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22 janvier 2007

Después de la Cumbre de Río, digan lo que digan, el Mercosur avanza aunque a Europa y a Estados Unidos no les guste.

par Víctor Ego Ducro

 

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Fue el cónclave presidencial de mayor importancia. Por sus decisiones, por las promesas de nuevas incorporaciones, porque se desmintió a los agoreros de siempre.

Estamos acostumbrados a las operaciones de siempre. Los grandes medios de comunicación, por ejemplo, comienzan con su sonsonete, que el MERCOSUR esta estancado, que Lula está molestó con Chávez, que Kirchner bla, bla, que Argentina y Uruguay, y que la mar en coche. Nunca falta un portavoz del gobierno de Estados Unidos echándole leña al fuego a las por cierto reales aunque no menos esperables y comprensibles diferencias entre los participantes de un proceso tan rico y complejo como el de la integración latinoamericana.

Todo ello sucede cada vez que se aproxima una Cumbre de jefes de Estado o cualquier otra reunión importante del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Sin embargo, días después de la reunión realizada entre el jueves y el viernes de la semana pasada, en Río de Janeiro, ni los más encarnizados enemigos de ese proceso -con la diplomacia de Estados Unidos a la cabeza- lograron ocultar la realidad.

La pasada Cumbre fue, muy probablemente, una de las más importantes de las realizadas hasta ahora.

Porque el MERCOSUR se prepara ampliar su horizonte, desde que Bolivia prácticamente anunció el comienzo de sus tramites para pasar de Estado asociado a miembro pleno.

En ese marco se ubican las claras señales dadas por el flamante presidente de Ecuador, Rafael Correa, de querer recorrer un camino de neto acercamiento al bloque, sin dejar de considerar la posibilidad de que el propio MERCOSUR y otras instancias regionales avancen hacia la consolidación de una Confederación de naciones más amplia. También fue importante la presencia de países observadores e invitados, como los casos de Panamá, Surinam y Guyana, entre otros.

Porque se formularon anuncios concretos, tales como el inicio del primer tramo del Gasoducto de Sur y el claro apoyo manifestado por los presidentes de Brasil y Argentina, Luiz Inacio Lula Da Silva y Néstor Kirchner respectivamente, a la propuesta del líder venezolano, Hugo Chávez, en el sentido de impulsar la creación de una entidad financiera regional (Banco del Sur).

Incluso con el apoyo de Correa, se habló en firme de pensar en la repatriación hacia la región de buena parte de las reservas que los Estados del bloque tienen depositadas en bancos de Estados Unidos y de Europa.

Porque comenzaron a atenderse con mayor seriedad las justas demandas de los países de menor peso relativo, como Uruguay y Paraguay, con la concreción de un fondo compensatorio de 70 millones de dólares para proyectos de infraestructura, y porque, en ese mismo sentido, sonaron más fuertes las voces a favor de avanzar en la resolución con justicia de las asimetrías internas del bloque.

Porque en Río de Janeiro los jefes de Estado también se comprometieron a profundizar cada vez más en la búsqueda del camino que conduzca a la creación de un valor de intercambio monetario para la cancelación de las transacciones comerciales intrabloque.

Podrían señalarse otros cuantos puntos concretos, como la disposición manifestada por varios de los asistentes a sumarse el proyecto comunicacional Telesur. Si embargo, el punto de inflexión más alto de la Cumbre de Río se encontró en la desprejuiciada actitud de los mandatarios a la hora de reconocer que el MERCOSUR es un espacio para hacer política, para discutir ideas, incluso para confrontar cuando no hay acuerdos, en el reconocimiento de que existe una matriz estratégica a la cual todos los países de la región están felizmente "condenados" : avanzar en el proceso de integración.

Y esa aceptación de la política es fundamental porque representa un golpe directo al corazón de la concepción ideológica del neoliberalismo en materia de integración : cuanto más se discuta en torno a ideas, cuanto mayor sea la historicidad concreta del debate, menos espacios quedaran para quienes pretenden que el MERCOSUR y otras instancias integradoras latinoamericanas queden subsumidas al mercado, como meras divisiones internacionales del trabajo en manos de las corporaciones transnacionales.

Al decir del ecuatoriano Correa, cuanto mayor sea el debate de ideas nuestra región será menos mercado y más construcción de ciudadanía real, en democracia política, social económica.

Justo es reconocerlo, el motor indudable de esta dinámica política es Venezuela, quien con su propuesta de "reformatear" al bloque no hace otra cosa que incluir con peso propio en su agenda aquellos temas que pertenecen el MERCUSUR real, a sus sociedades, que demandan una urgente lucha contra la pobreza, el desempleo, la exclusión y la pérdida de soberanía en manos de las corporaciones transnacionales y los gobiernos de los países centrales, con el de Estados Unidos a la cabeza.

Por eso fue ejemplar la intervención del presidente Chávez, sobre todo cuando sostuvo, con estadísticas en mano, que los problemas a sortear en el proceso de integración tienen su causa en la dependencia que la región padece respecto de aquellas corporaciones y del gobierno de Estados Unidos, fenómeno éste al que el propio Chávez se refiriera con total claridad cuando aseguró que nuestros problemas tienen nombre propio, el imperialismo estadounidense.

El líder venezolano se refirió a ello en ocasión de corregir, con prudencia y respeto, lo afirmado unos minutos antes por su homólogo y amigo de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien al aludir a las asimetrías internas que se registran en el MERCOSUR incurrió en el descuido de atribuírselas fundamentalmente a algunos de sus socios, perdiendo la perspectiva de que la causa última de ese asunto radica en la vigencia aún de los modelos impuestos por el Consenso de Washington.

En nivel de debate y de acuerdos registrado en la Cumbre de Río de Janeiro no sólo desmintió a los agoreros de siempre sino que comenzó a instalar sobre el tablero internacional un dato que debería ser tenido en cuenta : partiendo de Naciones Unidas (ONU) como mayor instrumento global, signado por el sistema antidemocrático y autoritario que se desprende de su Consejo de Seguridad, el MERCOSUR con su debate e ideas está apareciendo como el tablero de política internacional con mayores índices de funcionamiento democrático.

APM. Buenos Aires, 22 de enero de 2007.

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