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30 août 2011

Corrupción, plaga política en Brasil

par Frei Betto

 

La política brasileña siempre se alimentó
del dinero de la corrupción. No todos los políticos. Muchos son
íntegros, tienen vergüenza en la cara y sinceridad en el bolsillo. Pero
las campañas son caras, el candidato no dispone de recursos o evita
reducir su economía, y los intereses privados en la inversión pública
son voraces…

De ese modo se teje la trampa. El candidato promete, por debajo de la
mesa, facilitar negocios privados a la par de la administración pública…
y como por arte de magia aparecen los recursos para la campaña.

Una vez elegido aprueba adquisiciones sin licitación, nombra a los
indicados por el grupo de la iniciativa privada, da luz verde a
proyectos sobrefacturados y embolsa su parte del botín.

Para una empresa que se propone hacer una obra por valor de US$ 30
millones -y en la que, de hecho, no se gastarán más de 20, sobre todo en tiempos de subcontrataciones- es un negocio excelente embolsar 10 y aún pasarle 3 ó 4 al político que facilitó la negociación.

Todos conocemos la calidad de los servicios públicos. Basta con visitar
el SUS (el Seguro) o confiar los hijos a una escuela pública. (Todo
político debiera estar obligado por ley a recurrir a los servicios del
Seguro y a matricular a sus hijos en escuelas públicas, tal como propone
el senador Cristovam Buarque). Fíjense en las calles y carreteras : el
asfalto se resiente por una lluvia un poco intensa, los baches muestran
unas bocas enormes, los rebacheos son frecuentes. Obras interminables…

Todo eso me hace recordar el consejo de un preso común, durante el
régimen militar, a mi colega Fernando de Brito, preso político : « Padre,
cuando salga de la cárcel procure hacerse rico. Empiece a construir una
iglesia. Promueva ferias, bingos, rifas… Recoja mucho dinero de los
fieles. Pero no sea tan tonto que termine la obra. No la termine nunca.
Así usted podrá comprar fincas y vivir en una bonita ».

Con el perdón de la rima, la idea que se tiene comúnmente es que el
dinero público no es de nadie. Es de quien primero mete la mano. Y como
son raros los gobernantes que, como la presidenta Dilma, van detrás de
los ladrones, los compinches de Alí Babá se hartan.

Contaba mi padre la historia de un político de Minas Gerais que se
enriqueció a base de propinas. Como sólo tenía dos hijos, entregó una
buena parte de sus recursos (o mejor, nuestros) a un yerno suyo bastante pobretón.

Pero un día el beneficiario decidió separarse de su mujer. El ex suegro
corrió detrás de él diciendo : « ¿Dónde está mi dinero ? » El ex yerno
entonces puso cara de indignado y le dijo : « ¿Qué dinero ? Pruébeme que yo tengo dinero suyo ». Ladrón que roba a ladrón… Hoy el ex yerno vive con su nueva mujer en un condominio de gran lujo.

Soy escéptico en cuanto a la ética de los políticos o de cualquier otro
grupo social, incluidos los religiosos y sacerdotes. En lo que sí creo
es en la ética de la política, y no en la política. O sea, crear
instituciones y mecanismos que cohíban a quien se sienta tentado a
corromper o a ser corrompido. La carne es débil, dice el Evangelio. Pero
las instituciones deben ser suficientemente fuertes, las investigaciones
rigurosas y los castigos severos. La impunidad hace al delincuente. Y en
el caso de los políticos a ésta se le añade la inmunidad. ¡Viva la robadera !

De ahí la urgencia de la reforma política -un tema que parece olvidado-
y de una profunda reforma de nuestro sistema judicial. ¿Qué adelanta la
Policía con agarrar a algunos si al día siguiente todos ellos vuelven a
la calle ansiosos por destruir las pruebas ? Y aún se gasta saliva en
balde en cuanto al uso de los grilletes, olvidando los millones
sustraídos… y nunca devueltos a las arcas públicas.

A pesar de que el sospechoso quede en libertad, ¿por qué la Justicia no
le congela sus bienes y le impide mover sus cuentas bancarias ? La parte
más sensible del cuerpo humano es la bolsa. Los corruptos saben muy bien hasta dónde puede ser beneficiado o perjudicado.

Las escuelas debieran debatir los casos de corrupción en las aulas.
Imbuir en los alumnos la suprema vergüenza de hacer uso privado de los
bienes colectivos. Ya que el concepto de pecado ha dejado de ser la
norma de la moral social, urge cultivar la ética como orientadora del
comportamiento. Desarrollar en los niños y jóvenes la autoestima de ser
honesto y de preservar el patrimonio público. (Traducción de J.L.Burguet)

 Frei Betto es escritor, autor de la novela « Minas del oro », que la
editorial Rocco presentará al público esta semana.
http://www.freibetto.org/> twitter :@freibetto.

Copyright 2011 – Frei Betto

Alai-Amlatina. Ecuador, 29 de agosto de 2011.-

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