Cristina no la aguanto más !!! » « Pero no vota a Cristina, vota a Scioli » digo, tratando de despejar ese masacote de odio concentrado. « ¡¡¡No importa, yo a Scioli no lo voto. Cristina hizo muchas cosas buenas. Pero quiero un cambio. No la aguanto más !!! » « ¿Después de todo lo que dijo que Macri puede hacerle, prefiere que gane él .Prefiere votar contra usted mismo para que no gane Scioli ? », « ¡Sí, no me importa, yo a ése no lo voto !!! » Acababa de llegar a mi destino y bajé pensativo y apesadumbrado. Ningún ejemplo podía confirmar tan rotundamente la teoría de Durán Barba. El votante no vota por razones, ni programas, vota por emociones básicas. Si se logra inducir el odio hacia el rival en una mayoría, el candidato que se le opone gana la elección aunque no recoja especiales simpatías. Lo que hay que mirar en una encuesta no son los votos a favor, sino los sentimientos adversos que carga el rival sobre sus espaldas.

Fue mi convicción en lo correcto de esa teoría de Durán Barba la que hizo que votara a Scioli ya en la primera vuelta. Estoy lejísimo de ser un simpatizante de un tipo como Scioli, pero las encuestas que el diario Página 12 mostraba como prueba de la abrumadora diferencia de intención de votos a favor de Scioli chocaba con otra cuestión que esas encuestas también mostraban, es decir : los que querían un cambio eran bastante más. Estaba convencido que si Scioli no ganaba en primera vuelta, perdía el ballotage incluso con Macri de contendiente.

El taxista encarnaba esa situación. Situación que se confirmaba en el modo de razonar de todos los votantes de Macri que escuché y con muchos de los cuales discutí : ninguno defendía a Macri, ni sus propuestas, ni su programa, ni a los economistas que lo secundaban, ni mucho menos sus comentarios sobre derechos humanos (sólo hubo un psicoanalista radical de derecha lleno de prejuicios macartistas que defendió la teoría de los dos demonios, al borde de defender a los milicos), todos votaban por el No desde un rechazo visceral. No había argumento que pudiese taladrar ese odio. El odio había advenido un sistema creencial irreductible a cualquier razonamiento. En todo caso los argumentos podían venir después para vestir de razonable ese odio.

Esto es lo que me hace afirmar que esta elección fue el resultado de una de las más sutiles, prolongadas, constantes y planificadas operaciones de manipulación de masas que este país recuerde en democracia y que define los modos de la política en la época, actual y por venir. Es la primera vez que un gobierno que económicamente va relativamente bien (digo relativamente, pues la brutal crisis mundial ha hecho descender de modo generalizado todas las expectativas de crecimiento en todos los países del mundo) no recibe el voto popular. Hasta los diarios de la oposición podían reconocer esta situación de relativo crecimiento en notas internas del diario aunque titularan todos los días con formato catástrofe que el país se hundía desde hace 8 años. Por supuesto que la disminución de recursos hacía que en el último año muchas políticas de estado estuvieran sufriendo los embates de la crisis y esto llegaba a la vida ciudadana, pero ninguna de esas situaciones implicaba un estado de angustia y mucho menos desesperación que forzara un cambio a cualquier precio. Sin embargo, el odio triunfó encaramado en el significante vacío de Laclau, pero para razones contrarias. Se trata del significante cambio.

Se puede pensar que este argumento es propenso a explicaciones conspirativas de la historia. No es así. La política, la historia se mueve determinada por gran cantidad de factores que se dinamizan por encima de cualquier voluntad conspirativa. Las « leyes » de la historia o de las luchas sociales o de clases, o como se las quiera llamar, no se planean en laboratorios, sin embargo, las cosas que se planean en los laboratorios también forman parte de las dinámicas sociales e históricas. O acaso alguien piensa que el mundo no devino otro a partir de ese siniestro experimento que se llamó proyecto Manhattan y que hizo entrar a la humanidad toda en una época de guerras permanentes para sostener lo que se llamó desde entonces « complejo militar industrial usamericano », con el fondo siniestro del hongo nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki y los más de 30 años de investigación dignas de un Mengele que los EEUU realizaron sobre los sobrevivientes ?

