recherche

Accueil > Réflexions et travaux > El inconcluso "Proyecto Marginalidad" de América Latina

25 octobre 2005

El inconcluso "Proyecto Marginalidad" de América Latina

Una lectura extemporánea, a casi treinta años

par Carlos Belvedere

 

Acerca de La marginalidad en América Latina. Informe preliminar, de Miguel Murmis, Juan Carlos Marín, José Nun, Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella, V Centro de Investigaciones Sociales, diciembre 1968 (documento de trabajo 53).

En 1969, José Nun escribía lo siguiente :

"La marginalidad es uno de esos significantes que seduce con trampa. Tienta al uso por su sencillez aparente cuando, en rigor, su significado es siempre complejo porque remite a otro que le da sentido : es que sólo se es ’marginal’ respecto a algo. No debe extrañar, entonces, que haya ingresado a la literatura sociopolítica latinoamericana de los últimos años lleno de buenos sentimientos y de malas conceptualizaciones". [1]

Han pasado casi treinta años desde aquellos esfuerzos por dotar a la noción de "marginalidad" de precisión teórica y potencial político. Es un lapso más que suficiente como para volver atrás y mirar en perspectiva aquella empresa. Huelga decir que nos referimos a una de la nociones más ricas y promisorias que hayan dado las ciencias sociales argentinas, pero no basta con ello : un justo tributo a esa labor requiere también un juicio crítico e histórico. Así es que hoy -a casi tres décadas del tan mentado "Proyecto Marginalidad"- cabe preguntarse qué ha sido de él, y qué potencial -si alguno- mantiene todavía.

Sería imposible soslayar, en esta tarea, el trabajo de José Nun aparecido en la Revista Latinoamericana de Sociología el año 1969. [2] El mismo se proponía "situar teóricamente el tema de la ’marginalidad’ a nivel de las relaciones de producción, con especial referencia al caso de los países capitalistas de América Latina". [3] Estas páginas logran un elevado nivel de consistencia y agudeza, así como denotan una deliciosa erudición por parte del autor que no resulta ociosa, puesto que son una exigencia de la empresa abordada en tanto y en cuanto el artículo al que nos referimos se proponía ajustar y corregir un trabajo anterior, el cual ya había significado un sustancioso e ilustrado aporte. [4] Su principal innovación conceptual consiste en diferenciar las nociones de "superpoblación relativa", "ejército industrial de reserva", y "masa marginal". Nun argumenta que el informe anterior no hacía la correspondiente distinción, lo cual introducía una relativa imprecisión en la noción de marginalidad ; confusión en cierta medida justificada, puesto que la misma ha estado presente en la obra de diversos pensadores marxistas, e incluso encuentra asidero en algunos textos del mismo Marx. Pues bien : expuesta la historia de esta confusa identificación, Nun procede a definir con mayor precisión cada concepto, con la intención de deslindar la noción de "marginalidad" de la de "ejército industrial de reserva". El concepto de "masa marginal" será el pivote de esta distinción.

"Tal como ha sido conceptualizada aquí, en cambio, la masa marginal -en contraste con el ejército industrial de reserva clásico- indica ese bajo grado de ’integración del sistema’, debido a un desarrollo capitalista desigual y dependiente que, al combinar diversos procesos de acumulación en el contexto de un estancamiento crónico, genera una superpoblación relativa no funcional respecto a las formas productivas hegemónicas." [5]

Como resultado de esta operación, el concepto de "marginalidad" adquiere mayor precisión conceptual y una más clara inserción en la tradición marxista ; sin embargo, también ha cedido algo de su riqueza : "marginalidad" deviene sinónimo de "masa marginal", y la precisión ganada es también complejidad perdida.

El trabajo anterior, al cual remite el artículo que estamos comentando, tenía -pese a las imprecisiones señaladas- una mayor densidad y complejidad que no retendrá este texto de Nun. Sin carecer de una perspectiva global -que introduce la noción de marginalidad en el contexto del sistema capitalista mundial (con especial atención a la inserción de Latinoamérica y nuestro país en el mismo)- el "Informe preliminar" asumía una perspectiva multifacética de los procesos sociales, y explicitaba la inserción del término "marginalidad" no sólo en la historia social de nuestro país sino también en la historia de la investigación social en la Argentina. Todo esto le otorgaba a la noción de marginalidad un carácter saludablemente ambiguo, [6] lo cual preservaba la complejidad en el planteo del problema. Resulta pertinente, entonces, repasar aquel trabajo.

Luego de esbozar una breve historia del surgimiento del sistema capitalista de producción y de sus consecuencias (no siempre deseadas), los autores encuadran la problemática en el contexto del mercado, y -en este caso específico- de un mercado de trabajo de carácter dependiente. Así, el término "marginalidad" hace alusión a un sistema socioeconómico (capitalismo) y a una relación político-económico-social específica de países como el nuestro (la dependencia). La marginalidad, entonces, haría referencia a características de nuestra situación social, irreductibles a las propias de los países centrales o a momentos anteriores del desarrollo del capitalismo. Por eso es que hablar de marginalidad implica una visión de conjunto de nuestra sociedad y de sus articulaciones internas, concebida en su relación con otras sociedades ; y un planteo histórico-social de su surgimiento. El trabajo de Nun también hará alusión a estos aspectos, pero creemos que enfatiza más el análisis del sistema capitalista mundial que la especificidad de nuestra inserción en él (especialmente en lo que hace a cuestiones históricas no ligadas directamente a la economía). El "Informe preliminar", entonces, presta mayor atención aquellos aspectos que no remiten a cuestiones económicas : la historia específica de las sociedades latinoamericanas (como ser su ingreso al sistema capitalista a través de las colonias) ; los aspectos culturales (como las identidades sociales y determinados sistemas de solidaridad) ; y los procesos de urbanización (el surgimiento de conventillos, los barrios, etcétera). Luego, estamos ante una visión multifacética de la marginalidad. Los autores señalan, por ejemplo, que las "relaciones de producción y de consumo" vinculadas con ella son constituidas y a la vez constituyentes de "sistemas de acción determinados" ; [7] y -en consecuencia- indican que es preciso describir "cómo cada tipo de marginal define su situación, los obstáculos materiales y sociales que encuentra y el proyecto para trascenderlos ; y, después, las formas en que tiende a estructurar sus solidaridades". [8] Este es un empleo más abarcativo de la noción de marginalidad, que permite vincular aspectos diversos -económicos, sociales, culturales, históricos, y políticos-.

