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18 avril 2020

« El mundo que andaba patas arriba está poniendo las cosas en su lugar » por Coline Serreau

 

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Coline Serreau. Francia 22 de marzo de 2020.

El gobierno dirige la epidemia como puede…pero las actitudes bélicas son generalmente ineficaces frente a las fuerzas de la naturaleza. Los virus son seres poderosos, capaces de modificar nuestro genoma, tratémoslos con respeto o al menos con humildad.

Aprendamos a sobrevivir con ellos, a protegernos haciendo que la especie humana viva en condiciones sanitarias óptimas que fortalezcan su inmunidad y le permitan afrontar los microbios y los virus, que nos rodean masivamente, sin sufrir daños, puesto que vivimos en un gran caldo cósmico donde todo el mundo tiene que tener su lugar. Perderemos siempre la guerra contra los virus, pero podemos lograr el equilibrio entre nuestras vidas y las suyas si fortalecemos nuestro sistema inmunológico con un modelo vital no mortífero.

En la actual crisis lo que resulta estupefaciente es la rapidez con que se manifiesta la inteligencia colectiva y popular.

En pocos días los franceses han incorporado ritos de agradecimiento masivamente aceptados, uno de los gestos políticos más bellos que haya conocido Francia y que continúa las huelgas contra la reforma del sistema jubilatorio y el accionar de los chalecos amarillos proclamando con fuerza y a viva voz quién y qué es lo importante en nuestras vidas.

En nuestro país, los que sostienen las funciones básicas, los que hacen posible que la sociedad se mantenga de pie están mal remunerados, subestimados. Las cuidadoras, las enfermeras y los enfermeros, los médicos que trabajan en los hospitales públicos, los maestros, los instructores, los profesores, los investigadores, perciben salarios miserables mientras que otros jóvenes cretinos y arrogantes cobran millones de euros por mes por embocar un gol en una red.

En nuestro mundo la palabra campesino es un insulto, pero los que se autodenominan « emprendedores agrícolas » reciben centenares de miles de euros por matar a nuestro suelo, nuestro cuerpo, nuestro ambiente mientras que la industria química sigue prosperando.

Y de pronto un pequeño virus ajusta la hora y he aquí que un pueblo confinado grita en las ventanas su respeto, su amor, su reconocimiento hacia los verdaderos soldados de nuestro tiempo, a quienes están dispuestos a dar su vida para salvar la nuestra luego de que por décadas les sucesivos gobiernos se han encarnizado desmantelando nuestros sistemas de educación y de salud, mientras los lobys se adueñan y estimulan a los políticos con el dinero de la corrupción.

Nos faltan recursos para equipar a nuestros hospitales, pero busquémoslos donde se hallan, que los GAFA paguen sus impuestos que devuelvan mínimamente a la sociedad la mitad de sus ganancias. Porque después de todo ¿cómo han ganado ese dinero ? Lo han ganado porque existen pueblos que conforman naciones equipadas con calles, rutas, trenes, alcantarillado, energía, agua corriente, escuelas, hospitales, estadios y todo lo demás, porque la sociedad los ha pagado con su dinero y es por todo eso que las empresas pueden obtener ganancias. De modo que deben pagar sus impuestos y devolverle al pueblo lo que le están debiendo.

Habrá que analizar también el problema de la deuda que nos empobrece al tiempo que enriquece a los mercados financieros. Hace algunos siglos los reyes franceses decidían anular regularmente la deuda pública y comenzar nuevamente desde cero.

No veo como cuando superemos esta crisis, cuando estén vacías las cuentas bancarias, cuando las empresas no puedan seguir pagándoles a sus empleados que no podrán a su vez pagar los alquileres, la electricidad, el gas, la comida cómo podrá el gobierno derrochando el 90% de su presupuesto reembolsando una deuda que solo beneficia a los banqueros.
Espero que el pueblo reaccione y reclame su derecho a saber, a exigir que la riqueza de Francia, generada por el pueblo sea redistribuida al pueblo y no a las finanzas internacionales. Y si los demás países denuncian también sus deudas para con nosotros, habrá que relocalizar nuestra producción, contentarnos con nuestros recursos que son inmensos y desarticular una parte de la mundialización que nos ha empobrecido.

Y el pueblo lo ha comprendido tan bien que todas las tardes les grita su reconocimiento a los cuidadores, a quienes realizan las tareas de cuidar, a las madres, a las mujeres y los hombreas que se interesan más por lo humano que por el dinero.

No nos equivoquemos, no habrá vuelta atrás después de esta crisis.
Porque a pesar del sufrimiento, a pesar de los terribles duelos que enfrentan las familias, a pesar del confinamiento en el que los más pobres están pagando el mayor tributo, los jóvenes, los ancianos aislados o confinados en asilos, las familias numerosas, a pesar de todo eso, el mundo que marchaba cabeza abajo está comenzando a poner las ideas en su lugar.
¿Adonde están los verdaderos valores ? ¿Qué es lo importante en nuestras vidas ? ¿Vivir virtualmente ? ¿Comer productos de una tierra martirizada, que además envenenan nuestros cuerpos ?

¿Enriquecer con nuestro trabajo a quienes reciben grandes bonificaciones por administrar despidos ?

¿Contener la violencia social de quienes no han cesado de pauperizar el sistema de salud y quieren darnos ahora lecciones de solidaridad ?