Es evidente, al menos para mí, que este gobierno no es vencido por un aparato manipulador como inocente víctima de una acción en su contra, pero un aparato manipulador sí ha tenido enorme importancia en que esa derrota se consume. La mente del taxista es su expresión. La mente de tantos otros como el taxista son su expresión. En este país los medios no se han dedicado a informar o promover ninguna discusión, sólo se dedicaron a operar con mentiras difíciles de desbaratar porque esos medios son los dueños de las bocas de expendio de la información. Bocas que a su vez tienen el gigantesco poder de descalificar cualquier boca alternativa. 678 es la prueba. Más allá de las críticas que se le pueden hacer a ese programa, sin embargo ¿cómo se puede creer que un programa de una hora y media, que va a lo sumo 5 veces por semana en un canal de poco rating como es el caso de la tvpública puede ser capaz de tantas acciones de captura de la opinión pública como se le atribuyen ? Es como si Carrefour acusara al almacenero de la esquina de competencia desleal. Así son las cosas que la población ha absorbido como verdades de a puño.

Conversando con una amiga muy inteligente, muy sensible, extraordinaria persona, sobre las mentiras de los medios, le enumeraba días atrás, algunas perlas de las mentiras de Lanata. Apenas pude mencionar dos, primero el atribuirle el sueldo de 400 000 pesos a Kicillof en YPf que escuchó sin abrir juicio pues apenas mencioné la segunda, la cuestión de la supuesta cuenta de Máximo Kirchner, su respuesta no se hizo esperar « ¿Cómo sabés que es mentira ? ¡Si estos mienten todo el tiempo ! » Tratar de mencionar la desmentida que las propias fuentes hicieron tanto en Suiza como en los paraísos fiscales en los que la inexistente empresa estaba, y que el mismo diario que ella lee y que había dirigido la operación, publicó en letra chica en un recuadro días después, ya no podía ser escuchado. Mucho menos, cuando en un intento inafortunado de traer una nota de color al debate más general tuve la mala idea de recordar aquel episodio del supuesto chiste de a quien llamé « el impresentable de D’Elía », que Lanata falsificó a sabiendas. No importaba que yo hubiera dicho el « impresentable » de D’Elía, su reacción fue instantánea. « No podés defender a D’Elía ! », afirmó cerrando la charla. Así terminó la conversación. Pero ¿qué operación mental es la que se hace que se pueda atribuir intensiones de defensa de un individuo al que definía como « impresentable » desde el comienzo ? Si en ese instante la mente no estuviera tomada por el prejuicio, muy probablemente se hubiera podido producir una zona de alianza en la conversación acerca de nuestra común opinión sobre el sujeto de marras y la cuestión de la falsificación hartera de Lanata podría haber sido escuchada, compartida y debatida.

Pero años de leer todas las mañanas La Nación en el contexto libidinal que implica la relación con los diarios de toda una vida no da lugar a otra cosa que una respuesta así escindida. Conste que esta amiga de la que hablo, no votó a Macri sino a Scioli, es suficientemente inteligente y sensible como para saber de qué venía la cosa, pero pretendo marcar tan sólo un indicio que desbarata esa creencia de que quienes votaron a Scioli son todos defensores del proyecto nacional y popular. Esto no es así.

Muchos sectores ligados al peronismo tradicional rechazan a Cristina aunque rescaten a Néstor (esa escisión entre el bueno muerto y el malo vivo resuelve su propia escisión) y votaron a Scioli. El número de los que odian es superior al número que votaron a Macri. Y no hay que tener un doctorado en Harvard para predecir que la campaña en contra del kirchnerismo y de Cristina no cesará, por el contrario va a ser mucho mayor ahora que tendrá pocos espacios desde los cuales defenderse, a lo que sumará una enorme catarata de juicios promovido por la familia judicial. Lo que F. Ulloa llamó encerrona trágica fue perfecta, la atacaron sin piedad desde todo el sistema de información más influyente en la opinión pública y cuando usaba otros medios, o la cadena para rebatirlos, la acusaban por usarla, por atacarlos al responderles y por su estilo al hacerlo.