Como dijimos, no sólo la historia social de nuestro país y Latinoamérica está contenida en esta noción multifacética de la marginalidad, sino que lo mismo ocurre con la historia de nuestras ciencias sociales. Al respecto, resulta ilustrativo que los autores comiencen reseñando la historia que este concepto ha tenido en nuestro país, recalcando que -inicialmente- se mantuvo alejado de influencias de otros medios intelectuales y de autores extranjeros (como la escuela de Chicago o los trabajos de Adorno). Además, hacen referencia a estudios específicos de cepal, ilpes, y desal sobre el tema. Hecho esto, retoman por cuenta propia la reflexión sobre la marginalidad y la introducen en el contexto teórico internacional valiéndose de un instrumental tomado casi exclusivamente del marxismo. Esto hace coincidir, en el concepto de marginalidad, dos ventajas : la de insertarse en cierta tradición de las ciencias sociales ; y la de hacerlo con un color local, agregando un conocimiento propio y específico que -por eso mismo- puede presumirse que iluminará mejor algunos matices de nuestro contexto, y eventualmente será un aporte singular a la reflexión que se desarrolla desde la perspectiva de quienes ejercen el pensamiento en países de características diferentes al nuestro. Se trata, entonces, de un concepto acuñado en y desde nuestra problemática social. Sin embargo, el trabajo de Nun no ha desarrollado considerablemente esta faceta del concepto, y en cambio ha enfatizado la inserción de la noción de marginalidad (retraducida en términos de "masa marginal") en una tradición foránea (la obra de Marx, Lenin, y numerosos autores marxistas).

Este cambio en la intercontextualidad del análisis de la marginalidad contribuye a mitigar el carácter ambiguo que hemos señalado y valorado en el trabajo inicial. El término "marginalidad" -como sostienen los autores- ha surgido "a partir de ciertas observaciones concretas", pero también se ha consolidado desde la reflexión teórica ; se impuso por necesidades locales, pero en un contexto teórico internacional ; hace referencia a cuestiones económicas, pero también culturales ; surge como un objeto de estudio particular, pero producto de una visión global de los procesos sociales. Y la lista podría continuar : hay cierta ambigüedad que incita a la reflexión, y que le da versatilidad al concepto de marginalidad, que -en cambio- se ha mitigado en el artículo posterior de Nun. La noción de "masa marginal" es mucho más consistente y coherente, pero también menos compleja y comprehensiva que la de "marginalidad". De este modo, Nun gana coherencia teórica y pierde riqueza descriptiva. Con ello, ya desde "una primera aproximación al tema de la marginalidad", el problema queda replanteado en los términos de "algunos aspectos del ’modo de producción capitalista’". [9]

Volvamos al artículo del que partimos. No es que Nun sea ciego a la complejidad del problema, sino que prefiere enfatizar lo que hace a su unidad conceptual. El mismo sostiene que centrar la investigación "a nivel del fenómeno percibido condena a no advertir la unidad subyacente de sus determinaciones. Conocidas éstas, en cambio, el retorno al dato permitirá situarlo en un campo de significados que dará sentido a la práctica social de los actores". [10] Nun no ignora la complejidad del problema de la marginalidad sino que le reconoce un estatuto fenoménico, debajo del cual es posible encontrar una unidad tanto conceptual cuanto histórica (esto es : bajo estas apariencias dispares subsiste un concepto y un determinante concreto). Incluso cabría señalar en este trabajo una sensibilidad -notable para la época en que fue escrito- acerca de la diversidad que escapa a los conceptos, que tienden a homogeneizar situaciones dispares. Nun considera "desde ya evidente que, así como nunca hubo de hecho una ’clase global’ ni una ’comunidad sociológica’ o una homogeneidad cultural ’proletaria’ [...] tampoco hay una marginalidad ’en general’". Sin embargo -a punto seguido- agrega que, si bien el "desarrollo desigual, combinado y dependiente genera tipos diversos de marginales", nada impide "que uno [de ellos] pueda resultar dominante en un contexto determinado y [...] que todos sean teóricamente subsumibles en el concepto de masa marginal". [11] En otros términos, se admite la diversidad de formas de marginalidad, pero también se postula la subsunción de todas ellas a una forma "dominante" : la de "masa marginal".

Como resultado de esta operación, no sólo se sutura la diversidad en una homogeneidad subyacente, sino que también -al unificar las heterogéneas formas de marginalidad bajo el concepto de "masa marginal"- se le brinda un sustrato de tipo económico a una noción que en el "Informe preliminar" tenía un carácter multifacético, puesto que se gestaba a partir de dimensiones no sólo económicas sino también históricas, culturales, urbanísticas, etcétera. Pues bien : la unidad conceptual se gana aquí no sólo a costa de una pérdida de complejidad en el planteo del problema, sino también al precio de imprimirle a la noción de marginalidad un economicismo que antes le era ajeno. Ya nada queda de la problemática que vinculaba la marginalidad al sistema geopolítico de las colonias, a los procesos de urbanización, a las identidades sociales y los sistemas de solidaridad, a las pautas de consumo, y a los sistemas de acción ; en cambio, la "masa marginal" será analizada en términos económicos.

"Este contingente constituye, entonces, una masa marginal respecto al mercado de trabajo del capital industrial monopolístico. Lo componen, en principio :
 a) una parte de la mano de obra ocupada por el capital industrial competitivo ;
 b) la mayoría de los trabajadores que se ’refugian’ en actividades terciarias de bajos ingresos ;
 c) la mayoría de los desocupados ; y
 d) la totalidad de la fuerza de trabajo mediata o inmediatamente ’fijada’ por el capital comercial."
 [12]

De todos modos, la pérdida de la complejidad y el economicismo del trabajo de Nun no resulta totalmente ajeno al "Informe preliminar", sino que es una de las posibles continuaciones de la noción de marginalidad que ya se encuentra esbozada allí. En aquel trabajo,
la marginalidad era pensada como un contingente "a-funcional" para el sistema, con lo cual se introducía un lenguaje que Nun no hará más que depurar : el de cierto marxismo funcionalista -que, sin embargo, no es lo mismo que el funcionalismo a secas. La noción de "a-funcionalidad" se construye por oposición a las de "funcionalidad" y "dis-función" -en ese sentido, presupone un lenguaje y un aparato conceptual de tipo funcionalista- ; pero también se formula en oposición al funcionalismo como cuerpo teórico. El siguiente pasaje sintetiza ambas facetas de este planteo.