¿Mantener una medicina que se ha ocupado solo de paliar los síntomas sin preocuparse por la prevención, que atiborra a la gente con medicamentos de la matan antes que curarla ? ¿Una medicina sometida a las órdenes de los laboratorios farmacéuticos ? Mientras que la única verdadera medicina es la que se ocupa de la sanidad del ambiente humano, que proscribe los venenos, aunque sean muy redituables ¿Porqué creen ustedes que prospera tanto un virus que ataca a los pulmones ? Porque nuestros pulmones están enfermos por la contaminación y su debilitamiento ofrece a los virus un magnifico festín.

Cuando la agricultura se ejerce cultivando intensivamente decenas de hectáreas, con plantas genéticamente modificadas o con híbridos en tierras enfermas, es cuanto más las atacan y las apetecen los predadores y cuanto más hay que regarlas con pesticidas para garantizar su supervivencia, siguiendo un círculo vicioso que solo termina en catástrofes.

Pero no se hagan ilusiones, también los humanos sobre todo los más humildes al igual que las plantas y los animales, también son martirizados.
En las grandes metrópolis de todo el mundo, la gente se halla cada vez más amontonada, mal alimentada, respirando el aire viciado que debilita sus pulmones, de modo que los virus y otras « pestes » se hallaran cómodos y atacaran su flanco más débil : su sistema respiratorio.

Si se tiene la inteligencia de analizar el origen y la manera de enfrentar esta epidemia, a través de la prevención más que mediante solo una vacuna, los políticos podrían comprender y sobre todo la gente que solo una alimentación y un ambiente sano permitirán defenderse de los virus eficazmente y a largo plazo.

El confinamiento tiene también consecuencias mentales y sociales importantes para todos, a menudo algunas cosas que creíamos vitales se convierten en fútiles. Comprar toda clase de cosas, de ropa se vuelve imposible y esta imposibilidad se convierte en algo positivo : de modo que comprando menos somos más ricos.

Y como ya no perdemos nuestro tiempo en transportes estresantes y contaminantes, advertimos pronto como esos mismos transportes nos destruían, como nos volvía agresivos los atascos de tránsito, cómo nos enfermaba el odio y la desconfianza con que nos blindábamos para defender nuestro espacio vital.

Disponemos de tiempo para cocinar en lugar de atiborrarnos de comida chatarra, charlamos, intercambiamos mensajes que rivalizan en creatividad y humor.

El teletrabajo aumenta rápidamente y permitirá en el futuro que una cantidad creciente de personas pueda vivir y trabajar en el campo y las megalópolis podrán desatascarse.

En lo referente a la cultura, los pueblos nos proporcionan magníficas lecciones : la cultura no es un vector de ventas ni una fábrica de ingresos, ni propiedad de una élite que se siente superior, la cultura es lo que nos une, nos consuela, nos permite vivir y compartir nuestras emociones con los demás seres humanos.

¿Qué es lo peor que puede transmitir un confinamiento ? Y sin embargo los italianos cantan en los balcones y se ha visto policías ofreciendo serenatas para reconfortar a los ciudadanos, en París calles integras organizan conciertos por las noches y lectura de poemas y agradecimientos multitudinarios, esa es la verdadera cultura, la hermosa, la gran cultura que el mundo necesita, voces que canten para ahogar la soledad.

Es totalmente lo contrario de la cultura de las oficinas gubernamentales, que jamás se han preocupado por saciar las necesidades de la gente, de ofrecerle lo que realmente necesita para vivir pero que no han dejado nunca de complacer a las élites, de despreciar toda manifestación cultural que gustase al pueblo.

En tal sentido la anulación del Festival de Cannes es una muy buena noticia.
Luego de la explosión en pleno vuelo de los Césars manipulados durante años por una mafia de opaco y antidemocrático funcionamiento, luego de los escándalos por abusos sexuales en el cine, del que solo ha sido descubierta una ínfima parte también el Festival de Cannes deberá realizar desgarradoras revisiones y reinventarse. Este idiota Festival de Cannes o festival de idiotas cómplices de un sistema roído por la falocracia, por la corrupción de la industria del lujo, en el que complacientemente se expone carne fresca montada en zancos, mujeres pobres perchas manipuladas por marcas, humilladas, ansiosas ante la idea de que nada es suficiente para complacer a los viejos de cuyos brazos están colgadas como trofeos, vengan las mujeres al festival con pantalones rotos y en zapatillas, porque lo que se debe festejar es vuestro talento, vuestra calidad artística y no una carrera para ver quien está más desnuda o cual es la más puta !

¡Sería un hermoso sueño imaginar que las generosas y conmovedoras manifestaciones de los pueblos confinados van a influir en el futuro de la cultura !

Y para terminar quiero dirigir una palabra compasiva a todos los enfermos y a sus familias para decirles desde lo más profundo de nuestra casa, de nuestros departamentos, adonde estamos encerrados, que no dejamos de pensar en ellos y de desear que se recuperen. No soy creyente, me he reído siempre de las oraciones, pero he aquí que hoy estoy rezando para que se curen todos. Esta oración no reemplazará jamás los cuidados hospitalarios, la heroica dedicación de los médicos y enfermeros y una política sanitaria digna de ese nombre, pero es todo lo que puedo hacer, y entonces lo hago esperando que las ondas transporten mi mensaje, nuestros mensajes de amor y de esperanza a todos los que los necesitan.

Coline Serreau*

* Coline Serreau, director de Trois hommes et un couffin, pero también de películas visionarias, ecológicas, humanistas y generosas como La belle verte o La crisis.

Traducción del francés para El Correo de la Diásporade : Susana Merino

El Correo de la Diáspora. París, 18 de abril de 2020

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