Es la lógica de los operadores de reclamos de call centers, si uno hace un reclamo no te contestan o te dan respuestas evasivas, y cuando ya sacado les exigís que dejen de violentarte con su distancia cínica te acusan de violento : « Señor, cálmese, yo lo trato bien », te dicen, mientras te repiten por centésima vez lo mismo que generó nuestra ira. Ahora que no habrá cadena y buscarán (ahora sí, porque esta gente lo hizo siempre) recurriendo a sus infinitos recursos económicos y de poder, disminuir las voces opositoras, las campañas para seguir macerando el odio seguirán. Ya gritan que el país está vaciado, que el kirschnerismo deja las cuentas vacías, por lo cual, dirán que todo lo brutal que ellos hagan deberá ser adjudicado a la responsabilidad del gobierno saliente, « ¡¡¡¿¿¿no estuvimos años diciendo que había crisis !!!??? », dirán que han dicho, « ahora que llegamos, la mostramos », repetirán mientras la producen.

Obviamente ese odio ancla en hechos puntuales concretos, algunos ciertos, otros frutos de la propia mentira que genera una verdad falsa, pero diseminados por el tejido social de un modo muy intersticial.

Digamos, en primer lugar, que hay un odio consciente de todo el sector argentino que defiende y defendió a la dictadura. El tejido social involucrado en esa tarea fue enorme y todos los que allí desarrollaron sus vidas ven en los Kirchner un espejo que les devuelve la verdadera imagen monstruosa de sí mismos. Se las han pasado todos estos años militando para destruir el espejo. No sólo los directamente involucrados que desde el día en que Kirchner bajó el cuadro de Videla han desplegado todo tipo de campaña por todos los medios a su alcance, que son muchos. Desde las tradicionales notas o reportajes de una Cecilia Pando, a los trolls que inundan las redes, hasta páginas insaciables de veneno procesista como SEPRIN. Seguramente, esos no abarquen un sector demasiado numeroso pero sí muy activo y con poder en servicios de inteligencia que nunca se han democratizado (o, a lo sumo, muy tibiamente) y que tienen recursos tecnológicos que aporta (incluso contra la voluntad de sus circunstanciales controladores) el propio Estado en el que están enclavados. Pero este sector duro no tan numeroso (creemos o queremos creer), no debe hacer olvidar a todos aquellos que miraron la dictadura con complacencia y que estuvieron ideológica o prácticamente involucrados en su dinámica criminal aunque muchos no fueran conscientes de que esos crímenes se estaban cometiendo. Es el sector que se identifica con el editorial del diario La Nación que hizo reaccionar a sus trabajadores incluso de su línea de redactores con firma, pero también, por lo contrario, a los que lo saludaron en las redes o en privado.

No sabemos el número pero seguramente el voto más duro de Macri está allí. Los grandes empresarios saben lo que hicieron, lo que hacen y lo que están dispuestos a hacer por sus negocios como para que no los incluyamos en este sector. Ese sector tiene un odio fácilmente reconocible, al que se agrega la molestia que les provocó que durante estos años los hubieran controlado un poco, sólo un poco, porque siguieron siendo los que se llevaron la mayor parte de la torta en el reparto.

Por otro lado está el odio de los radicales. El odio de los miembros del partido que se tuvieron que ir en helicóptero por la acción de masas y por la actividad del peronismo organizado en un espacio en el que el rumor mediático tuvo un papel central cuando el sueño de los 90 cayó hecho pedazos sobre todos los argentinos.

Ese sector odia porque sangra por la herida, hubiesen deseado ver a Cristina irse en helicóptero. Por eso muchos radicales que odian a Aguad votan la alianza Aguad-Macri, porque más odian ese recuerdo doloroso de su propia huida vergonzosa. Y el orgullo herido suele impedir cualquier reflexión meditada de los actos. Allí anida la posibilidad más cierta de que el proyecto de Macri no llegue a concretarse en toda su dimensión. Los radicales dependen de tener alguna autonomía para existir como partido, más a la derecha de Macri no pueden ir, tal vez ahora vuelvan a tener que recuperar alguna de sus tenues ideas nacionales y algunos de los tantos jueces de su palo que pueblan el poder judicial no se muestren tan condescendientes con las tropelías que Macri proponga como en este tiempo se han mostrado con cualquier acción iniciada o incitada por los grandes medios. En este momento, es difícil discernir si este pronóstico no encierra otra cosa que una expresión de deseos. La situación mundial viene muy contraria a las perspectivas nacionales. Los grandes consorcios (mucho más poderosos que las mismas naciones donde tienen sus sedes) van por un nuevo re acomodamiento global de las relaciones de poder, en su favor, tras una década de resistencia, sobre todo, en América Latina. Es esto lo que provoca que la afirmación sobre los radicales se me vaya esfumando como esperanza a poco más de pronunciarla.