"Aludí antes a los dos tipos de contradicciones que pone en evidencia Marx cuando analiza el desarrollo capitalista. Con ellas se vincula la distinción propuesta por Lockwood (1964, p. 245) entre ’integración social’ e ’integración del sistema’, para diferenciar las relaciones ordenadas o conflictivas que, en un caso, se establecen entre los actores y, en el otro, entre las partes del sistema social. Tanto el funcionalismo normativo como la mayoría de sus críticos han tendido a concentrarse en las primeras, oponiendo las temáticas adaptación/alienación, norma/ poder y consenso/conflicto. Este es el enfoque que, hasta ahora, prevalece también en los estudios sobre la marginalidad en América Latina. Sus resultados poco satisfactorios se deben no sólo a la escasa viabilidad analítica de esas alternativas sino a que, enfatizando los problemas de integración social, pierden de vista las contradicciones básicas del sistema que se manifiestan en un empobrecimiento creciente de los sectores populares.

"Tal como ha sido conceptualizada aquí, en cambio, la masa marginal -en contraste con el ejército industrial de reserva clásico- indica ese bajo grado de ’integración del sistema’, debido a un desarrollo capitalista desigual y dependiente que, al combinar diversos procesos de acumulación en el contexto de un estancamiento crónico, genera una superpoblación relativa no funcional respecto a las formas productivas hegemónicas." [13]

En otros términos : el error del funcionalismo está en no percibir el conflicto y la desintegración del sistema, pero no en concebir lo social como sistema ni en el empleo de la noción de función para aludir a su integración. En este sentido, la noción de marginalidad introduce una cuña en el lenguaje funcionalista : una cuña del mismo palo (que -como se sabe- es la peor) que penetra en el funcionalismo, con su aparato conceptual, para fisurarlo desde dentro. No sólo existen elementos funcionales y disfuncionales, también es preciso pensar la presencia de elementos a-funcionales que pertenecen al sistema en tanto que son producidos por él, pero que le son ajenos en tanto que no le resultan útiles ni perjudiciales. La "masa marginal" (en los términos de Nun) será a la vez a-funcional y dis-funcional.

"En términos estrictamente económicos, las grandes empresas se encuentran con una población excedente que, pasado cierto límite, les resulta :
 a) a-funcional en el plano de la producción, por las razones consignadas ; y
 b) dis-funcional en el plano del consumo, porque no constituye mercado para productos que podrían ser fabricados masivamente, con mayores economías de escala."
 [14]

En este sentido, el trabajo de Nun no hace más que continuar en la dirección trazada ya por el "Informe preliminar", pero depurando su lenguaje y estrechando sus nexos con cierto pensamiento marxista. En este gesto, se acentúa una línea ya trazada con anterioridad que concibe lo social como sistema, y el sistema como fundamentalmente económico (aspecto en el cual el aporte de Nun se distancia más del trabajo que le precede). En este sentido, criticar la raigambre funcionalista del artículo de Nun será también criticar el "Proyecto Marginalidad" mismo. Eso es lo que haremos a continuación, a manera de balance y recuperación crítica.

Partamos de lo más obvio. La noción de marginalidad presupone -al menos tácitamente- la oposición a un centro. [15] Hay cierta afinidad política y conceptual entre esta oposición y la "teoría de la dependencia" (tan mentada por aquellos años) y la teoría del "desarrollo desigual" de Trotsky, aunque también podría resonar cierta simpatía con la noción leninista de "imperialismo" y -tal vez- de algunos esquemas maoístas. Lo cierto es que -más allá de estas filiaciones- la teoría de la marginalidad hace de la distinción centro-margen un eje importante. Esto, antes que un problema político, es un problema epistemológico -aspecto, este último, en el que tal vez las tres décadas transcurridas nos hagan ver las mayores distancias entre los textos comentados y ciertas lecturas que hoy resultan familiares (las comparta uno o no). Sin caer en generalizaciones vagas -como referirse a "los nuevos paradigmas", a la "postmodernidad", etcétera- es posible, no obstante, contrastar esta oposición subyacente a la teoría de la marginalidad (entre el centro y el margen) con algunas nociones epistemológicas contemporáneas a partir de las cuales introducir una discusión en torno a la actualidad y potencial remanente de aquella noción.

En primer término, podríamos remitirnos a la crítica que realiza Touraine a las visiones centralistas y homogéneas con las que la modernidad pensó lo social. En este sentido, al igual que Touraine, no creemos que pueda hablarse de un centro (ni siquiera de un conflicto central) en torno al cual gire la vida social. Por eso en buena medida simpatizamos con su crítica a "la inútil idea de sociedad" : [16] no nos parece tan fácil ni sencillo estructurar lo social a partir de un núcleo central, sino que cada vez urge más la necesidad de tomar en consideración el descentramiento y la fragmentación, la regionalización y la proliferación multidimensional de conflictos locales, así como el desfondamiento y la contingencia de los procesos sociales. Y aquí nuevamente recurrimos a Touraine, esta vez para invocar su crítica a toda fundamentación trascendente. Lo social no está determinado (ni en primera ni en última instancia) por fenómenos extrasociales (como la Historia, la economía, etcétera). Esto, llevado al tema de la marginalidad, sugiere que ella debería ser pensada con categorías más sociológicas. Eso estaba más cerca de lograrse en el "Informe preliminar", en el que se tenía en cuenta -además de los insoslayables factores económicos- el sentido de la acción de los actores, las redes de solidaridad, y los patrones culturales. Creemos necesario reintroducir en la noción de marginalidad esta dimensión sociológica que en el trabajo de Nun ha perdido terreno ante planteos de índole más bien económica. Pero no sólo nos parece deseable descentrar lo económico hacia lo social, sino también evitar remitir la vida social a un centro -así sea un centro conflictivo o un conflicto central. Es más : creemos conveniente reformular la oposición centro-periferia por dos razones : una de índole epistemológica, y otra de carácter histórico.

 a) En lo que hace al primer punto, existe una vasta literatura, adscripta a paradigmas diversos (como la lógica de la complejidad y el postestructuralismo) que desde hace ya varios años viene insistiendo en pensar morfologías acentradas, fragmentadas, dislocadas, etcétera. En este sentido, puede hablarse de una revolución epistemológica que debería tenerse en consideración a la hora de intentar un balance de la noción de marginalidad anclada en nuestro tiempo ; máxime si se tiene en cuenta el carácter erudito de los trabajos aquí comentados, así como la formación teórica de sus autores.
 b) En lo que respecta a la segunda cuestión, también ha habido transformaciones históricas y geopolíticas que deberán incidir en la evaluación que proponemos. Nos referimos a la tan mentada globalización, al rebrote de los regionalismos, a la disolución de grandes colectivos (como el caso paradigmático de la urss) en una diversidad inconciliable de fracciones étnicas, y a una nueva dinámica -más fluida y a la vez férrea- que reintroduce ese proceso de fragmentación en relaciones globalizadoras en las que la fragmentación y el regionalismo no escapan a la mundialización.

Ordenaremos nuestra relectura de la noción de marginalidad en los dos ejes recién señalados.

 a) Dijimos antes que la teoría de la marginalidad -en especial la versión de Nun que hemos comentado aquí- se sustentaba en cierta noción de sistema. Este será el primer elemento conceptual que
someteremos a revisión en nuestro afán por realizar una lectura contemporánea de este trabajo. Para ello, haremos alusión a ciertas nociones expuestas por Edgar Morin. [17] La primera de ellas es el postulado de que todo sistema es complejo, en el sentido de que asume la forma de un tejido conformado por conjuntos heterogéneos asociados de manera inseparable, y se presenta bajo la paradoja de lo uno y lo múltiple, con los rasgos de lo enredado, lo inextricable, el desorden, la ambigüedad, y la incertidumbre. El pensamiento complejo busca dar cuenta de la solidaridad de los fenómenos entre sí, la bruma, la contradicción ; y se propone sustituir el paradigma de la simplicidad (disyunción/reducción/unidimensionalización) por un paradigma de la complejidad (distinción/conjunción) que permita distinguir sin desarticular, y asociar sin identificar o reducir. Surge, así, una tensión entre el esfuerzo infatigable por vincular saberes dispersos, y la aspiración a la totalidad ; en un intento por superar la alternativa antagonista entre un pensamiento de la diferencia que oculta la unidad, y un pensamiento unificador que borra la diferencia.

Ahora bien : esta actitud hace imposible todo antagonismo fácil y excluyente. "El pensamiento complejo -dirá Morin- no rechaza, de ninguna manera, a la claridad, el orden, el determinismo. Pero los sabe insuficientes." Si bien procura exorcizar la "patología contemporánea del pensamiento", consistente en un afán reduccionista y unidimensional que busca excluir del pensar la incertidumbre y la ambigüedad, no busca suprimir de la reflexión todo determinismo sino incorporarlos a una noción compleja. Para eso será preciso vincular lo que hasta ahora la ciencia había separado : sistema / medio ; naturaleza / cultura ; microsistemas / macrosistemas ; coherencia / apertura epistemológica.

Pues bien : el trabajo de Nun (y, aunque en menor medida, el "Proyecto Marginalidad" en general) no hacía cabida de manera clara a la complejidad del problema [18] al menos en dos aspectos : en su noción de sistema, y en ciertas dicotomías que subyacen a su planteo. Creemos que este trabajo comparte cierta paranoia del sistema muy al gusto de la época, que aun podría resultar simpática en términos políticos pero no ya en su dimensión epistemológica. Esto es : se tiene una visión algo integrista y omniabarcadora del sistema, sin subrayar su carácter inevitable -y parcialmente- abierto a su entorno ; con esto -al concebir sus límites como netos y precisos- es posible distinguir de manera algo tajante entre sistema y medio, entre naturaleza y cultura, entre lo micro y lo macrosocial, etcétera. [19] Estas dicotomías son -a decir verdad- herencia de cierto marxismo, que creemos necesario revisar hoy, a casi treinta años de aquella publicación.

El punto de partida para salir de este atolladero lo encontramos ya -como hemos señalado- en la misma noción de marginalidad. Así como dijimos que ella es heredera de cierto funcionalismo de corte marxista, también sostuvimos que mantiene una postura crítica hacia el funcionalismo a secas, la que se radicaliza aún más al concebir lo marginal como algo a-funcional. Creemos conveniente continuar esta ruptura, esta vez invocando a otro teórico argentino, también heredero del marxismo académico de nuestras latitudes que -además de haber participado en el "Proyecto Marginalidad"- ha sabido hacer un recorrido semejante al que reclamamos. Nos referimos a Ernesto Laclau, cuya noción de "elemento" nos parece que realiza el movimiento que aquí sugerimos. En este punto, nuestra lectura intenta alinearse tras los trazos marcados por él en su intento por pensar lo político como una estructura abierta, con identidades no suturadas totalmente, renunciando al fundamento y evitando la reificación.

En síntesis, lo que traemos a colación es la noción de que toda totalidad es abierta. Esto quiere decir que cada parte es a la vez elemento, puesto que mantiene cierta exterioridad respecto de la totalidad en la cual se inserta sin que ésta agote su ser ni lo reduzca a una parte de sí. Dicho de otro modo : es preciso distinguir entre momentos de una totalidad (en un sentido hegeliano o estructuralista) como "posiciones diferenciales, en tanto aparecen articuladas en el interior de un discurso", y elemento como "diferencia que no se articula discursivamente". [20] En este sentido, la noción de elemento que trabajan Laclau y Mouffe es afín a la radicalización de la noción de a-funcionalidad que proponemos : así como las partes son a la vez elementos (esto es : así como los términos que componen una totalidad sólo entran en ella parcialmente), creemosque aquello que es funcional en un sentido es también a-funcional en otro sentido. En consecuencia, no sólo la marginalidad tendría un costado a-funcional, sino que todo integrante de un sistema mantendría, en mayor o menor medida, aristas a-funcionales. Con esto no hacemos más que elevar a rango de noción epistemológica lo que el "Proyecto Marginalidad" había captado como propio de ciertas situaciones, en especial de la problemática latinoamericana.

Ahora bien : esta relectura no niega la existencia de vínculos, ni afirma una libertad radical. Incluso los planteos de Laclau van en esta misma dirección, al admitir que el carácter abierto de la totalidad y la parcial autonomía de las partes/elementos respecto de ella no impiden pensar situaciones en las que "la estructura permanece en el sentido de que dos posiciones se mantienen todo el tiempo, y lo que hay es un proceso de variación paradigmática frente a una estabilidad que es fundamentalmente sintagmática". Es más :

"toda estructura tiene sus formas de defensa parcial frente al cambio sobre la base de expandir el polo paradigmático frente al polo sintagmático de las significaciones sociales. Precisamente porque el lenguaje y toda estructura significativa tiene estas dos dimensiones hay formas en las cuales es posible hacer compatible el cambio en un sentido con la permanencia en otro sentido". [21]

La autonomización de diversos aspectos de la estructura que describen algunos textos de Laclau puede ser tomada como una postura más radicalizada que la noción de a-funcionalidadpresente en el concepto de marginalidad, pero que guarda cierta afinidad con ella en el sentido de que se refiere a una dinámica indiferente para la totalidad. Es otra forma de ir más allá del funcionalismo. Creemos que una lectura actual de la teoría de la marginalidad debería continuar en esta dirección, pero también juzgamos pertinente tematizar los vínculos -no lógicos (como los pensaría el funcionalismo) sino empíricos, de hecho y no de derecho- entre aquellos aspectos que también subrayaba la teoría de la marginalidad. Una de las maneras de lograr esto sería sustituir la noción de función por la de funcionamiento a fin de continuar la radicalización de la noción de a-funcionalidad implícita en el concepto de marginalidad.