Algo similar ocurre con el sindicalismo organizado alrededor de Macri : aunque Moyano parece no haber perdido los sueños presidencialistas sabemos lo fácil que resulta para él cambiar de posición según las disponibilidades de una billetera. Claro que si accede demasiado a la billetera es muy probable que sus sueños presidencialistas terminen para siempre. Ese sector odia a Cristina desde que ella lo ninguneó en público hablando de que ella también era una trabajadora. El orgullo herido lo llevó a alimentar el odio a Cristina en su gremio, ignoro con cuánta eficacia electoral, pero de seguro con un efecto incontrastable en la producción de ese sentimiento de odio irracional sostenido en razones parciales.

Porque es seguro que quienes comprobamos el modo matonil en que se planteó la cuestión del INDEC, sabemos que el odio de sus empleados desplazados es por completo legítimo, aunque pudieran haber cuestiones técnicas que pudieran merecer discusiones (tema sobre el que no podría opinar pero sobre el que albergo algunas dudas sostenidas en la lógica pero carentes de sustento técnico). Un odio de todos esos empleados que se irradió al campo social en un lugar tan idealizado como es el de las estadísticas, allí donde se supone que mora la verdad, aunque cualquiera sabe cuánta interpretación requiere un número para devenir un hecho con visos de verdadero. ¿Cómo convencer a un ciudadano de la ciudad de Buenos Aires que compra en supermercados con precios que duplican a los de otras vías de expendio pero a los que en la ciudad no tiene acceso y que en la Provincia de Buenos Aires (donde sobran otras alternativas) sin embargo, tampoco, pues siguen siendo una fuente permanente de referencia y de formación de precios y de construcción subjetiva, cómo hacerles ver que los precios son otros ? Ninguna estadística, incluso la mejor intencionada y mejor hecha, podrá contra la experiencia vivida en el lugar donde la vida de la Argentina que consume para el paradójico bien del mercado interno, se despliega.

Cuanto odio pudo combinarse con el odio inducido en aquellos sectores que quedaron fuera de las políticas públicas y cuyas condiciones de vida variaron muy poco. Nada de la experiencia empírica me permite suscribir la idea de los 14 000 000 de pobres, pero nadie puede negar los bolsones de pobreza que se arraciman en la Provincia de Buenos Aires, que perimetran ciudades como Rosario, Tucumán, San Salvador de Jujuy o Bariloche. No serán el 34 % de la población pero son un número significativo en los cuales la campaña del odio tenía dónde anclar.

Fuentes de odio hubo infinitas, sólo enumero éstas como ejemplo. Lo que los medios pudieron hacer fue conformar un espacio común de identificación con ese odio que inscribieron en la figura de un candidato. Allí ya no hay programas, ni debates de ideas, sólo una masa que goza imaginando el momento del linchamiento. Ese es, a mi entender, el núcleo aglutinador del voto de « Hamelin » Macri. El voto tan ciego con su odio que ni cuenta se da que avanza al precipicio. « Se termina la dictadura » le decía un joven a una muchacha que trabaja en una casa de familia que no podía creer lo que escuchaba. ¡Ella que perdió a su tío cañero en Tucumán en el operativo independencia antes de haber nacido !

Desde los medios han transformado los modos más o menos enérgicos, más o menos arrogantes, más o menos artificiosos del decir de Cristina Kirchner que a muchos fascina y a otros repugna, en el centro de una visión psicológica de la política. Allí está Nelson Castro con su síndrome de Hubris para construir una dictadora. De serlo es una dictadora tan rara que se privó del derecho a enjuiciar por calumnias e injurias a los periodistas que pudieran proferirlas contra ella. Una dictadura tan rara que jamás hizo un intento de cerrar un diario, ni un canal, ni un programa, sí de llevar a juicio a quienes se apropiaron de Papel Prensa de la mano de Videla y que la justicia protege, y de poner en debate una ley de Medios mucho más benigna hacia el capital privado que la del mismísimo EEUU. El chico que dice eso, no tiene idea lo que es una dictadura, pero puede decirlo con una ignorancia equivalente a la irresponsabilidad que mostraron todos los que han dicho que este gobierno lo era. Una dictadura hitlerista, estalinista ¡perdón las víctimas por tamaña profanación de sus memorias !