Establezcamos, entonces, qué sería un funcionamiento. Tomaremos este término en la acepción que tiene en El antiedipo. [22] Lo primero que habría que esclarecer es que el funcionamiento no guarda afinidad con el funcionalismo, por una sencilla razón : al ser una noción esbozada en un contexto postestructuralista, en el que la totalidad ha sido dislocada, la misma concepción de función (que se definía por relación a una totalidad, para cuyo equilibrio ella era necesaria) se hace imposible. Este funcionamiento, entonces, se rige por una lógica de los objetos parciales, donde lo que hay que describir es un vínculo que :
 1) se establece con elementos contiguos que no implican relaciones de totalidad ni totalización de partes en un conjunto ; y
 2) relaciona elementos ellos mismos fragmentados, puesto que no se vinculan en su totalidad sino sólo parcialmente (una parte de aquí con otra de allí, sin que cada término en ese vínculo esté involucrado íntegramente). Esto, junto con la idea de función, hace caer la noción de sistema -en especial la paranoia del sistema, que lo concibe como omnipresente, que lo encuentra por doquier determinando hasta los más ínfimos detalles de la vida cotidiana. A la vez, esta visión provoca una herida narcisista, puesto que tanta marginalidad podría aparecer como superflua para el sistema (en términos conceptuales, aunque no necesariamente en términos empíricos o políticos) ; es decir : los márgenes no alimentan al sistema más que de manera contingente. Y es, precisamente, este vínculo el que hay que pensar : un vínculo existente, pero de hecho, empíricamente, con toda la contingencia y prescindibilidad de la historia. Se trata de un nexo que funciona, pero que ni la lógica del sistema ni la "necesidad histórica" exigen.

Pues bien : para pensar un funcionamiento tal no será preciso remitirlo a una totalidad, sino que bastará con vincular términos contiguos sin procesos de totalización. Habrá que hablar, entonces, de un funcionamiento molar, en el que cada uno de los elementos guarda "su propio régimen en el conjunto molar que, por otra parte, forman al nivel de los grandes números". [23] Sólo hay "objetos parciales", "ladrillos", fragmentos que no pueden ser completados ni "vueltos a pegar para componer una unidad" : es imposible "pacificar los pedazos limando sus bordes". [24] Y sin embargo, no deja de haber configuraciones holistas : no habrá totalidad, pero sí un conjunto molar. Tampoco faltará una ley : hay una "absolución de los universos parcelados, en los que la ley no reúne nada en un todo, sino que por el contrario mide y distribuye las separaciones, las dispersiones, los estallidos". [25] Su ley de funcionamiento es el fallo : "todo funciona al mismo tiempo, pero en los hiatos y las rupturas, las averías y los fallos, las intermitencias y los cortocircuitos, las distancias y las parcelaciones, en una suma que nunca reúne sus partes en un todo". [26] Esto -llevado al problema de la marginalidad social- nos conduce más a la historia que a la lógica del sistema capitalista de producción, en lo que el trabajo de Nun -a nuestro juicio- insiste demasiado. Conceptualmente es coherente, pero difícilmente se trate de la marginalidad social que de hecho reina en toda Latinoamérica. En este sentido, buena parte del aparato conceptual del "Proyecto Marginalidad" funciona como una sutura teórica de las irregularidades, las disfunciones, las intermitencias que son constitutivas de la marginalidad social. Creemos que se ha aceitado demasiado el funcionamiento del "sistema" capitalista, y se denuncia la marginalidad con cierta asepcia, dejando de lado su dimensión carnal, su lado sucio, su mal aspecto. ¡Justamente en Latinoamérica, donde la marginalidad social tiene un rostro y una presencia muy tangibles ! En este sentido, concebir la marginalidad como una relación a-funcional es -por un lado- decir más lo que no es que lo que es (no es funcional ni dis-funcional), y -por otro lado- olvidar que todo conjunto molar es a-funcional, al menos en el sentido de que su funcionamiento no es una función : no implica una totalidad regida por un equilibrio homeostático, y suele funcionar mal. Precisamente, funciona por eso :

"[El sistema] no tiene por límite el desgaste, sino el fallo, no funciona más que chirriando, estropeándose, estallando en pequeñas explosiones -los disfuncionamientos forman parte de su propio funcionamiento, y éste no es el aspecto menor del sistema de la crueldad-. Nunca una discordancia o un disfuncionamiento anunciaron la muerte de una máquina social que, por el contrario, tiene la costumbre de alimentarse de las contradicciones que levanta, de las crisis que suscita, de las angustias que engendra, y de operaciones infernales que la revigorizan : el capitalismo lo ha aprendido y ha dejado de dudar de sí mismo, mientras que incluso los socialistas renuncian a creer en la posibilidad de su muerte natural por desgaste. Nunca se ha muerto nadie de contradicciones. Y cuanto más ello se estropea, más esquizofreniza, mejor marcha, a la americana." [27]

No basta con decir que la marginalidad es a-funcional, sino que además hay que decir cómo, por qué, y en qué aspectos es no sólo a-funcional sino también dis-funcional (puesto que si no fuera tal no funcionaría).

Hay, finalmente, otro aspecto en el cual la noción de marginalidad podría ser revisada en términos epistemológicos. Se trata, tal vez, de lo más evidente : su carácter de marginal. Habría que pensar si lo que se ha llamado marginal es realmente tal. No es que sugiramos que es central o funcional (lo cual echaría por tierra cuanto acabamos de decir), sino que habría que pensar estos procesos como elementos
de conformaciones molares no centralizadas. En este sentido, la noción de rizoma elaborada por Deleuze y Guattari puede ser de ayuda.

"Contra los sistemas centrados (incluso policentrados), de comunicación jerárquica y vínculos preestablecidos, el rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no significante, sin General, sin memoria organizadora o autómata central, definido únicamente por una circulación de estados." [28]

En este contexto, la "marginalidad" no sería meramente marginal : existen -como sostienen estos autores- [29] bolsones de subdesarrollo (de "marginalidad", diríamos nosotros) en los países desarrollados (o "centrales") ; y a la inversa : hay bolsones de desarrollo (o "centralidad", en términos afines a la Teoría de la Marginalidad) en los países subdesarrollados (o "marginales). Así como el capital, la marginalidad tampoco tiene patria, si bien es cierto que ella afecta más a algunas "patrias" que a otras, así como los capitales se concentran más en algunas de esas patrias que en otras.

Con esto, además de una crítica epistemológica, lanzamos una objeción geopolítica. Existe cierto populismo inherente a las teorías de la dependencia, que no está ausente en la noción de marginalidad. Es justamente la noción de pueblo (o, también, la de Nación) lo que permite convertir estos "bolsones" en un problema específico del Tercer Mundo. Es el capitalismo mundial tal como es padecido por ciertos pueblos explotados a través del aparato de Estado lo que permite llamar marginal a la inserción desigual de nuestros países en el desarrollo del capitalismo mundial. Pues bien : la ruptura de la distinción centro-periferia que proponemos a partir de la noción de rizoma producirá más bien una versión cosmopolita de la marginalidad en tanto problemática más ligada a cierta modalidad de inserción social no sólo propia de países del Tercer Mundo sino de ciertas relaciones capitalistas. En este sentido, habría marginalidad en el Altiplano y en el Bronx -marginalidades diversas, pero anudadas a una misma multiplicidad-. El tercer cordón del Gran Buenos Aires no es más periférico que algunas regiones de Nueva York : es tan partícipe y elemental (está tan dentro y tan fuera del capitalismo) como Wall Street. El capitalismo en carne y hueso es esto que se vive en los callejones oscuros de los barrios pobres : no somos su sombra sino su misma piel.

 b) Llegamos con esto al último aspecto de nuestra relectura de la Teoría de la Marginalidad : su actualidad. Tal vez el trabajo que más decididamente ha dado cuenta de la carnalidad de la marginalidad sea el de Miguel Murmis, [30] que ha realizado una tipología de relaciones de inserción marginal en el mercado laboral. A su vez, el estudio de Ernesto Laclau [31] da cuenta de aspectos históricos de largo plazo y macrosociales. Ambos trabajos se refieren a problemas vinculados con la inserción laboral, tema que aún mantiene su vigencia, como veremos. A continuación comentaremos estos dos artículos, porque creemos que ellos mitigan algunas de las falencias que le hemos objetado al análisis de Nun y porque plantean cuestiones que hoy vuelven al ruedo de la discusión, en especial en la esfera de las políticas públicas. Cuanto digamos al respecto, sin embargo, no deberá considerarse como totalmente ajeno a la publicación de Nun, puesto que los trabajos que aquí aludimos son parte integrante del mismo proyecto, dirigido justamente por él ; sin embargo, ya sea porque corresponde a otra etapa de la investigación, ya sea por las características que le imprimieron sus autores, estos textos han formulado el problema de la marginalidad en otros términos, los cuales tienen interés per se.

El trabajo de Laclau se interesa por incorporar -de manera explícita- la diversidad y lo concreto en sus análisis. Observa que los "modos de producción son sólo momentos abstractos en el acercamiento al análisis de la realidad económica. Una mayor aproximación a lo concreto debe tender a reconstituir los sistemas económicos, que pueden incluir modos de producción diversos en la medida en que una ley de movimiento establezca el principio de su unidad". [32] Sin embargo, esta prevención teórica -que compartimos- en los hechos incurre en un nuevo reduccionismo. "De las diversas formas que puede asumir el fenómeno de la marginalidad -dirá Laclau- nos interesa referirnos a aquella que surge de una insuficiente absorción de mano de obra por parte del sistema productivo." [33] Pues bien : si hemos objetado el reduccionismo economicista de ciertos planteos, mal podríamos consentir ahora un reduccionismo laborista. Sin embargo -reduccionismo por reduccionismo- la problemática de la inserción laboral ofrece al menos una ventaja : ciñe el planteo a lo concreto e histórico de manera mucho más firme. Incluso esto introduce cierto eclecticismo en el trabajo de campo, realizado con un esquema conceptual marxista pero con una base empírica que alude menos al proletariado y las crisis endémicas del capitalismo mundial que a la evolución sociodemográfica de los trabajadores (con términos tales como "población económicamente activa", "rama de actividad", etcétera) -todas estas cuestiones más afines y útiles para el funcionario que para el revolucionario. Incluso podría verse aquí el germen de cierto marxismo reformista, hacia el cual terminará orientándose Laclau, más preocupado por radicalizar la democracia que por realizar la revolución socialista-. De todos modos, lo cierto es que su planteo rastrea ciertos procesos históricos que habrían de generar diversos tipos de marginalidad en países del Cono Sur. Incluso el uso de un método histórico-comparativo connota esta voluntad por realizar un análisis que vaya más allá de las elucubraciones teóricas -necesarias pero insuficientes- del "Informe preliminar" y el artículo de Nun. Sin embargo, creemos que este gesto es incompleto, puesto que no basta con comparar la dinámica del mercado laboral en distintos países para realizar un estudio empírico de la marginalidad social.

El artículo de Murmis va un paso más allá : realiza una tipología de las diversas formas de marginalidad a partir de una encuesta propia. En este sentido, se trata de una aproximación más sociológica y empírica al problema. Incluso la noción de marginalidad adquiere una mayor especificidad y precisión : se trata de "formas marginales de explotación de la mano de obra [...] ligadas a formas de superexplotación, o por lo menos a la imposibilidad por parte de estos trabajadores de lograr una participación en el producto social similar a la de los obreros asalariados estables". [34] Este trabajo de Murmis ha resultado ser -tal vez- el mayor acierto de lo publicado en torno al "Proyecto Marginalidad", puesto que ha planteado en años muy tempranos el problema de la precariedad laboral, tema que aflige hoy a los lectores de cierta socialdemocracia francoparlante bienintencionada y angustiada que cree descubrir en esto un problema nuevo y sumamente actual. Sin embargo, hace casi treinta años ya Murmis hacía referencia a "un proceso que va del surgimiento del trabajo como mercancía hasta el establecimiento de un mercado de trabajo basado en la generalización de relaciones salariales, cuya recurrencia cotidiana es predecible y dentro de las cuales la desocupación aparece como la interrupción de un vínculo salarial más estable". [35]

Otro aspecto encomiable del trabajo de Murmis es el haber radicalizado más que otros análisis el carácter constitutivo para el "sistema" de esta población a-funcional. Se trata del texto que más se aproxima a nuestro reclamo de considerar como inherente al capitalismo -no como superfluo o marginal- este tipo de relaciones precarias. Es verdad que no hace de esto un planteo epistemológico, pero al menos desde la descripción empírica es el que más claramente ha sostenido que "estas formas no clásicas de inserción cumplen un papel constitutivo en el sistema, de modo tal que su conceptualización como ’marginales’ pierde legitimidad pues estos sectores resultarían centrales en el proceso de explotación y acumulación". [36] En esto, también la historia le ha dado la razón : la tan mentada "globalización" puede pensarse como una acentuación de este carácter constitutivo para un "nuevo orden internacional" de las diversas formas de marginalidad y vínculos precarizados.