Y el odio caló hondo. Sobre infinidad de razones reales, pero, además, por la herida narcisista que cada triunfo argumental o experiencial de los kirchner provocaba en sus rivales. Porque ¿cómo se vuelve del ridículo después de haber proclamado a Nisman emblema ético de la Nación, haber salido a la calle para honrarlo, enterrarlo junto a la tumba de las víctimas de AMIA y encontrarse con un personaje miserable que usaba los recursos públicos para irse de joda por el mundo, que recibía dinero de fuentes extranjeras de lo más variadas, evasor impositivo de alta gama, con cuentas secretas en el extranjero y que se jactó de presentar un mamarracho carente de cualquier argumentación sólida que fue desmentido públicamente por su principal testigo, o sea, Interpol, el día anterior de su extraña muerte y que fue desautorizado por todas las instancias judiciales en las que participó, excepto, por supuesto, por el séquito de abogados que hoy militan junto con Macri ?

La vergüenza suele lanzar hacia adelante a quien la vive. Desmentir la verdad que la justifica es una condición mental. Entonces, los que salieron a marchar por Nisman convencidos de su ética, más odiaron a Cristina cuando descubrieron y desmintieron que Nisman no tenía ninguna moral que mereciese honras. Los que pronosticaban desastres que nunca ocurrieron más resentidos quedaban ante cada fracaso de sus pronósticos. Y no hablo de los economistas (muchos de ellos simple empleados canallas de los bancos o las grandes empresas), hablo de los ciudadanos que han repetido esos pronósticos como si fueran un producto de su saber. Ese saber propio se puso en jaque mil veces. Una y mil crisis se pronosticaron. La caída inevitable por el no pago a los fondos buitres fue quizás la más notoria, y allí siguió el país funcionando relativamente bien. Y el ciudadano común que llevado por la opinión de sus ideales mediáticos repetía los argumentos que desde allí se emitían, ampliando las redes de creencia y dándole a su vez densidad, ¿cómo retornaba ese ciudadano de la experiencia dolorosa del orgullo herido ante fracasos argumentativos que suelen dar identidad a quienes los pronuncian ? Era inevitable que retornaran más resentidos, nunca más reflexivos.

Cuestión ésta importante para ser ponderada por los ahora derrotados, por el momento en las urnas, no en lo argumental.

Es en este sentido que, en mi opinión, han sido también los triunfos de los Kirchner una fuente de que ese odio se hiciera más y más visceral. Pero en tanto las condiciones históricas y materiales del país estaban lejos de ayudar a producir un aglutinamiento de esos odios dispersos en una oposición superadora, la operación mediática adquirió un lugar central. Sin ninguna originalidad por cierto. Operan igual en todos los países. Lo cual habla, no sólo de una conspiración mediática, por cierto necesaria para que todos los mayores medios de prensa del mundo se pasen las informaciones que van construyendo opiniones públicas globales sobre los temas que alcanzan prioridad para los grandes poderes : Irak y sus (finalmente inexistentes) armas de destrucción masiva, la dictadura del Chávez de las 9 elecciones controladas por organismos internacionales en 12 años, el autoritarismo de los Kirchner o el tema que esté en agenda, sino también de un aprendizaje, de una transmisión de un savoir faire para operar que ha hecho que el periodismo hoy sea una letrina de mentiras calculadas con vocación de precisión científica a escala global. Los gobiernos pueden mentir, aunque sería esperable que lo hicieran lo menos posible. Pueden haber razones de estado que muy circunstancialmente le exijan hacerlo, pero que lo haga el periodismo todo el tiempo es una degradación absoluta de su propio motivo de existencia.

En esa matriz compleja de factores subjetivos y objetivos se ha construido lo que veo como la operación manipulatoria que Durán Barba describe en su libro : « El Arte de ganar ».