Como se verá, simpatizamos de manera especial con lo realizado por Murmis ; sin embargo, también queremos puntualizar algunas cuestiones que requieren -a nuestro juicio- una revisión. Así como elogiamos su aproximación empírica al tema, objetamos la elección de una metodología exclusivamente cuantitativa : creemos que hablar de marginalidad sin realizar un relevamiento etnográfico es parcializar el problema, mitigando aquella complejidad y multidimensionalidad que tanto apreciamos en el "Informe preliminar". A su vez, del mismo modo que nos parece valiosa la temprana tipificación de las relaciones de precariedad laboral, insistimos en que la problemática de la marginalidad no puede identificarse con ella sino que requiere un análisis más integral, que incorpore elementos culturales y cualitativos al problema. En síntesis : este texto plantea problemas que hoy -a casi treinta años- parecen novedosos, y producto de la reflexión de autores foráneos (en especial de origen francés) ; [37] pero lo hace de manera más reduccionista, al centrarse casi exclusivamente en la inserción laboral, descuidando otras facetas a las que ya el "Informe preliminar" hacía alusión y que hoy resultan de actualidad -en especial el tema de las redes de solidaridad- y adoptando una mirada eminentemente cuantitativa. Creemos que una aproximación más completa a la marginalidad social debería incorporar aspectos microsociales, culturales, cualitativos, y metodologías de la misma índole. Incluso podría decirse que investigadores del "Proyecto Marginalidad", especialmente Nun y Laclau, han reorientado su obra en esta dirección. Ya hemos hecho una breve alusión a este giro en la obra de Laclau, y algo semejante habría que señalar a propósito de Nun. Por ejemplo, en la discusión con Cardoso a propósito de la noción de "masa marginal", [38] a la que habrá que dedicarle un párrafo.

En algún sentido, la crítica que se le hace a la noción de masa marginal es una observación próxima a la nuestra, sólo que con un signo valorativo contrario. Cardoso afirma que esa noción refiere a un colectivo "inespecífico", y que eso la vuelve estéril. Nun responde que, efectivamente, se trata de un concepto que -si se lo remite a individuos- alude a una población heterogénea, tanto a nivel histórico cuanto a nivel conceptual (también en Marx) ; pero que, sin embargo, encuentra su especificidad y homogeneidad en cuanto relación social. Con esto, Nun admite la diversidad empírica del fenómeno de la marginalidad, pero la remite a una unidad previa que está puesta en la relación. Podría decirse que se trata de un a priori histórico : la masa marginal aparece en este texto como condición de posibilidad del ejército industrial de reserva. Esta condición de posibilidad es a la vez lógica y empírica : la noción de ejército industrial de reserva presupone la existencia de una masa marginal no integrada al sistema productivo, pero también de hecho los trabajadores que se incorporan al sistema productivo provienen de un excedente poblacional que nunca se incorpora totalmente, y que tiende a crecer en mayor medida que las necesidades del sistema por incorporar mano de obra. Esto significa un avance en la tematización de la heterogeneidad propia de la marginalidad social, puesto que se admite que se trata de un colectivo heterogéneo en sí mismo, por más que en cuanto tal mantenga una relación homogénea con su exterior (el sistema de producción) ; y a la vez implica dar mayor cabida, desde la construcción de conceptos, a la indagación empírica de esa heterogeneidad y sus vínculos con el sistema. Incluso se atribuye este carácter al sistema mismo, puesto que el incremento de la masa marginal contribuye a fragmentarlo y aumenta su complejidad :

"al ’consolidarse’ una superpoblación relativa en tanto masa marginal [...] deja de operar en forma homogénea uno de los supuestos primarios de las tesis clásicas sobre la conciencia de clase : la generalización de las experiencias de organización y de solidaridad que surgen de la fábrica. Como esto ocurre en el interior de un sistema fragmentado que unifica pautas de dominación diversas, también los antagonismos sociales se pluralizan, con la consecuencia paradójica de que su multiplicación no articulada, lejos de intensificar, debilita las posibilidades de un enfrentamiento revolucionario". [39]

En este sentido, a nivel conceptual se ha efectuado una relativa aproximación a una visión compleja del problema. Sin embargo, a nivel empírico, no se ha avanzado tanto en la misma dirección : no hay mayor acercamiento a ella que la admisión de la necesidad de dar cuenta de la complejidad del fenómeno, y la referencia -a pie de página- a una ponencia del mismo Nun presentada en un simposio como "planteo introductorio" a la relación entre marginalidad y "participación social". [40] En buena medida, esta cita al pie presagia futuras orientaciones de Nun, quien ha enfatizado mucho más que en los textos aquí comentados la dimensión política y cultural a sus análisis. [41]

Finalmente, así como destacamos el visionario diagnóstico de Murmis a propósito de la precarización laboral, también sería pertinente indicar una sugestiva anticipación de Nun -no en calidad de hecho curioso sino más bien como indicio de la fecundidad de los análisis del "Proyecto Marginalidad"- ; no sólo por haber permitido prever el curso de ciertos acontecimientos, sino también porque hoy, a casi treinta años, mantiene algo de su vigencia. Pues bien : para los años ochenta, Nun -siguiendo a Lederman- proyectaba una tasa de desocupación abierta para América Latina del 18,6%. [42] Si bien esto no se ha dado en todo el continente, al menos en lo que respecta a la Argentina el pronóstico ha sido solamente prematuro (en el sentido de que se ha producido en la década siguiente). Sin embargo lo que interesa es -más allá de las cifras- la tendencia : se anunciaba para el mediano plazo un incremento de la masa marginal, cuando otros autores (como Cardoso, sin ir más lejos) eran renuentes a un pronóstico supuestamente tan apocalíptico. De todos modos, no pasaría de una coincidencia afortunada si no fuera porque -lejos de ser un dato fortuito- se trata de una construcción que se inserta en un cuerpo teórico consistente y una perspectiva política definida que -más allá de las críticas (que, como se vio, no hemos eludido aquí)- mantiene cierto potencial conceptual y movilizador.