He leído un par de veces en algún artículo o en esos comentarios que circulan por ese submundo escatológico de las redes sociales, comentarios como éste : « Durán Barba dice que la política es emoción y no razón » ¡ eso ya lo sabemos los peronistas desde siempre !. Una visión altiva y jactanciosa que se pavonea ante un rival por cierto muy poderoso. No por Durán Barba como sujeto, a quien no conozco, sino porque esa burla desconoce un hecho central de estas elecciones : el peronismo pudo haber sabido siempre la importancia de la emoción. De hecho, no ha sido su exclusividad, la educación emocional formó parte de algunas tradiciones stalinistas también, ha sido un componente de toda política desde las grandes ceremonias que en la antigüedad ungían los triunfos militares de fastos auto-glorificadores, eso no es ninguna novedad, ¿para qué escribió Freud « Psicología de las masas » ? La diferencia es que en las condiciones de dominio técnico inconmensurable que el capitalismo va absorbiendo cada día más en su propia avance hacia la nada, los politólogos usamericanos a quienes Duran Barba remite no han descubierto la relación entre emociones y política, han hecho algo mucho más decisivo y terrible, van desarrollando técnicas de manipulación de esas emociones. Cada hallazgo cognitivo es una nueva fuente de control social. En este sentido, estas elecciones me parecen las primeras en que este fenómeno ha tomado escala decisiva.

Tomo este vector de la cuestión porque creo que en el campo de las subjetividades se va a jugar el destino de la humanidad en las luchas políticas que se libren en el futuro.

La vanidad es el enemigo con el que nos logran capturar, somos inteligentes porque compramos el producto que nos proponen, somos bellos porque usamos el producto que nos proponen, somos libres porque consumimos las ideas que nos insuflan. Y los humanos vanidosos no vemos cómo han hecho de nosotros, simples objetos de sus intereses. Creo que esto debe estar en el centro de cualquier debate sobre estas elecciones, básicamente, porque el debate con los medios no puede ser entre aparatos privados a los que se les oponen aparatos públicos equivalentes, sino cómo se instrumentan espacios de pensamiento en el medio de una estructura comunicacional que no promueve pensar.

Si lo ejemplificara con este texto que están leyendo, el desafío me parece que podría ser formulado así : ¿cómo hacer que un mamotreto argumentativo como es el caso de este texto, adopte formas comunicacionales que ayuden a pensar sin caer presos de los modos empobrecidos que las imágenes, los tweets, los intercambios en facebook, las chicanas más o menos humorísticas que la lógica comunicacional actual nos impone ? La comunicación no puede ser más un intercambio narcisista de guiños entre pares ; exige, a mi entender, quebrar esa captura alienada que han logrado producir, para llegar al otro no en falsas armonías dignas de cursos de autoayuda sino con la complejidad conflictiva y densa que el reconocimiento del otro implica. ¿Cómo se hace eso ? Lo ignoro. Me encantaría ponerlo en discusión. Pero mi balance de estas elecciones se ubica allí, porque es esa, a mi entender, la batalla principal (conste, digo principal, no única) en la que el gobierno ha fracasado. Fracaso que seguramente podrá hallar en argumentos políticos alguna de sus causas, pero que si no es reconocido en toda la enorme importancia política (no técnica) que tiene, garantiza que sigamos “olvidando” (entre comillas), es decir, sabiendo lo que va a pasar e ignorándolo al mismo tiempo.



Esta es la perspectiva que a mí se me hace más imperiosa para pensar estas elecciones.

Oscar Sotolano*

*Oscar Sotolano. Psicoanalista argentino, Secretario científico de la Asociación Colegio de Psicoanalistas, docente de postgrado, miembro del colectivo Psicoanalistas autoconvocados, Vicepresidente del Comité argentino de Seguimiento de la convención de derechos del niño (CASACIDN). Coordinador del equipo de atención de adolescentes del Proyecto de atención de afectados por el atentado en la AMIA, en 1994. Autor de « Tiempo de Vísperas » y « La memoria de Cyrano » (novelas, editorial Topía), « Bitácora de un psicoanalista » (ensayo, ed.Topía), « La intimidad, (Un problema actual del psicoanálisis) » (ensayo, varios autores, Psicolibro Ediciones).

El Correo de la diáspora. París, 30 de noviembre de 2015

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