Respecto de lo que hoy resulta más objetable -en especial lo que respecta a cierto corte economicista de algunos análisis- la historia ha saldado la discusión : los mismos autores comentados aquí, en alguna medida, le han imprimido a su producción un giro afín a nuestra crítica, al incorporar otras dimensiones a sus análisis. Si bien insistiremos siempre en señalar la autonomía relativa de la economía (así como desde hace mucho hay quienes insisten con la autonomía relativa de prácticamente todas las demás esferas de la vida social), no dejaremos de valorar el necesario análisis de los procesos económicos. En este sentido, la noción de masa marginal nos parece un valioso aporte que es preciso retener ; simplemente disentimos en el intento por identificarlo tout court con el problema de la marginalidad : es indispensable tener en cuenta este aspecto señalado por Nun para pensar la marginalidad ; pero considerándolo como una de las dimensiones del problema, no como el problema mismo. Después de todo, no se trata ni de aferrarse a planteos ya hechos ni de abandonar ciertos temas, sino de observarlos desde nuevas perspectivas. En ese sentido, hoy asistimos a un resurgimiento de muchos de los temas contenidos en la Teoría de la Marginalidad, pero con un sesgo más cualitativo, más culturalista, y más microsocial. [43] Este resurgir, así como nuestra revisión crítica, en alguna medida no hacen más que exigir la realización completa del programa esbozado en el "Informe preliminar". Tal vez se trate menos de criticar la Teoría de la Marginalidad que de completar su proyecto.

Apuntes de Investigacion del CECYP
Argentina.

Notas :

Notes

[1Nun, José, "Presentación", en : Revista Latinoamericana de Sociología, 69-2, p. 174.

[2Nun, José, "Superpoblación relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal", en : Revista Latinoamericana de Sociología, 69-2, pp. 178-236.

[3Op. cit., p. 178.

[4Murmis, Miguel, Marín, Juan Carlos y Nun, José : La marginalidad en América latina. Informe preliminar, Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella, V Centro de Investigaciones Sociales, diciembre 1968 (documento de trabajo 53).

[5Nun, José : op. cit., 69-2, p. 225.

[6Puede tomarse este término en la acepción que tenía para Merleau-Ponty (en especial en la Fenomenología de la percepción, Barcelona, Planeta-Agostini, 1984), y que supo caracterizar tan bien Alphonse de Waelhens (vid. : "Un philosophie de la ambiguïté", en : Merleau-Ponty, Maurice, La structure du comportement, Presses Universitaires de France, 1953).

[7Murmis, Miguel, Marín, Juan Carlos y Nun, José : op. cit. pp. 51-52.

[8Op. cit., p. 55.

[9Nun, José, op. cit, 69-2, p. 203.

[10Op. cit., p. 227.

[11Op. cit., p. 225.

[12Op. cit., p. 224.

[13Op. cit., p. 225.

[14Op. cit., p. 226.

[15El mismo Nun -como ya indicamos- insistía en este aspecto (Nun, José, "Presentación", en : Revista Latinoamericana de Sociología, 69 - 2, p. 174).

[16Touraine, Alain, "La inútil idea de la sociedad", en : Galván Días, F. (comp.), Touraine y Habermas : ensayos de teoría social, México, upa-uam.

[17Remitimos las afirmaciones siguientes de manera especial a dos de sus obras : Ciencia con conciencia (Barcelona, Anthropos, 1985), e Introducción al pensamiento complejo (Barcelona, Gedisa, 1994).

[18Lo cual debe resultar comprensible, si no se quiere incurrir en anacronismos.

[19El "Informe preliminar" -al tener, como se ha dicho, un mayor sentido de la ambigüedad de lo social- se distanciaba más de esta serie de dicotomías.

[20Laclau, Ernesto, y Mouffe, Chantal, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987, p. 119.

[21"Teoría y práctica. Reportaje a Ernesto Laclau", en : El ojo furioso, año 1, nº 1, verano de 1994, p. 28.

[22Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, El antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1985.

[23Op. cit., p. 190.

[24Op. cit., p. 47.

[25Op. cit., p. 48.

[26Op. cit., p. 47.

[27Op. cit., pp. 157-158.

[28Deleuze, Gilles ; y Guattari, Félix, Rizoma. (Introducción), Valencia, Pre-Textos, 1977, p. 52.

[29Deleuze, Gilles ; y Guattari, Félix, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 1994.

[30Murmis, Miguel, "Tipos de marginalidad y posición en el proceso productivo", en : Revista Latinoamericana de Sociología, 69-2, pp. 413-421.

[31Laclau, Ernesto, "Modos de producción, sistemas económicos y población excedente. Aproximación histórica a los casos argentino y chileno", en : Revista Latinoamericana de Sociología, 69-2, pp. 276-315.

[32Op. cit., p. 311 ; el subrayado es mío.

[33Op. cit., p. 276.

[34Murmis, Miguel, op. cit., pp. 414.

[35Op. cit.

[36Op. cit., p. 416.

[37Como Castells, Rosanvallon, Passeron, y otros.

[38Véanse Cardoso, Fernando Henrique, "Comentario sobre los conceptos de Sobrepoblación relativa y Marginalidad", en : Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, junio/diciembre, 1971, pp. 57-76 ; y Nun, José, "Marginalidad y otras cuestiones", en : Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, nº 4, diciembre, 1972, pp. 97-127.

[39Nun, José, op. cit., p. 126 ; el subrayado es mío.

[40Nun, José, "Marginalidad y participación social : un planteo introductorio", Simposio sobre la participación social en América Latina, I.I.E.L., México, 1969, pp. 25-29, mimeo. Versión italiana publicada en International Review of Community Development, nº 25-26, 1971, pp. 175-212. (Citado en : Nun, José, "Marginalidad y otras cuestiones", en : Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, nº 4, diciembre, 1972, p. 123).

[41Al respecto, puede citarse como emblemático el libro Averiguación sobre algunos significados del peronismo (Buenos Aires, Espacio Editorial, Cuaderno del gecuso nº 3, 1994), puesto que en él se retrabaja una base empírica producida en 1970 a partir de una mirada más cualitativa (que abreva en Wittgenstein y Schutz, entre otros).

[42Nun, José, "Marginalidad y otras cuestiones", en : Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, nº 4, diciembre, 1972, p. 120.

[43Al respecto, es sintomático el éxito editorial del reciente libro de Juan Villarreal : La exclusión social (Buenos Aires, Tesis-Norma, 1997), que plantea la emergencia de una nueva lógica social más cualitativa que cuantitativa, que establece distinciones verticales más que horizontales, y se rige por una dialéctica de los distintos más que por una dialéctica de los contrarios. Más allá del juicio de valor que merezca el texto (comentado con más detenimiento por Claudio Benzecry en este mismo volumen), en tanto fenómeno editorial señala la instauración de un nuevo clima cultural en torno a problemáticas que ya están presentes en el "Proyecto Marginalidad", como -por ejemplo- la existencia de relaciones laborales precarias.

Retour en haut de la page

El Correo

|

Patte blanche

|

Plan du site